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domingo, noviembre 19, 2006

SÉGOLÈNE

Ségolène Royal será la rival del candidato de la derecha en las próximas presidenciales francesas. Con toda probabilidad, se enfrentará a Nicolas Sarkozy. El PS, además de hacer una exhibición de buen gusto –ustedes perdonen el puntillo sexista, pero me parece que Mme Royal es una señora de lo más atractivo- rompe tabúes. En primer lugar, promoviendo a una mujer para ver si –Jack Lang dixit- es capaz de hacer lo que los hombres no han podido: vencer a la derecha y, en segundo lugar, arrumbando a viejas glorias del socialismo galo que, a su condición masculina añadían la de rancios prohombres del PS, con toda la carga del mitterandismo a sus espaldas.

Royal es también, ella misma, hija de la última época gloriosa del socialismo en Francia. Al fin y al cabo, nació y creció en la política al abrigo de la sombra del que se autodefinió como el último gran Presidente de la República. Pero, a diferencia de muchos de sus conmilitones, ella sí ha sido capaz de ¿evolucionar? Sí, sin duda, otra cosa es qué ha de entenderse por “evolución”.

Como en toda tierra de cristianos, “evolución” en el caso de la izquierda, también en Francia significa “vaciamiento”. El que aún es, probablemente, el socialismo más ideologizado de Europa, entra en su propio proceso de zapaterización, como único curso posible hacia la victoria.

Hoy por hoy, cada vez es más cierto, y me temo que Ségolène Royal supone la extensión al PS, que la izquierda es, esencialmente, una marca. No es, en rigor, un modo resumido de llamar a un posicionamiento político. Lo importante es, sea cual sea el contenido real del mensaje, poder seguir conectando con la esfera emocional del votante, poder seguir sugiriéndole que es de izquierdas, que sigue siendo bueno. Poco importa, ya digo, que las políticas terminen siendo indistinguibles de las de la derecha.

En realidad, poco importaría que partidos y votantes siguieran apegados a sus sentimentalismos, los unos negándose a reconocer que ya no son de izquierdas o que tal cosa ya carece de sentido y los otros negándose a aceptar que es así, si, en efecto, hubiera un vaciamiento real y total que, de una vez por todas, supusiera el fin de algunos errores contumaces. El socialismo es, creemos algunos, antes de nada, un error de planteamiento y de la naturaleza racional de los seres humanos, sería de esperar que, falsado ya en mil ocasiones, tomara ya el camino que le corresponde, junto a otros cachivaches inservibles de la historia de las ideas. Pero lo que habrá que revisar es el aserto ese de que el hombre es un animal racional (me refiero a lo de “racional”, que lo de “animal” es indudable).

El problema es que los candidatos de izquierda, aquí y allá, no se conforman con acogerse a los poderes taumatúrgicos de la marca. No se conforman con un decir y hacer lo mismo que otros, pero diciendo, simplemente, que son de izquierdas. Están siempre proponiendo “alternativas”. Es decir, pretenden disponer de un producto real, distinto y acabado. Obviamente, esto es mentira. No tienen, en realidad, absolutamente nada que ofrecer pero, en vez de hacer un ejercicio de honradez y reconocerlo, insisten en que lo suyo es verdaderamente diferente.

De un tiempo a esta parte, se dedican a adjetivar a la democracia. Nuestro ZP se presenta como adalid de la democracia “avanzada”, en tanto que Royal parece optar por la “deliberativa”. Casi todo antes que aceptar la democracia a secas y, sobre todo, antes de admitir el sistema de libertades en el que ésta se asienta. Todo con tal de no tratar, nunca, a la clientela como si fueran seres adultos.

Lo que suele esconderse bajo esa capa de adjetivos, bajo ese redescubrir continuamente el Mediterráneo, es el más grosero de los populismos. Es más que probable que, ahora que Sarkozy parece encaminarse por un cierto discurso de la responsabilidad, Royal se lance por los derroteros zapateriles, esperemos que con algo menos de indigencia intelectual. Royal, como Marianne de la nueva izquierda va a decirles a los franceses exactamente lo que quieren oír, es decir, que pueden tener a la vez la tarta y el dinero de la tarta.

La gente está deseando oír que los conflictos no existen, las dificultades no existen o, todo lo más, son producto de una falta de extensión de los derechos de ciudadanía, una carencia de transversalidad intersubjetiva, una democracia insuficientemente deliberante u otro retruécano por el estilo. Están deseando oír que, en suma, ellos no están haciendo nada mal, que nada en su forma de vida es causa de ninguno de los problemas que hay a su alrededor.

El ciudadano quiere oír –y ahí van a estar los Royal y los Zapatero para decírselo- que todas las guerras, cuando son injustas, se libran en interés de otros. Que ellos no son, en absoluto, beneficiarios de ninguna desdicha ajena. Quieren oír que el sistema se mantendrá, prevalecerá siempre, sin que ellos tengan que hacer nada por mantenerlo. Quieren oír, en suma, que ellos son los buenos, porque son de izquierdas. Los malos son siempre otros.

Y Ségolène se lo va a decir.

4 Comments:

  • Un final inspirado. Saludos.

    By Anonymous Anónimo, at 9:17 a. m.  

  • Cuando te giras hacia un cierto radicalismo ideológico caes en los mismos errores que criticas. No te limites hablar de socialismo, casi en el sentido decimonónico, habla de socialdemocracia, ese híbrido exactamente similar a ese otro híbrido del que pareces estar más cerca que es el neo-liberalismo del XXI. Las diferencias, y enn eso estoy contigo, residen en la carga de populismo ético qu trae la izquierda, los "buenos"

    By Anonymous Anónimo, at 8:09 p. m.  

  • Eso no es puntillo sexista. O lo es en la misma medida que cuando yo digo que Albert Rivera está como un tren.

    En lo demás estoy de acuerdo.

    By Anonymous Anónimo, at 9:47 p. m.  

  • Muy bien escrito. Sin embargo, creo que caes en una simplificación considerable hablando del PS como si estuvieras ante un partido socialista puro. Eso podría aplicar tal vez a la corriente representada por Fabius (ni un 20% de los votos!), pero hablar del PS, en el que conviven socialdemocratas y otras tantas corrientes no creo que sea hacer honor a la verdad. Como no lo sería decirlo del PSOE o del Laborista británico. Respecto a la progresiva falta de principios sólidos y estables nisiquiera creo que sea exclusivo de la izquierda. Más bien diría que es una tendencia general, de disolución de la base ideológica y progresiva implantación por un ideario a golpe de marketing a medida que se pretende abarcar el centro político. Lo ha hecho la izquierda en el Reino Unido y en Francia, pero ha sido la derecha en Alemania o Suecia. Respecto a la izquierda como marca, como representación de los buenos, te doy toda la razón. En Europa es así. En EEUU es al contratio. Motivos históricos y acumulación de complejos, supongo.

    By Anonymous Anónimo, at 9:53 p. m.  

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