FERBLOG

domingo, agosto 20, 2006

UNA BUENA NOTICIA: SIGUE HABIENDO ESPACIOS LIBRES DE CONEXIÓN

He leído en un par de artículos de prensa que Boeing se está replanteando –es una forma fina de decir que lo va a quitar, creo- su servicio de conexión a Internet de banda ancha a bordo de los aviones. Por lo visto, no le salen las cuentas a la compañía americana. No sé si es que sale carísimo proveer el servicio o, simplemente, que los clientes no hacen un uso de él suficientemente intensivo. Me hago a la ilusión de que sea más bien lo segundo.

Tengo entendido que ya hay por ahí quien está empeñado en resolver el problema del siglo, que no es otro que el de lograr que los móviles funcionen en las cabinas de las aeronaves. Como saben los usuarios habituales, debido a las interferencias con los aparatos de vuelo, los teléfonos móviles han de desconectarse por completo desde que se cierran las puertas hasta que se abren en el aeropuerto de destino. Bueno, en realidad, los móviladictos han conseguido ya que, en rigor sea desde un momento después de cerrar hasta un momento antes de abrir. Sinceramente, algo que me pone bastante nervioso y que empieza a ser frecuente es que el pasajero a mi lado –y que, gracias al ahorro de espacio, está ya casi encima de mí- siga hablando, incluso después de que el avión empiece a moverse, hasta que la mirada de reprobación de la azafata lo hace imposible. Supongo que temo aparecer en Bangkok o así, yendo a Barcelona.

Normalmente deseo a los científicos y demás gente que hace progresar el mundo mientras los demás nos dedicamos a disfrutarlo todo tipo de éxitos. En esto de los móviles no, para qué voy a engañar. Deseo que, tras muchos estudios, concluyan que es imposible o, como mínimo, del todo antieconómico. La última isla libre de cobertura son los aviones. Una vez alcanzado ese espacio, el ejército de la conexión permanente habrá cumplido sus últimos objetivos militares. La guerra habrá terminado.

Si un vuelo transoceánico en clase turista ya parece, de por sí, algo inventado por un sádico peligroso –los que crean que es broma eso de que están planteándose llevar a la gente de pie harían bien en tomarse muy en serio la crueldad de las compañías aéreas-, con sus inevitables preludio y coda en forma de torturas aeroportuarias, imagínenselo aderezado con la consabida sinfonía de tonos, politonos, sonotonos y monotonos. Sobre todo ahora que, tal como se está poniendo la cosa, cualquiera le explica al de seguridad que la navaja es para defendernos en un entorno tan hostil.

Siempre me he preguntado qué tiene de bueno eso de la conexión permanente y ubicua. Aunque solo sea porque, de vez en cuando, se supone que desarrollamos actividades que deberían excluir a las demás, incluido el hablar por teléfono (búsquese cada cual su elenco de actividades en las que no le gustaría ser interrumpido por un politono-sonitono con la musiquilla de Torrente III, por ejemplo). Bien es cierto que la cosa no sería para tanto si los humanos, usuarios de la tecnología, fuesen educados, en general. Al fin y al cabo, poder hablar por teléfono siempre que uno quiera es una buena cosa, digo yo. Pero todos sabemos que no es así. El género humano, sobre todo su subespecie urbanita –no necesariamente adolescente- si puede hablar por teléfono hablará por teléfono, importándole un carajo lo hostil de un hábitat cerrado como puede ser la cabina de un avión. Y lo hará exactamente por la misma razón que reclinará el respaldo de su asiento siempre que pueda hacerlo, aun a sabiendas de que, merced a la política de ahorro de costes, ese respaldo dista exactamente veinte centímetros de las narices del pasajero que tiene la desdicha de sentarse en la fila siguiente. Lo hará porque puede y le sale de los...

El aeropuerto londinense de Heathrow cuenta con un servicio de tren rápido que lo une con el centro de Londres –bueno, los alrededores del centro- en quince minutos. Un viaje verdaderamente corto, sí. Bueno, pues la compañía ha tenido la amabilidad de poner, en cada convoy, un vagón denominado “silencioso”, en el que no hay televisión y se ruega a los clientes que se abstengan de usar el móvil. Dicho de otro modo, para 15 minutos los trenes ¡llevan “entretenimiento a bordo”! y se da por hecho que algunos usuarios pueden necesitar protección frente a la agresividad de los telefonoadictos, hasta el punto de crearles un pequeño cubil donde refugiarse. Al menos allí, la compañía que opera el servicio ha considerado oportuno ofrecerles amparo.

El avión es un invento del demonio que sólo tiene algunas ventajas: es rápido, muy seguro, para ver la tele hay que usar auriculares y no se puede usar el móvil. Espero que Boeing dedique sus fondos a mejores causas, ¿qué tal quitar dos o tres filas de asientos?