FERBLOG

martes, septiembre 12, 2006

CONVERSACIONES CON FRITZ

Un comentarista que firma Fritz me deja un largo e interesante apunte en mi artículo de ayer. Fritz es una de estas minas de oro con las que, hasta la fecha, tengo la suerte de contar: es amable, inteligente... y discrepante. Se toma la molestia de leer antes de criticar, lo cual es muy de agradecer.

El caso es que Fritz está en profundo desacuerdo con mi visión de las cosas. No pretendo, desde luego, que asuma mi punto de vista, y doy por hecho que tampoco uno se expresa siempre con toda la corrección que debiera y, por supuesto, que mete, y mucho, la pata. No obstante, sí quisiera matizar algunas cosas, apoyándome en su comentario.

Firtz discrepa de mi tesis sobre el interés de la izquierda en romper el consenso del 78, con la consiguiente alianza natural con quienes coinciden en ese objetivo –los nacionalistas-. Ese interés radica, a mi juicio, en que el consenso del 78 ha dejado de serle útil. Fritz objeta que mi argumentación exige dos peticiones de principio inaceptables, a saber: que los votantes de izquierda sean poco menos que unos tontos de baba que dejan hacer y que la derecha española (liberales incluidos) sea una tropa de inanes incapaces por completo de oponerse. Pues ni una cosa ni otra, al menos en esos términos.

De entrada, creo que mi teoría, sin ser nada más que eso, una teoría, se acomoda bastante bien a los hechos y da cuenta de lo que efectivamente viene sucediendo. Al menos, me parece más plausible que pensar que, un buen día, Zapatero se levantó de la cama con ganas de poner la casa patas arriba. Tampoco creo que el socialismo español sea una especie de nave a la deriva, que navega según venga el viento. Existe una tendencia de fondo reconocible y, sobre todo, existen unos hitos identificables que permiten sostener, creo, la idea de que el socialismo ve en los cambios constitucionales un medio –quizá incluso un desagradable peaje- para lograr el objetivo que no es otro que un poder hegemónico. A eso sirven también otros procesos paralelos como el de la “recuperación de la memoria histórica”, por otro nombre avivar los rescoldos de la hoguera de la que nace la superlegitimidad que se trata de mantener.

¿Son tontos los votantes de izquierda? Desde luego, ni más ni menos que los de derecha. Lo que sí son, me temo, es extremadamente sectarios. Hay sectarios en la derecha también, claro. Gente que se dejaría cortar la mano antes de introducir el voto en la urna incorrecta, pereat mundi. ¿Por qué hemos de suponer que ese tipo de votante es más abundante en la izquierda? En primer lugar, porque la robustez del suelo electoral así lo indica –ni en los peores tiempos ha llegado la izquierda (socialista) española a sufrir debacles electorales semejantes a las que han padecido sus homólogas europeas en circunstancias parecidas (en rigor, en circunstancias mejores porque, hasta donde yo conozco, sólo el socialismo español ha llegado a tener ministros en la cárcel – lo cual puede ser un indicativo, simplemente, de que la justicia en España es mejor)-pero, sobre todo, porque el votante de izquierda tiene la impresión de estar en el lado correcto desde el punto de vista moral. Porque todo, absolutamente todo a su alrededor, le refuerza en sus convicciones. Siempre fue más fácil estar dentro de la comunión que ser hereje y, por lo mismo, el paso de la apostasía es difícil de dar. La gente de izquierdas está convencida de que es moralmente buena, porque ellos son solidarios, ellos están en contra de la guerra, ellos creen en la cultura, ellos son modernos, ellos son progresistas... La derecha no proporciona esos bálsamos y, por lo mismo, tiene más complicado fidelizar clientela (lo que no quiere decir, obviamente, que no lo consiga).

Pero, recordemos, la otra premisa es que la derecha se chupa el dedo. ¿Es esto cierto? Pues me temo que sí, por fuerte que suene. La derecha española es de una incompetencia proverbial, y negarlo es el mejor camino para que esa situación se prolongue indefinidamente. A menudo, los problemas de la derecha se enfocan como un problema de venta, un problema de marca. Es innegable que esos problemas existen, pero soy de los que piensan que las dificultades de la derecha son aún más fundamentales: son de producto.

