FERBLOG

lunes, marzo 06, 2006

Y MÁS SOBRE LA MODERACIÓN...

Alberto Recarte citaba esta mañana en la radio palabras de Ruiz Gallardón en la reciente Convención del Partido Popular. Al parecer, para avalar sus tesis a favor de la moderación, el regidor madrileño argumentó que, desde la caída del muro de Berlín, habrían quedado superadas las ideologías. No sé si fueron esas las palabras exactas del Alcalde, pero da igual –por otra parte, si non é vero, é ben trovatto-.

Es perfectamente admisible, claro, que haya quien, basándose en que la verdad es un concepto de lo más esquivo, encuentre muy recomendable no encastillarse cerrilmente en el trocito de verdad propia. Nadie tiene nada en contra de la moderación como virtud y es cierto que todo exceso de autoconfianza es malo, máxime en política. Viva, pues, la templanza. Y esto ha sido así con muro o sin muro, ya que no en vano lo recomendaba nuestro querido Aristóteles mucho antes de nacer Ruiz Gallardón.

Ahora bien, una cosa es hacer un canto a las virtudes teologales y otra, muy diferente, suscribir esa idea, tan cara a la izquierda, de que ya no hay nada claro en este mundo. No es cierto, por otra parte, que el muro determinara la superación de las ideologías. Más bien demostró que una de ellas, muy particular, era falsa de toda falsedad.

La izquierda y sus corifeos son muy dados a enfangar a todo el mundo en sus charcos. Si algunos han quedado huérfanos de todo referente, pues será cosa de que se pongan a buscar otro, no de que declaren superado el pensamiento como actividad humana.

Gallardón, si es que lo dijo, o cualquiera que suscriba el juicio anterior, confunden gravemente los términos, y avalan, a mi entender, la estrategia destructiva iniciada por algunos, consistente en dar por acabada la partida, básicamente porque ellos han perdido la mano. Puede defenderse, si se quiere, que la falsedad de ciertos postulados –ya probada- no acredita la veracidad de otros. Pero quienes sostengan esos otros, en la medida en que no han sido falsados todavía –insisto, a diferencia de lo que sucedió aquel día en que cayó el muro con “la alternativa”- están en su pleno derecho de seguir haciéndolo.

Toda la corriente relativista que invade las democracias occidentales tiene mucho que ver con este intento de extender el fracaso propio a los ajenos. En esto, también, hubo vencedores y vencidos, me temo. No es el fin del mundo, claro, y lo cabal hubiera sido abordar un intento de reformular los propios postulados, no la desesperada intentona de paliar la derrota.

La izquierda europea lleva muchos años desnortada, en crisis de identidad y agarrándose a cuanta bandera tiene pinta de servir de armazón sustentante de un nuevo renacer. En la medida en que cualquier posibilidad parece muy endeble para sujetar el edificio de una alternativa ideológica al capitalismo liberal de mercado, se opta por una mezcla informe de no se sabe muy bien qué –el pensamiento débil- que apenas alcanza a tapar las vergüenzas.

No es de extrañar que eso se intente aderezar con un relativismo al que se intenta atraer a los demás. Crepúsculo de las ideologías, no se puede estar seguro de nada, ya se sabe... En realidad, lo único que es seguro es el descomunal batacazo en el que terminó un experimento sobre el que aún no se han dado –ni es previsible que se den- suficientes explicaciones.

Ya digo que no es cosa de ufanarse ni, de repente, concluir que el capitalismo liberal se ha vuelto una suerte de verdad revelada. Es, simplemente, la mejor de las alternativas realmente existentes, sobre todo porque quienes dicen estar en desacuerdo no parecen tener la más mínima intención de ponerse a trabajar sobre ello. En realidad, con hacer como que no ha pasado nada, les basta.

Pero es que, claro, necesitan que los demás también afirmen eso mismo, que no ha pasado nada. Y eso, no, hermanos. Una cosa es el non extra vincere, saludable, el no alardear de unas ideas propias que, seguro, son muy falibles, y otra bien diferente dar por amortizado todo nuestro aparataje intelectual sólo porque el pretendidamente alternativo resulta estar averiado.