NO VALE ESCONDERSE
El gobierno socialista, en materia diplomática, empieza a parecerse a Arafat. No pierde una oportunidad de perder una oportunidad. Tienen la manía, además, de escoger para subrayar su insignificancia, su inanidad, el contraste con los más poderosos, con los más fuertes. Habrá mucho cretino que quiera ver en desplantes absurdos e infantiles como el de hoy –o el rojo chillón de la vicetodo allí donde sólo visten de rojo los cardenales (insisto, y esta es discreta, Leire Pajín se hubiera presentado con minifalda, seguramente)- actos de “firmeza”, de “convicciones” (al estilo del concejal pamplonés del otro día). Es, en realidad, hacer el ridículo más espantoso. Nada mejor que emplear como altavoz la visita del líder espiritual más importante del mundo –y, claro está, el representante de la organización más antigua de todas las que existen sobre la Tierra y, aunque solo sea por eso, persona muy eminente en el mundo diplomático- para subrayar ante millones de personas que se es un ignorante, un cretino, un descortés, un ser nulo y sobrepasado completamente por los acontecimientos.
Es probable, es seguro, que la diplomacia vaticana, no por caridad cristiana, sino por experiencia en lances entre Estados, ya sepa de sobra que no se halla frente a nada importante. Son sólo unos pobres diablos a los que la historia regaló una ocasión que no se esperaban de jugar a progres. De hacer el tonto, en suma.
¿Merece la pena cansarse en recordar que una misa oficiada por el Papa es algo más que un acto religioso y que no es preciso tener ningún tipo de convicción en particular para participar de él? No. No merece la pena porque, probablemente, ya lo sepan y, sobre todo, porque no habrían dudado ni cinco minutos en ir, dándose patadas en el culo, a una misa ortodoxa oficiada por el Patriarca de Constantinopla, a un oficio hebreo dirigido por el Gran Rabino de Jerusalén, o a una ceremonia islámica a cargo de un alto representante de la clerecía musulmana, ¡y no digamos ya cuántos se perderían una “oración por la paz” en presencia del Dalai Lama! No es un problema de convicciones o de no convicciones. Es otro estúpido acto de “fuerza” frente a quien, por razones obvias, no va a responder, o no va a responder de manera evidente.
Una muestra de “fuerza” es, por ejemplo, visitar el Sahara, o intentar parar los pies a los dictadores y tiranuelos con los que estamos a partir un piñón. Tipos que, por cierto, sí suelen tener capacidad de hacernos daño, sea porque compartimos frontera, sea porque tenemos intereses en los países que castigan con su presencia. Pero no, ahí no.
Estamos, de nuevo, ante uno de los múltiples gestos destinados a alimentar la dichosa “imagen” que es el pilar sobre el que se asienta el zapaterismo. En esta ocasión, el bien sacrificado es la imagen exterior de España. Pero eso no importa, también como de costumbre. Dentro de poco dará igual, porque no va a quedar mucha imagen que dilapidar.
Mucha gente –yo mismo, algunas líneas más arriba- se desahoga diciendo que, en realidad, es que José Luis y su banda no son dignos de la magistratura que ostentan. Que son una mera casualidad, hijos de una coyuntura histórica desdichada. Que, en suma, lo que ve el Papa no es un gobierno de España representativo.
Pero no es cierto, mal que nos pese. En primer lugar, el gobierno de España es plena, absoluta y legítimamente representativo. Y, sí, sus actos son imputables a la Nación, al menos hasta que su mandato sea revocado. Lo siento, pero sí, somos el país cuya vicepresidenta se presenta en el Vaticano vestida de rojo chillón de pies a cabeza. No vale esconderse.
Y es que me temo que José Luis y sus muchachos, además de ser representativos en sentido jurídico-político (y ahí están las elecciones para demostrarlo) son muy representativos en sentido sociológico. Son un gobierno inane, superficial y dado a los golpes de efecto para un país inane, superficial y dado a los golpes de efecto.
Este es el país de los concejales a los que sus convicciones les impiden gritar “viva San Fermín”, pero que quieren seguir ejerciendo su derecho a lanzar el chupinazo. Pues eso. Que esta es España, y este es su Gobierno.
Es probable, es seguro, que la diplomacia vaticana, no por caridad cristiana, sino por experiencia en lances entre Estados, ya sepa de sobra que no se halla frente a nada importante. Son sólo unos pobres diablos a los que la historia regaló una ocasión que no se esperaban de jugar a progres. De hacer el tonto, en suma.