La derecha española es un precipitado, el resultado de una inercia. Jamás se ha planteado en serio la construcción de un discurso ideológico (sí, he dicho “ideológico”) fuerte. No hay un trabajo teórico, un armazón del que colgar una estrategia de comunicación coherente, a menos que se crea que naderías como la del “centro” pueden servir para algo. De hecho, una de las pocas cosas buenas que tiene la deriva insensata del socialismo –que, insisto, sí sabe adónde va, no se encuentra perdido ni nada por el estilo- es que ofrece pistas para construir ese discurso. Pero se trata de una tarea algo más compleja que apelar al “sentido común”, así que tengo muchas dudas de que la única derecha española existente (por sobrenombre PP) sea capaz de hilvanar algo medianamente robusto.

Por último, hay una tesis sostenida por Fritz con la que no puedo estar de acuerdo: la supuesta decadencia del nacionalismo. Si le he entendido bien, el nacionalismo es algo en regresión, fuera del mundo y superado por los tiempos. Se concluye, en última instancia, que poco hay que temer de él. Conforme en que el nacionalismo es algo completamente anacrónico y, en efecto, antihistórico. Pero su postración intelectual no le impide ser una poderosa fuerza movilizadora y, a la vista de casi todos los ejemplos, extremadamente dañina. No sé si el nacionalismo irá a parar al desván de los cachivaches inservibles de la historia, y ojalá sea así, pero sí sé que, en sus variadas formas, puede aún infligir infinitos sufrimientos a mucha gente.

En el caso particular de España, mucho me temo que si nos sentamos a esperar a que la historia haga su trabajo, puede ya no haber nada que salvar. Creo que la pujanza del nacionalismo en España es muy evidente por sí misma y, sobre todo, es completamente incontestada. El factor diferencial entre nuestro país y el resto del mundo es que, aquí, el nacionalismo no solo no encuentra obstáculos a su desenvolvimiento sino que, más bien, encuentra cooperación en distintos grados: activa o pasiva.

Termino esta página dedicada a Fritz glosando una frase que, a su vez, reseñaba un artículo mío: “Hace algún tiempo decía yo en este mismo lugar que la unidad de España no estaba en peligro, algunos más decían entonces lo mismo y quien suscribe el blog nos sorprendía poco después (si no al día siguiente) con una nota en que llegaba a clamar que la unidad de España en sí misma no le importaba nada, sino que eran el desenvolvimiento de la libertad lo que se habría de preservar. No entendí muy bien a qué venía aquello pero ya sabía que decir tales cosas era muy de liberales”. Tampoco yo recuerdo ahora a qué venía, pero sí que puedo suscribirlo. Con independencia de cuestiones sentimentales –soy español, me siento español y me daría mucha pena que mi país dejara de existir como tal- no creo que los estados, como construcciones humanas, sean inmutables ni tengan por qué serlo. Los españoles nos hemos desenvuelto en la historia con distintos ropajes jurídico-institucionales y nada ha sucedido. Los estados y su unidad no son bienes en sí mismos. Creo en la unidad nacional por lo mismo que creo en la democracia representativa, porque creo que son buenas para la preservación de derechos y libertades individuales. Y, sí, decir “estas cosas” es muy de liberales. De hecho “ser liberal” consiste, en el fondo, en no decir mucho más.

Un cordial saludo y gracias, Fritz.

5 Comments:

  • Insistir machaconamente en que derecha e izquierda merecen la misma gloria y el mismo descrédito es una manera como cualquier otra de apoyar la ejecutoria de la opción que ocupa el poder. Así replicaron a otro comentario mío en D21:

    "Muy interesante el post de POD, salvo en la dicotomía final, que falla. Individualismo y agrupación frente a un socialismo que se erige, primero, como la única opción con una moral "válida". Y frente a un socialismo que jamás ha hecho autocrítica ni ha pedido perdón por sus crímenes, los cuales, en su mayoría, han quedado impunes, lo que no le impide criminalizar a la derecha. Habrá integración y comunidad cuando una parte de la sociedad deje de empeñarse en totalizar el espacio de las ideas, de la moral y del progreso. Hasta entonces, el frentepopulismo encontrará resistencia, no lo duden.

    ¿Somos reaccionarios los conservadores?"

