LES VAN A ECHAR LA CULPA, SEGURO
Confieso que cuando leí a Cayetana Álvarez de Toledo, al final de una columna algo así como que (perdón si me falla la memoria y la cita no corresponde exactamente, pero creo que la idea era ésta) “el PSOE empezó la legislatura responsabilizando al PP por los 198 muertos del 11M y puede terminar con el PSOE responsabilizando al PP si ETA vuelve a matar” no me lo quise creer. Aun a sabiendas de que la izquierda española no destaca por su nobleza –y, en efecto, ahí está la infame asociación de ideas que el PSOE y sus terminales mediáticos se dedicaron a promover en aquel fatídico 11M- no creí que fuera posible.
Hoy mismo, una columnista de El País (Soledad Gallego) viene a desmentirme. Por supuesto, las cosas no son directas. La columnista se plantea “la imposibilidad” de que el PP permanezca mucho tiempo fuera del proceso, “por lo que ello supondría”... A buen entendedor pocas palabras bastan.
Es más que probable, pues, que, como denuncian algunos, el objetivo del proceso sea doble: la “pacificación” de Euskadi y neutralizar, esta vez casi definitivamente, a la derecha democrática. Eliminar la alternancia.
Los medios de comunicación afines al PSOE trabajarán con denuedo para lograr que la sociedad española acepte cualquier clase de concesiones al nacionalismo vasco. “Autodeterminación” (esto es, independencia o, incluso mejor, fórmulas al estilo de “lo mío, mío y lo tuyo, de los dos”, de esas que tanto complacen a nuestros nacionalistas) y “territorialidad” (o sea, Navarra) entrarán en el debate, primero, de rondón, en forma de “reflexiones interesantes”, “hipótesis de trabajo” y “que pasaría si” –muy al estilo que caracteriza al PSE últimamente-. Una vez que la intelligentsia haya lanzado el “reto intelectual” o haya tenido “la valentía” de abrir todo esto a “la libertad de expresión”, será cuestión de que la opinión se vaya ahormando, de que el nuevo lenguaje vaya triunfando de que funcione, en fin, aquello del “ser de izquierdas es no ser de derechas”. No hace falta más que un ejercicio de desvergüenza y deshonestidad intelectuales no mayor que aquel a que nos tienen acostumbrados.
No nos engañemos, por supuesto que buena parte de los españoles no aceptarán jamás los términos en los que va a desenvolverse la negociación –porque no puede desenvolverse de otro modo-, pero otra parte significativa, sí. Los menos, por no perder la pose progre, los más, como producto del hastío, las ansias no ya de “paz” sino de que el problema vasco deje de atosigar, de agobiar, de molestar, en suma.
Pues bien, si la iniciativa tiene éxito –quiero decir, si consigue sus fines, que es que ETA lo deje, porque a la vista está que el “éxito” del disparate en que esto puede convertirse es más que relativo- será, en principio, a pesar del PP. Si fracasa, será, seguro, por su culpa. El PP pierde en cualquier escenario, si es que los terminales mediáticos hacen correctamente su trabajo, que lo harán, porque profesionales son un rato.
Con todo, lo que más me preocupa en este escenario no es la táctica socialista –que me temo que puede darse por descontada-, sino si el PP será capaz de aguantar la presión. La perspectiva no es muy halagüeña, es verdad, como bien avisa la columnista de El País (“atente a las consecuencias, muchacho”). El mensaje es muy intimidatorio. Pero es absolutamente necesario que la derecha democrática resista, aun a riesgo de perderse.
Lo único que se interpone en este momento entre nosotros y un abismo es una oposición política firme, que no debe achantarse ante la posibilidad de ser arrasada. Aunque sólo sea porque, si reflexiona un poco, entenderá que las perspectivas tampoco son mucho mejores en cualquier otro escenario. Al ser el único partido nacional y constitucionalista que queda en España, el PP ha ligado su suerte, irremediablemente, al país y su constitución. Va a compartir su destino, sea éste el que sea.
Es verdad que lo cabal es siempre que la oposición apoye las iniciativas antiterroristas del Gobierno. Es verdad, como repiten hasta la saciedad en medios gubernamentales, que así ha sido siempre. Pero en ningún caso el PP –ninguna oposición, en realidad- tiene por qué apoyar estrategias suicidas o incomprensibles (más lo segundo que lo primero). Y es dudoso, incluso, que el Gobierno Zapatero tenga política antiterrorista propiamente dicha. ZP tiene otra cosa, no sabemos qué, pero otra cosa.