¿Merece la pena cansarse en recordar que una misa oficiada por el Papa es algo más que un acto religioso y que no es preciso tener ningún tipo de convicción en particular para participar de él? No. No merece la pena porque, probablemente, ya lo sepan y, sobre todo, porque no habrían dudado ni cinco minutos en ir, dándose patadas en el culo, a una misa ortodoxa oficiada por el Patriarca de Constantinopla, a un oficio hebreo dirigido por el Gran Rabino de Jerusalén, o a una ceremonia islámica a cargo de un alto representante de la clerecía musulmana, ¡y no digamos ya cuántos se perderían una “oración por la paz” en presencia del Dalai Lama! No es un problema de convicciones o de no convicciones. Es otro estúpido acto de “fuerza” frente a quien, por razones obvias, no va a responder, o no va a responder de manera evidente.
Una muestra de “fuerza” es, por ejemplo, visitar el Sahara, o intentar parar los pies a los dictadores y tiranuelos con los que estamos a partir un piñón. Tipos que, por cierto, sí suelen tener capacidad de hacernos daño, sea porque compartimos frontera, sea porque tenemos intereses en los países que castigan con su presencia. Pero no, ahí no.
Estamos, de nuevo, ante uno de los múltiples gestos destinados a alimentar la dichosa “imagen” que es el pilar sobre el que se asienta el zapaterismo. En esta ocasión, el bien sacrificado es la imagen exterior de España. Pero eso no importa, también como de costumbre. Dentro de poco dará igual, porque no va a quedar mucha imagen que dilapidar.
Mucha gente –yo mismo, algunas líneas más arriba- se desahoga diciendo que, en realidad, es que José Luis y su banda no son dignos de la magistratura que ostentan. Que son una mera casualidad, hijos de una coyuntura histórica desdichada. Que, en suma, lo que ve el Papa no es un gobierno de España representativo.
Pero no es cierto, mal que nos pese. En primer lugar, el gobierno de España es plena, absoluta y legítimamente representativo. Y, sí, sus actos son imputables a la Nación, al menos hasta que su mandato sea revocado. Lo siento, pero sí, somos el país cuya vicepresidenta se presenta en el Vaticano vestida de rojo chillón de pies a cabeza. No vale esconderse.
Y es que me temo que José Luis y sus muchachos, además de ser representativos en sentido jurídico-político (y ahí están las elecciones para demostrarlo) son muy representativos en sentido sociológico. Son un gobierno inane, superficial y dado a los golpes de efecto para un país inane, superficial y dado a los golpes de efecto.
Este es el país de los concejales a los que sus convicciones les impiden gritar “viva San Fermín”, pero que quieren seguir ejerciendo su derecho a lanzar el chupinazo. Pues eso. Que esta es España, y este es su Gobierno.
4 Comments:
¿Y el "collar de parlas con una cruz"...? Son provocaciones deliberadas.
By Anónimo, at 3:12 p. m.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
By Fritz, at 1:39 a. m.
Yo ni entro ni salgo en el tema y creo que sí debía haber ido a la misa, es un error y un cambio no insignificante, pero nada más. Y este Gobierno es sí, legítimo -aparte de representativo, eso son las cosas "técnicas" del sistema-, y esta es, sí, España, de eso no hay duda.
También el Papa como tal personaje de talla podría estirar la visita, aunque fuera gratis para las arcas vaticanas. Quizá no sea ese un gesto ligero y este tampoco lo sea, las relaciones de los Gobiernos con el Obispo de Roma están bastante mediatizadas por los otros obispos, los del lugar, y en España más, y en "esta España" más todavía. No es la suya una institución a la que guarde un celo especial -críticas a la Iglesia aparte-, el anterior como "diplomático" tuvo logros reconocibles y eso sin ninguna división que diría el otro.
Pero como alta institución, por lo mismo que tenían que haber ido, porque es un representante, legítimo además, "voluntario", es una persona de mucho peso en la escena internacional y con unos canales establecidos para la comunicación con otros Representantes, con todo lo que ésto conlleva -aparte que por sí tiene la suya nadie lo discute. Tampoco a él le agradarán ciertas leyes y lo hará saber en tanto "Estado vaticano" -política vaticana-, pero tampoco gusta que no gusten a los demás las críticas a las leyes de otras instancias. Legítimas y representativas, y como ciudadanos del Estado español, como españoles, más representativas por quello de las cosas "técnicas" del sistema.
Saludos
By Fritz, at 1:42 a. m.
moderación, una vez más. No te pongas a su nivel. Son impresentables y punto
By Anónimo, at 10:14 p. m.
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