    Un tipo serio, agudo y difícil de camelar, este Joan Valls. Saludos a la parroquia.

    By Anonymous Anónimo, at 10:28 p. m.  

  • Es opinable, quizá, el diagnóstico del caso que nos ocupa, pero me gustaría saber si todos reconocen la existencia de la siguiente patología:

    "De muy poco sirven normas fundamentales irreprochablemente democráticas si alguna de las fuerzas política en su seno, adueñándose de cada vez más resortes sociales y políticos, se convierte en hegemónica (sumando la hegemonía social a la política).

    Si una mayoría parlamentaria aumenta su poder económico a través de una socialización no por discreta menos real y gradualmente consolidativa, si interfiere en los mecanismos directivos de la justicia, si no se recata en admitir que utiliza la educación y la cultura para impregnar a la sociedad de sus propios valores neutralizando los adversos, si domina una abultada mayoría de los impactos que se transmiten a través de los medios de comunicación social, si sólo ella cuenta con fuerza sindical y penetra en el tejido asociativo del país, todo ello, unido al poder político, va configurando lo que se conoce como partido hegemónico. Se alteran las bases de la reversibilidad del poder y se convierte en ficticio al régimen democrático.

    Cuando existe formalmente la libertad de expresión para todos, pero el gobierno y su maquinaria política dominan en su favor la gran mayoría de los medios de comunicación en los cuales debe ejercerse la libertad de expresión, no es de verdad democrático. La igualdad de oportunidades desaparece y la alternancia se hace inviable.

    Si en España o en algún fragmento de ella se consolida, con malas artes alianzadoras, un partido hegemónico, no sólo se estaría atacando el espíritu de consenso constitucional, en cuya virtud la UCD renunció a ocupar parcelas de poder para evitar su hegemonía y conseguir una situación de equilibrio, sino que llegaríamos a vivir un régimen constitucional formalmente democrático, con una estructura real de corte totalitario. No pidan el frasco de las sales, que no iba a ser el único caso en el mundo. Y una vez más habría fracasado la democracia en España, excepto en un sentido.

    La ficción democrática es un medio como cualquier otro de mantener el control social.

    Los pueblos repelen, si pueden, los controles descarados pero tienden a conformarse con los solapados."

    By Anonymous Anónimo, at 10:35 p. m.  

  • La pregunta, hipotética o no, sería si es lícito en "democracia" llegar a un punto en el cual el control social ya no deriva de los votos, sino que es el voto el que proviene del control social.

    O si basta la réplica cortante: "que todos lo hacen", sea o no cierto. ¿Y qué si todos lo hacen?

    By Anonymous Anónimo, at 10:51 p. m.  

  • Creo que lo importante sería hablar de cómo se consiguió el consenso del 78. Hay que recordar lo que pedía la Platajunta y lo que piden ahora PSOE y nacionalistas: casi exactamente lo mismo. En aquella ocasión hubo un referéndum que la izquierda perdió estrepitosamente, porque pidieron la abstención, que no llegó al 30%. Se vieron forzados a aceptar el consenso porque sus posiciones eran impopulares, y la UCD se pasó de generosidad. Ahora que tienen el poder regresan a la Platajunta, pero sin referéndum previo. Si eso es democracia yo soy Rambo.
    Creo que Fritz se equivoca de cabo a rabo porque, o no conoce los hechos, o prefiere omitirlos.

    By Blogger Libertymad, at 2:19 a. m.  

  • [Casi mejor lo digo también aquí arriba: MIL perdones por el ladrillo]

    Qué decir...

    Bueno, antes de nada, gracias por el honor, que espero no se repita... cuando menos en estos términos, que no hacen sino sonrojarme. Mis formas son peores que las suyas en general y por ello pido disculpas, quizá sea porque no escribo en la primera página, porque en definitiva rebato -con éxito o sin él- más que expongo, pero lo cortés no quita lo valiente así que lo dicho.

    Empiezo. Lo que no comparto en ningún caso son tesis como que “unos son mejores que otros” casi de manera natural, es poco menos que intrínseco a su ser. Como se verá, yo tampoco quería decir eso, al menos no en esos términos;

    Ejemplo:

    "Los socialistas pretenden la hegemonía".