Les van a echar la culpa, seguro. Que vayan contando con ello.
Hoy mismo, una columnista de El País (Soledad Gallego) viene a desmentirme. Por supuesto, las cosas no son directas. La columnista se plantea “la imposibilidad” de que el PP permanezca mucho tiempo fuera del proceso, “por lo que ello supondría”... A buen entendedor pocas palabras bastan.
Es más que probable, pues, que, como denuncian algunos, el objetivo del proceso sea doble: la “pacificación” de Euskadi y neutralizar, esta vez casi definitivamente, a la derecha democrática. Eliminar la alternancia.
Los medios de comunicación afines al PSOE trabajarán con denuedo para lograr que la sociedad española acepte cualquier clase de concesiones al nacionalismo vasco. “Autodeterminación” (esto es, independencia o, incluso mejor, fórmulas al estilo de “lo mío, mío y lo tuyo, de los dos”, de esas que tanto complacen a nuestros nacionalistas) y “territorialidad” (o sea, Navarra) entrarán en el debate, primero, de rondón, en forma de “reflexiones interesantes”, “hipótesis de trabajo” y “que pasaría si” –muy al estilo que caracteriza al PSE últimamente-. Una vez que la intelligentsia haya lanzado el “reto intelectual” o haya tenido “la valentía” de abrir todo esto a “la libertad de expresión”, será cuestión de que la opinión se vaya ahormando, de que el nuevo lenguaje vaya triunfando de que funcione, en fin, aquello del “ser de izquierdas es no ser de derechas”. No hace falta más que un ejercicio de desvergüenza y deshonestidad intelectuales no mayor que aquel a que nos tienen acostumbrados.
No nos engañemos, por supuesto que buena parte de los españoles no aceptarán jamás los términos en los que va a desenvolverse la negociación –porque no puede desenvolverse de otro modo-, pero otra parte significativa, sí. Los menos, por no perder la pose progre, los más, como producto del hastío, las ansias no ya de “paz” sino de que el problema vasco deje de atosigar, de agobiar, de molestar, en suma.
Pues bien, si la iniciativa tiene éxito –quiero decir, si consigue sus fines, que es que ETA lo deje, porque a la vista está que el “éxito” del disparate en que esto puede convertirse es más que relativo- será, en principio, a pesar del PP. Si fracasa, será, seguro, por su culpa. El PP pierde en cualquier escenario, si es que los terminales mediáticos hacen correctamente su trabajo, que lo harán, porque profesionales son un rato.
Con todo, lo que más me preocupa en este escenario no es la táctica socialista –que me temo que puede darse por descontada-, sino si el PP será capaz de aguantar la presión. La perspectiva no es muy halagüeña, es verdad, como bien avisa la columnista de El País (“atente a las consecuencias, muchacho”). El mensaje es muy intimidatorio. Pero es absolutamente necesario que la derecha democrática resista, aun a riesgo de perderse.
Lo único que se interpone en este momento entre nosotros y un abismo es una oposición política firme, que no debe achantarse ante la posibilidad de ser arrasada. Aunque sólo sea porque, si reflexiona un poco, entenderá que las perspectivas tampoco son mucho mejores en cualquier otro escenario. Al ser el único partido nacional y constitucionalista que queda en España, el PP ha ligado su suerte, irremediablemente, al país y su constitución. Va a compartir su destino, sea éste el que sea.
Es verdad que lo cabal es siempre que la oposición apoye las iniciativas antiterroristas del Gobierno. Es verdad, como repiten hasta la saciedad en medios gubernamentales, que así ha sido siempre. Pero en ningún caso el PP –ninguna oposición, en realidad- tiene por qué apoyar estrategias suicidas o incomprensibles (más lo segundo que lo primero). Y es dudoso, incluso, que el Gobierno Zapatero tenga política antiterrorista propiamente dicha. ZP tiene otra cosa, no sabemos qué, pero otra cosa.
Les van a echar la culpa, seguro. Que vayan contando con ello.
1 Comments:
Yo también lei el artículo de Álvarez de Toledo y me quedé con la misma sensación que tú. Claro que les van a echar la culpa. Estoy descubriendo en amigos pro PSOE un sectarismo inimaginable.
De eso se servirá el Gobierno. La venda ideológica ciega de manera sorprendente.
Guarda este artículo para cuando los hechos se consumen. Será el momento de decir "te lo dije". No servirá de mucho, claro, sólo de un tibio consuelo moral.
By Juan Estébanez, at 4:28 p. m.
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