FERBLOG

domingo, febrero 26, 2006

MANIFIESTO POR OCCIDENTE

El catedrático de filosofía de la Universidad de Pisa y Presidente del Senado de Italia, Marcello Pera, ha liderado, a título personal, la publicación de un manifiesto titulado L’Appello per l’Occidente (la Convocatoria por Occidente) que merece, en todo caso, un saludo y una reflexión. En mi caso personal ha merecido también la adhesión de la que he dejado constancia expresa en el espacio habilitado en el sitio web donde puede encontrarse el texto italiano original. Explicaré por qué. No me consta que haya traducción oficial al español (sí al inglés, disponible en la página), por lo que ofrezco yo la mía, pidiendo disculpas por mi falta de competencia en la lengua de Dante, y recomendando vivamente la lectura del original:

Las razones de nuestro compromiso

Occidente está en crisis. Atacado desde el exterior por el fundamentalismo y el terrorismo islámico, es incapaz de responder al desafío. Minado en el interior por una crisis moral y espiritual, no encuentra el coraje para responder. Nos sentimos culpables por nuestro bienestar, mostramos vergüenza de nuestras tradiciones, consideramos el terrorismo como una reacción a nuestros errores. El terrorismo, sin embargo, es una agresión directa contra la Civilización y contra toda la Humanidad.

Europa está inmóvil. Sigue perdiendo natalidad, competitividad y unidad de acción en la escena internacional. Esconde y niega su propia identidad y por eso fracasó en el intento de dotarse de una Constitución legitimada por los ciudadanos. Determina una ruptura con los Estados Unidos y hace bandera del antiamericanismo.

Nuestras tradiciones son objeto de discusión. El laicismo y el progresismo reniegan de costumbres milenarias en nuestra historia. Se desprecian los valores de la vida, de la persona, del matrimonio, de la familia. Se predica la igualdad de los valores de todas las culturas. Se permite sin guías ni reglas la integración de los inmigrantes.

Como ha dicho Benedicto XVI, hoy “Occidente ya no se quiere a sí mismo”. Para superar esta crisis, necesitamos más compromiso y más coraje por nuestra civilización.

Occidente

Nos comprometemos con la reafirmación de los valores de la Civilización Occidental como fuente de principios universales e irrenunciables, oponiéndonos, en nombre de una tradición cultural e histórica común, a cualquier intento de construir una Europa alternativa y contrapuesta a los Estados Unidos.

Europa

Nos comprometemos con la refundación de un nuevo europeísmo que reencuentre en la inspiración de los padres fundadores de la Unidad Europea su verdadera identidad y la fuerza para hablar al corazón de los ciudadanos.

La seguridad

Nos comprometemos a hacer siempre frente al terrorismo, considerándolo como un crimen contra la Humanidad, a privarle de justificación o apoyo, a aislar a todas las organizaciones que atentan contra la vida de los civiles, a enfrentarnos a los predicadores del odio. Nos comprometemos a dar nuestro pleno apoyo a los soldados y a las fuerzas del orden que tutelan nuestra seguridad, tanto en el interior como en el exterior.

La vida

Nos comprometemos a apoyar el derecho a la vida, de la concepción a la muerte natural, y a considerar al no nacido como “alguien”, titular de derechos que deben ser objeto de equilibrio con otros, nunca como “algo” fácilmente sacrificable con fines diversos.

La subsidiariedad

Nos comprometemos a apoyar el principio de “tanta libertad como sea posible, tanto Estado como sea necesario”, resaltando así la primacía cristiana y liberal de la persona y los cuerpos intermedios de la sociedad civil y la concepción del poder político como una ayuda y un instrumento de la libre iniciativa de los individuos, familias, asociaciones, compañías y voluntariado.

La familia

Nos comprometemos a reafirmar los valores de la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio, digna de protección y diferente de cualquier otra forma de unión o vínculo.

La libertad

Nos comprometemos a difundir la libertad y la democracia como valores universales válidos en todas partes, tanto en Occidente como en Oriente, en el Norte como en el Sur. No pueden existir los privilegios de pocos al precio de la esclavitud de muchos.

La religión

Nos comprometemos a reafirmar la separación entre Estado e Iglesia, sin caer en la tentación laicista de relegar la dimensión religiosa únicamente a la esfera de lo privado.

La educación

Nos comprometemos a defender y promover la libertad de educación sin negar la función de la enseñanza pública. Entendemos por ello la plena equiparación de la escuela no estatal con la estatal, aplicando también en este terreno el principio general de subsidiariedad.

Italia

Nos comprometemos a hacer nuestra Patria más digna. A exaltar los valores del conservadurismo liberal, a fin de que la mejora de las libertades públicas e individuales se acompase con el mantenimiento de nuestras tradiciones. No puede ser libre ni respetado quien abjura de las propias raíces.

Occidente es vida. Occidente es civilización. Occidente es libertad.

Cámbiese, claro, en mi caso, “Italia” por “España” –en el caso de cualquiera, cualquier otro rincón de Europa-. ¿Debo adherirme? Pienso que sí. Ahora, el porqué.