    Se da a entender por contraste que la derecha no la pretende. El asunto es la irracionalidad que se sigue de esto, algo así como que "pretenden la hegemonía por la hegemonía", sin más. No es que piensen que así España –o sus restos, la Humanidad- avanzará mejor con sus políticas, siendo ellos hegemónicos, no, es que simplemente quieren "mandar por mandar"[*]. Y como se conviene aún sólo por experiencia histórica que la no alternancia en democracia (representativa, liberal) es cosa negativa, y todos -socialistas incluidos- lo saben, los socialistas serían "peores", seres inmorales o, aplicando las matizaciones de ayer por decirlo de alguna manera, "menos morales" o "con moral más reprobable" que la derecha (... o cuando menos de media). Y acepto que esto se diga sobre todo fijándose en los políticos profesionales, pero así todo no me convence.

    [*] Se arguye que el votante de izquierda siente una cierta superioridad moral. No niego que en muchos casos esto sea así pero, sinceramente, creo que hace tiempo ya que a la derecha también se le ocurren ideas tan peregrinas, y en realidad eso de decir que la derecha española es poco menos que tonta no es sino una consecuencia, quizá no directa pero sí lateral de ello (una prueba que se puede apreciar y que deviene a la consecuencia; la derecha no vence porque no usa los medios totalmente reprobables que usa la izquierda).
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    Quizá todo lo anterior pudiera explicarse en otra tesis que no comparto para nada y que la he oído a gente de todo el espectro ideológico, y de la que encuentro aquí elementos concomitantes cuando menos. Aquello de que España es una rareza, un caso peculiar, una cosa rara, y que, además lo es en base -o porque algunas de las bases fundamentales sobre que se asienta- son irracionales, en sentido estricto, es decir, es que no se pueden comprender... y de nuevo por contraste se ve que en los demás países sí se puede. España no es ni más ni menos que nadie, pero esto sólo puede ser así porque es igual que los demás, con sus peculiaridades, sin duda, pero es que características determinadas, propias, tienen todos y no por no compartirlas -por serles, de hecho, propias- se los tiene como rarezas. Pues así veo yo a España, a la izquierda y a la derecha españolas (y permítaseme decir que tal premisa, España is diferent la veo invención de la derecha, y no sólo por Fraga). Quizá la derecha tenga un "atraso" respecto de Europa, es posible, quizá la izquierda sea más "radical" que la europea, también lo es, pero eso es el precipitado -bonitoa expresión – ineludible, “ineludible” de nuestra historia, como la realidad actual de los demás países lo es de la suya propia; al fin y al cabo, hay cosas que la izquierda de otros países e incluso la derecha -europeos digo- no concibe que falten en nuestro país en cuanto a derechos sociales por ejemplo, ergo no es la izquierda tan “radical”, y suerte tenemos de no tener un Le Pen, un Haider, un Pin Fortuin, etc, así que quizá la derecha no esté tan “atrasada” o quizá sea mejor decir que no sea tan “reaccionaria”.
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    En resumen, lo que no comparto son tesis trascendentales que convierten a las cosas -España, izquierda, derecha- en rarezas, a unos por ser malos y a otros por ser tontos, y a todos por ser unos eso y otros aquello. Que se hacen cosas irracionales o que no caben en cabeza alguna, o en su defecto, reitero, que “son malos” o “más sectarios” porque eso sería a todas luces una rareza y una cosa inconcebible, demasiado tipical hispanis. La verdad es que cada vez observo menos variables cualitativas en el mundo que nos rodea, aunque claro, son tiempos confusos (aún así huyo del relativismo, todo es opinión, sí, pero no hay por ello que convertir esa premisa en verdad absoluta, sería una contradicción demasiado vulgar).


