FERBLOG

lunes, febrero 27, 2006

PARECE UNA EPIDEMIA

Parece una epidemia. Véase la referencia que nos da Manel Gozalbo en Hispalibertas. Por lo visto, en un periódico digital prosocialista se dice que los que escribimos en Hispalibertas y tenemos el blog en Red Liberal no tenemos nada de liberales y “estamos muy próximos al fascismo”. La respuesta de Manel, el director de Hispalibertas, no tiene desperdicio, amén de ir redactada en el espléndido español marca de la casa.

Mi intención inicial era ignorar por completo esta cuestión –ya ha respondido Manel por todos nosotros- y escribir sobre lo que tenía pensado para hoy pero, según venía para casa, caigo en la cuenta de que tampoco es cosa de que uno dé la callada por respuesta. Al fin y al cabo, me han llamado fascista o, al menos, el autor de esas líneas no ha tenido la delicadeza de excluirme, ni a mí ni a otros. Deduzco que es porque no nos lee, a ninguno. Qué sé yo, por lo menos, algunos podríamos resultarle mucho más fascistas que otros.

No voy a perder el tiempo afirmando que no soy fascista. En primer lugar, porque no me da la gana y en segundo porque, como decía Pemán en una pieza que leí –creo que rescatada en Desde el Exilio- (¡lo veis, lo veis, a Pemán, ha citado a Pemán!) uno no se hace fascista, sino que le hacen. “Fascista” es algo que siempre le espetan a uno desde otro sitio (nota: tengo que acordarme de decirle a mi mujer que me han hecho fascista). Por lo que veo, lo de ser fascista también puede darse en grado de afiliado y de adherente, como con los sindicatos, porque no se nos moteja de fascistas, sino de “próximos al fascismo” (nota: tengo que acordarme de decirle a mi mujer que, en realidad, me han hecho "próximofascista", o sea que no me han dado aún el carné de fascista en condiciones).

Igual sí que soy fascista, porque no pienso como mucha gente que, por lo que se ve, sólo concibe que en el mundo pueda haber dos clases de personas: los que piensan como ellos y los fascistas. La lógica es inapelable.

Dicen que también soy fascista anónimo. He de reconocer que, cuando empecé con el blog, sí firmaba con mis iniciales, más por pudor que otra cosa, pero quien quiera saber quién soy, no tiene más que dirigirse a Hispalibertas –diríase que he perdido la vergüenza aunque, por lo visto, haya quien piense que no la he tenido nunca-. Figuro en su cuadro de columnistas, con nombre y foto, como todos los del periódico fascista.

En fin. Lo que sí me preocupa, y de verdad, es la atención que la blogosfera liberal , digo fascista, está recibiendo en estos días. Esto va in crescendo. Me preocupa porque, si algún día alguien decide que somos relevantes de cara a la creación de opinión, cosa que dudo, por el momento, nos pueden declarar como problema de salud pública, o así.

Es posible que, entonces, alguien decida que hace falta carné de bloguero para tener tu huequito en la red, y se nos obligue a enviar una lista de comentaristas al Ministerio de Industria. O igual nos aplican el estatuto del periodista ese que prepara Izquierda Unida y nos cierran el blog por no ser “veraces”. Me preocupa, en suma, que tras la denuncia, y en nombre de la protección a la ciudadanía, es posible que llegue la regulación.

Y, entonces, los amigos de los que nos llaman fascistas es posible que nos den una lección práctica de fascismo. Es posible que nos tiren el Estado encima. Con esa prepotencia del que, harto de comer mierda, encuentra por fin alguien más débil que él al que machacar, al que aplastar. Es posible que nos hagan una ley retroactiva o con nombres y apellidos, según técnica legislativa muy al uso.

Todo, salvo intentar rebatir el argumento con argumento, salvo el debate valiente con las armas de cada uno. Su tolerancia llega hasta donde llegan sus apriorismos. Si se les pide que demuestren por qué tienen razón, si no se les concede por hipótesis, se cabrean, y se cabrean mucho.

No, señores, no somos fascistas. Simplemente, no creemos en la superioridad moral de la izquierda –en general, en la superioridad moral de nadie- y nos permitimos la osadía de poner en tela de juicio multitud de cosas que ustedes, allá ustedes, dan por hechas sin mayor discusión. No hay nada que temer, de veras. Las filas están prietas, no va a haber desbandada alguna, los periódicos correctos y las radios correctas siguen siendo líderes indiscutibles de audiencia. No merece la pena emplear calificativos tan gruesos para atacar a quienes, modestamente, sólo queremos dejar constancia de nuestra discrepancia, cuando la haya. Ejercer nuestros derechos ciudadanos. Como Otegi, vaya.