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domingo, marzo 12, 2006

ESQUEMAS SECUNDARIOS

Hace ya algún tiempo me hice eco de unas palabras del profesor italiano Luca Ricolfi, a propósito de las notas características del discurso de la izquierda italiana, análisis que, personalmente, consideraba extensible sin matices a la española. Ricolfi apuntaba que es ya un hábito firmemente arraigado en ese discurso el recurso a lo que él denomina “esquemas secundarios”, esto es, la continua desviación de la cuestión hacia aspectos que, con independencia de que puedan tener su importancia a diferentes efectos, impiden entrar en el fondo del asunto.

Un ejemplo claro de empleo de estos esquemas secundarios, es la repetitiva concentración de la atención en quién dice algo o en por qué lo dice, pero eludiendo siempre entrar a discutir qué dice. Como si se hubiera perdido todo interés por la verdad material a favor de aspectos tangenciales en los que, a menudo porque dichos aspectos sustantivos de la materia resultarían embarazosos, se intenta centrar la discusión.

En los últimos días, hemos asistido a dos muestras muy indicativas de este fenómeno, sin que tengan los asuntos entre sí nada que ver –de ahí, por cierto, su interés, ya que apuntan a una conducta sistemática-. Me refiero a las inquietantes preguntas planteadas por El Mundo respecto a los sucesos del 11M y a las simplemente desvergonzadas prácticas que desvelaría la investigación de la COPE sobre el funcionamiento del EGM.

El diario de Pedro Jota lleva mucho tiempo dándole vueltas –en lo que, a mi juicio, es uno más de los impagables servicios a la democracia con los que ese periódico y su director, que podrán ser muy criticables por otras razones y de los que se puede muy bien discrepar, se están ganando un lugar muy destacado entre nuestros medios de comunicación- al oscuro asunto de los atentados del 11M, que sólo están meridianamente claros para la vicepresidenta del Gobierno, pero temo que para casi ningún otro español de buena fe. Hasta el momento, los periodistas de El Mundo no pretenden disponer de una verdad alternativa, no presumen de saber qué ocurrió, pero sí ponen en tela de juicio la versión oficial.

Esto, en sí mismo, es muy valioso y, como mínimo, debería dar lugar a un debate. Si lo que se va publicando en el El Mundo es cierto, aun cuando no sepamos quién estuvo detrás de la masacre, sí podemos estar casi en condiciones de decir quién no estuvo. Sí sabemos que no hay, en el material sumarial que maneja Del Olmo, un relato suficientemente coherente.

Hasta ahora, el periódico no ha acusado a nadie de nada, que yo sepa –más bien todo lo contrario, los indicios apuntarían hacia una exculpación, siquiera parcial, de quienes, al cabo, pueden terminar siendo cabezas de turco-, así pues no puede haber lugar a calumnias ni a reacciones indignadas. Tan sólo preguntas que han de ser respondidas.

En determinados medios, por el contrario, se recurre una y otra vez a aventar las sospechas sobre las intenciones del equipo de Pedro Jota y sobre los intereses a los que serviría. Cuando no se dice que las afirmaciones del periódico –quizá no concluyentemente probadas, pero sí sustentadas y nada temerarias- son mendaces, sin aportar, claro, prueba alguna que las dé por falsas. No tengo ni la menor idea cuáles puedan ser los intereses de Pedro Jota, si son nobles o no lo son –y no hay por qué maliciarse que puedan ser más innobles que los de otros, al menos-, lo que importa es que hace unas afirmaciones que no son absurdas, ni injuriosas ni, en principio, ofensivas para nadie, y son afirmaciones tan preocupantes como para que alguien con dos gramos de decencia ordenara parar las máquinas de este país hasta tanto se esclarezcan.

Quienes decían buscar con ahínco la verdad la eluden ahora por todos los medios, obviando toda clase de discusión sobre la médula de la cuestión.

En otro orden de cosas, lo mismo sucede con la denuncia de la COPE sobre las posibles manipulaciones del EGM. Por paradójico que parezca, la denuncia –que, de nuevo, no parece temeraria y se basa, creo, en material obtenido por medios que son muy corrientes en el periodismo de investigación- no ha puesto en un brete al EGM, sino al denunciante, a la COPE, que es la que se encuentra ahora en trance de tener que defenderse.

Se discuten los métodos empleados por Abellán o, lisa y llanamente, se vuelve a señalar a la cadena de los obispos con el dedo, como representante del mal absoluto, acusándola de emponzoñar la vida española.

Bien, supongamos que así fuere. Supongamos que la COPE fuese una tapadera del Partido Republicano para hundir el floreciente experimento español de democracia chapista-avanzada. Y supongamos que Abellán hubiese obtenido sus evidencias en la misma raya de lo moralmente aceptable. ¿Hay algo que decir respecto al fondo de la afirmación, o sea que el EGM es una filfa? No digo que el otro debate no sea muy interesante pero es que es eso, otro debate.

Abellán plantea, como hipótesis, que el EGM es fácilmente manipulable –hipótesis inquietante, claro- y, de acuerdo con un plan, efectivamente, lo prueba, sin hacer uso de técnicas propias de la NASA, precisamente. El EGM es una castaña quod erat demonstrantur. Sin perjuicio de darle al señor Abellán su merecido, si es que hay lugar a ello, lo normal sería que los que sufragan el invento –o sea, los anunciantes- pidieran explicaciones.

Ni el cierre de la COPE ni el destierro de Abellán serán remedio al problema, eso seguro.

Una guerra no es más o menos injusta en función de qué presidente de según qué país la promueva y un ladrón no es más o menos ladrón en función de quién le señale con el dedo. En suma, según el viejo adagio, la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.

El recurso al esquema secundario se ha vuelto tan habitual que, por lo común, el mundo de la izquierda político-mediática no se molesta ya ni siquiera en intentar abordar la mayor. Se da tanto por hecho que la realidad no importa que no se malgasta una gota de saliva en discutirla. Se toma, directamente, el atajo alternativo, tome este la forma de una descalificación ad hominem o, simplemente, la introducción de un nuevo asunto que, relacionado o no con el principal, en nada contribuya al esclarecimiento de éste.

Es posible que este sea el único recurso de quienes ya no tienen la más mínima confianza en las propias ideas o de quienes han descubierto hace ya tiempo que, en el fondo, éstas no son del todo necesarias. Y es que la izquierda ha descubierto, hace ya bastante, que el que dijo aquello de que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo hace muchos años que está criando malvas. Pero sobre esto volveremos otro día.

1 Comments:

  • Para tener confianza en las ideas, hay que tenerlas.

    Que ideas tiene el zapaterismo?

    Bien, sabemos que abomina del rodriguecismo. Lo cual tiene ya un valor en si mismo... Pero ... hay algo mas?

    By Blogger Unknown, at 1:55 a. m.  

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