    Aparte de esta explicación de lo más sustancial de mis ideas al respecto de lo que se trata aquí creo que la derecha española no tiene proyecto principalmente porque se haya en la tesitura entre el conservadurismo sempiterno –que no excluye a priori el progreso “objetivo”, ni lo excluye quizá (“quizá” porque yo no soy de derechas y lo que no se cree no se puede afirmar, las cosas como son) menos que las políticas de izquierda- y el neoliberalismo, que parece la panacea de la derecha mundial. El conservadurismo era su proyecto –ergo orientado al futuro- ideológico de siempre, y tenía cosas buenas (que ya las señala -como otras cosas que he anotado yo aquí- Julián Marías en su España inteligible, aunque sobre todo “lo de las rarezas” lo digamos a veces por cosas distintas), el neoliberalismo ha de tenerlas, pero creo que no si se adopta el de EEUU, que Aznar, FAES, Jiménez Lozanitos, en menor medida Pedro J. (ese sí es una rareza) y otros grandes personajes públicos de la derecha parecen querer ya no adoptar sino trasplantar, sin cambios ni matizaciones, las puede tener pero no tratado de esa manera, no en España ni en Europa. En todo caso tampoco sé bien qué proyecto tiene la izquierda… ampliar derechos sociales, sí, eso está muy bien, “para eso es la izquierda”, pero así en genérico no quiere decir nada, después de una decena de leyes cuyo espíritu se puede o no compartir, ¿qué queda? (No continúo por esta línea que sería tema de tesis doctoral).

    Sobre el nacionalismo creo que en realidad coincidimos a grandes rasgos, o al menos yo coincido con usted. Yo también creo que puede causar grandes males, grandísimos, pero como dije aquella otra vez, no veo que lleguemos al colapso y antes o después, eso ya lo iremos viendo, entrará en recesión (se sobreentiende que no es que no lleguemos al colapso sino que los males no serán tantos y siempre reversibles). En un mundo que se une florece en apariencia (y la –en- práctica es más que una simple apariencia, es la vida misma) el nacionalismo, pero siempre hay tendencias opuestas a los grandes procesos, centrípetas y centrífugas, es inevitable, y creo que la fuerte es la que nos une y que, al menos en sentido figurado, centraliza, y no es esa la de los nacionalismos, mucho menos la de estos regionales que son casi, casi declaradamente historicistas (“casi” porque lógicamente no se atreven a decirlo, ellos también leerán sus libros y no querrán hacer el ridículo; no obstante lo hacen no pocas veces “RH´s”, “la única constitución de los vascos son los derechos históricos”, “con este Estatuto se unen la soberanía española y la catalana”… con esta última casi me da algo). El mayor problema es que –como también le leí a usted, y creo que recientemente- este sistema alimenta los nacionalismos. Seamos serios, a la mayoría de la gente no le importa la política más que cuando hay elecciones -porque la ve por todas partes, no porque le importe de veras- y/pero si percibe que cuando hay en el poder un nacionalista llega más dinero a las instituciones que administran su territorio los votará, este es un fallo estructural que no sé cómo pararlo, y una reforma a fondo de la Constitución no creo que sea la solución, no ahora, ni mucho menos. No hay que sentarse a esperar, eso desde luego, aunque sólo fuera por dignidad intelectual, menos si nos jugamos mucho más como es el caso.

    Termino en paralelo. Ya sé que un liberal lo fundamenta todo en torno a la libertad y precisamente por eso lo decía, porque siendo la libertad algo sobre lo que tanto se ha pensado y sobre lo que tanto se puede pensar, es algo tan amplio y tan importante, siempre se puede argumentar en su torno, utilizarlo como punto de partida. Yo que soy “de izquierdas” (aunque no sé muy qué significa eso ahora, lo digo MUY sinceramente) podría también introducir en todas mis argumentaciones la falta de igualitarismo que imponen las políticas económicas liberales como recorte de la libertad, y ya no “del obrero” sino desde el punto de vista del individuo (cosa muy de liberales también ;) ) pero es sólo que en ocasiones me parece una salida por la tangente y aquella vez me lo pareció, incluso aunque no falte razón en las palabras… es que yo no veo, como usted bien dice (o bien dice ahora) que la unidad de España sea garantía de libertad así como en abstracto y fíjese lo que un igualitarista como yo podría argumentar sobre la libertad de separarse Cataluña de España, siguiendo en España Extremadura y Andalucía. Y sobre todo es que hay veces (eso no me pasa con usted) que creo percibir un sectarismo entre los liberales como el que hay entre los "marxistas", que lo reducen todo a una sola cosa, que no por ser aplicable a todo, tiene que ser la explicación última y primera de toda la realidad.

    Mil perdones por el ladrillazo, pero como iba dedicado no me quedaba otra opción dada mi verborrea incontenible, gracias y un saludo

    By Blogger Fritz, at 4:00 a. m.  

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