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domingo, septiembre 17, 2006

LA POLÍTICA EXTERIOR Y EL LEGADO DE ZP

Cuentan quienes entienden de esto que la política exterior de los Estados Unidos, como la de tantos otros países, circula a través de dos canales, normalmente complementarios pero no siempre del todo bien avenidos: el Departamento de Estado y la propia Casa Blanca. Mientras uno se dedica al mantenimiento de relaciones con todo el Planeta, como corresponde a su función, la otra se desenvuelve en un círculo más selecto, tratando con un conjunto mucho más reducido de países y ocupándose de un elenco notablemente menor de problemas. Digo que el esquema es habitual y, desde luego, así era también en España hasta hace no mucho.

Pues bien, no hace ni tres años, España formaba parte del muy selecto grupo de países que, de manera estable, integra ese “núcleo de consulta necesaria”. Por supuesto, nuestro país venía siendo considerado, en el mundo occidental, como un aliado claramente decantado, miembro de pleno derecho de una serie de organizaciones que presuponen ciertos compromisos, pero el paso adicional sólo se dio durante la administración de Aznar. Altos funcionarios españoles departían de manera habitual con sus contrapartes estadounidenses, británicas, francesas o alemanas, por citar los otros –y por otra parte esperables- miembros más destacados del grupo.

No sé si merece la pena cansarse en señalar que tal estado de cosas, aun cuando pudiera suponer sacrificios y costes importantes, era extremadamente ventajoso para España. Creo no equivocarme si digo que nuestro país nunca estuvo tan cerca de alcanzar el tan soñado puesto en el G8 e incluso de poder plantearse sin que suene a quimera –no de manera inmediata, desde luego, pero sí en el medio plazo- una silla permanente en el Consejo de Seguridad. Es claro que lo que separa a España de estos sueños no son los méritos de fondo, puesto que somos ya una economía más grande que la de Canadá (cuyo sitio en el G8 nadie discute) y somos, desde hace tiempo, uno de los pocos países que sustenta financieramente a la ONU. Lo que nos viene impidiendo, hasta la fecha, acceder a esos selectos clubes es el juicio de quienes, aun, no están seguros de que seamos un país lo suficientemente serio.

Pues bien, tampoco creo que yerre demasiado si afirmo que todo eso se ha desmoronado como un castillo de naipes. España ha tirado por la borda veinticinco años de trabajo de sucesivos gobiernos en busca de un anclaje definitivo, primero, y de un peso específico, después, en el seno de las naciones occidentales. Dos años cortos de zapaterismo han sido, con toda probabilidad, más que suficientes para que la labor haya de recomenzar casi de cero. El prestigio internacional es algo que cuesta mucho levantar, pero muy poco destruir, y no existe una compensación simple entre aciertos y errores. No por mandar tropas a diestro y siniestro como sea y donde sea se puede eludir fácilmente el baldón de haberlas retirado de donde hacían falta y cuando hacían falta, por ejemplo, faltando a la palabra dada.

Las relaciones internacionales, sustentadas al fin y al cabo sobre compromisos y pactos que no tienen más base que la recíproca confianza, se avienen mal con el zapaterismo del “como sea” y el “mañana no importa”. ZP es devastador en el ámbito doméstico, pero se comporta como una verdadera plaga en el exterior.

Y lo más grave –y esto es algo que es perfectamente perceptible por nuestros aliados- es que no estamos ante ninguna muestra de torpeza, ningún error o malentendido. La política exterior de España se ha vuelto delirante porque así lo han querido quienes la diseñan. Uno no suele plantarse en la cumbre de los no alineados –ni siquiera como observador- por casualidad. Tampoco suele desoír las recomendaciones de la Unión Europea por un súbito ataque de sordera. Tampoco es habitual que nadie se ponga a partir un piñón con cuanto régimen de frenopático hay por el mundo. No se suele invitar a otros a la deserción y al incumplimiento de compromisos por un calentón de boca... Y tampoco es casual que uno reciba elogios del jefe de Hezbollah por su simpatía personal.

Miguel Ángel Moratinos y Bernardino León serán muchas cosas excepto legos en relaciones internacionales. Son dos diplomáticos experimentadísimos que se dan perfecta cuenta de los efectos sobre el prestigio de España de cada declaración, cada visita, cada fotografía y cada toma de postura. Imposible creer que los jerarcas de exteriores son tontos, ni mucho menos inexpertos.