Comenzaré diciendo por qué no pondría mi firma al pie de este texto. No lo firmaría porque está sesgado hacia un conservadurismo que, probablemente, no comparto. Porque es innegable, y muy propio de la derecha italiana, su componente demócrata cristiano. Y porque campea en él la doctrina de la Iglesia empezando, y aunque esto es lo de menos, por el acogerse a la autoridad de Benedicto XVI –digo que es lo de menos porque, incluso desde el laicismo más extremo pero fundado en la razón y en la historia, la referencia moral al Santo Padre está bien justificada-. No lo firmaría, pues, porque caben muchos matices.

No obstante, no hace falta mucho esfuerzo para comprobar que no es ya que este texto sea fácilmente cohonestable con la Constitución española sino que, en muchos puntos, la reproduce, al igual que ésta reproduce otros textos anteriores. Este manifiesto no sólo es conciliable con el consenso de valores que inspiran la sociedad en la que yo vivo –al menos hasta que alguien tenga por fin la valentía de dejar de apuñalarlo por la espalda y proponga otro- sino que es un recordatorio del mismo.

Creo, en fin, que el texto es un buen punto de encuentro no ya para liberales y demócrata cristianos, sino también para socialdemócratas de buen sentido. Si en 1978 fue nuestro mínimo minimórum, no veo por qué ha de dejar de serlo ahora. Discreparemos en muchas cosas, qué duda cabe, pero ese mínimo no tiene por qué haber cambiado.

Y es ahora cuando la reafirmación de lo mucho que nos une y el soslayar lo que nos separa es oportuno. Porque Occidente nunca ha estado tan amenazado desde 1939. Y es por las mismas razones. No porque haya un enemigo exterior –el nazismo era geográficamente interior, pero ideológicamente exterior, porque se basaba en la negación de toda la tradición liberal y judeocristiana para dar lugar a la más acabada versión del “no-occidente” conocida hasta la fecha-, que siempre lo ha habido en las puertas, sino porque hay un enemigo interior, más poderoso que nunca.

Entonces el enemigo interior fue el liderazgo de los cobardes. Ahora, esos mismos cobardes vuelven, pero pertrechados de una ideología nihilista, de una ideología del “todo vale”, la ideología del “como sea”. Dispuestos a trocar nuestros cuatro pilares tradicionales –ya se sabe, filosofía griega, derecho romano, judeo-cristianismo y ciencia moderna- por media docena de libros de autoayuda y una “fusión de zen e imbecilidad” que sería patética si no fuese tan dañina.

Occidente que, de muy antiguo, ha llevado en sí el germen de la crítica, a veces sana y a veces no, siempre ha salido fortalecido y reafirmado de las sucesivas crisis de identidad. Pero esta vez es distinto, porque esta vez los críticos están animados no por un afán de mejora, sino por un simple afán de destrucción. Lo dice Benedicto XVI, pero lo dice también André Gluksmann: Occidente se odia a sí mismo tanto o más de lo que le odian los ajenos.

Qué decir de esa intelectualidad indecente hasta la náusea que, no contenta con el espectáculo bochornoso, se apresta a darle coartadas. Es la que dice que todo aquello en lo que creemos “ya no vale” –curiosamente, son los mismos que no pierden ocasión de apoyarse en todas esas creaciones “inválidas”, como el derecho internacional, cuando de zaherir se trata-, debe ser “actualizado”. Los Zapatero y compañía no van a demoler la democracia, sino que la van a convertir en “avanzada”. No van a sustituir personas por territorios, sino que van a “profundizar en la descentralización”. Canallas los unos, pero miserables los otros, enterradores de la más acrisolada tradición del pensamiento crítico.

Pues yo afirmo que todo eso que está “superado” no sólo no lo está, sino que vuelve a estar más vigente que nunca. Desde la Constitución Americana a la española de 1978, pasando por los sucesivos textos de declaraciones de derechos que son el precipitado de dos mil años de evolución política.

Lo afirmo, y afirmo que estaré con quien lo proclame, en España, en Italia o en la Cochinchina. Sea Papa, Presidente de los Estados Unidos o ciudadano raso.

3 Comments:

  • ¡Uaps, Fer! ¡Me lo has pisao! Me pasé ayer toda la tarde traduciéndoselo a un amigo ;-)
    Lo hice, precisamente, porque me parece un documento donde se dicen cosas acertadas y hermosas.

    By Blogger La'badesa, at 4:39 p. m.  

  • ¿Podría iniciarse un movimiento de adhesión masivo a ese manifiesto?

    En la etapa en la que estuve activamente en política, si bien municipal, me encontré con una carencia total de principios, por ignorancia, en muchos de mis compañeros de profesión.

    Iban sin norte, con muy buena intención,pero todo les daba lo mismo con tal que les votasen... Y, enfrente, tenían y tienen, una fuerte ideología nihilista, anti-Dios, anti-Ética, anti-Principios... de la que, por desgracia, Zp es un exponente.

    Creo que la reflexión del manifiesto podría aglutinar voluntades y forzar proyectos ilusionantes en la vida pública.

    By Blogger frid, at 9:09 a. m.  

  • Ya está en español en la página que mencionas.
    Respecto a la posible adhesión yo si que me adhiero, por liberal, por conservador y no es contradictorio con lo anterior, por cristiano y porque todo ello significa la defensa de los valores que hicieron grande a Europa y que hoy se derrumba ante el relativismo, el pensamiento débil y la cobardía de gran parte de esta sociedad.

    By Blogger Carlos Juan, at 3:54 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home