Estamos, pues, ante un posicionamiento ideológico y, por tanto, intencionado. No se trata de un “regreso al corazón de Europa” ni de una reorientación admisible dentro del margen de maniobra que dan las coordenadas en las que España se ubica. Se trata de que, en efecto, algunos quisieran que el nuestro se convirtiera en un país no alineado, caduco eufemismo para designar a los países alineados, fundamentalmente, contra los Estados Unidos.

Ciertamente, es difícil que España se transforme en un no alineado de derecho, pero me temo que empieza a serlo de hecho. Por desgracia, la política exterior es uno de esos ámbitos cuyos efectos sobre la vida diaria del ciudadano son mediatos y no fácilmente perceptibles. Por eso mismo sigue siendo un campo apto para experimentos y donde la izquierda puede aún hacer, con la impunidad acostumbrada, una política “diferente” (la educación es el otro gran campo en el que se pueden seguir dando lujos ideológicos a costa de los más desvalidos, como tienen por costumbre).

Este será, sin duda, uno de los campos en los que el legado zapateril será más imborrable. Al tiempo.

6 Comments:

  • pues me cago en tu puta madre, más huella ha dejado el legado de "ansar" y su cumbre de las azores, te lo recuerdo: 191 muertos, 1500 heridos y una plaza de profesor en Georgetown

    By Anonymous Anónimo, at 6:51 p. m.  

  • Viendo como les escuece se sabe quién está en lo cierto.

    Enhorabuena Fer.

    By Anonymous Anónimo, at 8:16 p. m.  

  • Creo acertados tus comentarios. Somos poco serios. No podemos,en cada cambio de gobierno empezar de cero, se necesita continuidad especialmente en las relaciones internacionales. Las dobles personalidades no funcionan.
    También creo que tenemos los políticos que nos merecemos, ya sabes que aqui uno piensa y nueve embisten. JC

    By Anonymous Anónimo, at 8:47 p. m.  

  • Descalifican e insultan, pero no argumentan, por lo que debe de haberse acercado muchisimo Pedro J para que tengan reacciones como estas

    By Anonymous Anónimo, at 10:09 p. m.  

  • Sacar las tropas fue un gesto necesario, aunque propiciado por la emotividad, que no es seria y menos en política exterior.

    Tampoco parecía poco serio el que Aznar abandonara a la UE para irse a las cruzadas con su amigo George W. Bush -que tampoco es serio este personaje, las cosas como son. Si no abandonó la UE sí a los países motores, importantes, y se ve que el argumento de estar del lado de EEUU es su importancia, otro no hay ni se le espera.

    Más allá de esto creo que en política la moralidad está a veces -que no siempre- por encima de lo estratégico, y si es sólo a veces es porque no lo es siempre, no porque no siempre debiera ser así, ojalá lo fuera. Aznar produjo su ruptura en RRII, Zapatero la suya, la de Aznar era más beneficiosa, la de Zapatero más moral, la seriedad le faltó a ambos y la primera ruptura fue la de Aznar, hablar del G-8 entonces es cuestión de... bueno, dejémoslo simplemente en que es cosa de "hablar".

    By Blogger Fritz, at 5:01 p. m.  

  • España, a pesar de ser un país razonablemente representativo tanto en PIB como en población a escala europea, está a cierta distancia de los 4 grandes. Eso se puede ver claramente por el tono distinto que se utiliza para "amonestar" a unos (OPA Endesa, acciones de oro) o a otros (incumplimiento del criterio de déficit por Francia o Alemania).

    Aznar hizo una apuesta por el alineamiento con EEUU en su política exterior. El ser un aliado estratégico de los EEUU con cierta capacidad estratégica, da un valor añadido frente al resto. Y la presencia en suramérica y por extensión en EEUU de la cultura hispana es un acceso natural. Esa es una baza que Italia siempre ha sabido jugar y que considero acertada.

    No obstante, creo que Aznar se equivocó en su decisión de apoyar la invasión de Irak. Al menos de forma tan vistosa. La opinión pública estaba muy mayoritariamente en contra. Italia y Portugal, lo hicieron con mayor discreción e inteligencia.

    Zapatero al retirar las tropas simplemente cumplió su programa electoral y el deseo de la mayoría de la población española. Eso es estrictamente cierto. Pero lo hizo apresuradamente, pretendiendo dar una lección moral a los demás y lo acompañó de una serie de ofensas totalmente gratuitas a los EEUU.

    Al final, la imagen que se dio es de aliado poco fiable, de ceder al chantaje del terrorismo islámico (insisto en que para mí cumplió lo prometido en campaña, pero no sé si un griego o ruso tendrá la misma impresión) y de falta de continuidad en la política exterior. Y no sólo para EEUU, si no para el resto del mundo.

    By Anonymous Anónimo, at 8:45 p. m.  

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