FERBLOG

jueves, julio 06, 2006

CONCEJALES Y TRADICIONES

Dice la prensa que el concejal encargado del chupinazo de este año ha cambiado el tradicional “viva San Fermín” por ser agnóstico. Yo creo que es más bien por ser idiota. Me perdonarán ustedes el exabrupto, pero no se me ocurre otro calificativo más ajustado.

Al parecer, al andoba no le parece mal gritar “vivan las fiestas de San Fermín” o cosa por el estilo. Esto es, como es agnóstico, lo que le fastidia es -parece- el motivo por el que se festeja, no el que se festeje en sí. De verdad, tanta profundidad filosófica es que abruma. O sea, que gritando “viva la virgen de los Remedios” se plantea un auténtico conflicto de convicciones, pero se soluciona diciendo algo así como “viva la procesión de la virgen de los Remedios” (entonces, el oyente comprende que nuestro entusiasmo se refiere a la procesión en tanto que evento sociocultural). Ya digo, qué precisión. Recuerdo haber leído a Heidegger que, en rigor, es inexacto decir que un círculo es redondo, un círculo es –según el maestro- la redondez simpliciter, la redondez a se. Bueno, pues al lado del concejal pamplonés, Heidegger era un piernas, se lo digo yo.

Si esto no es ser imbécil, que venga Dios y lo vea (y, por cierto, esto no pasa de ser una frase hecha, un giro acuñado, quiero decir que no estoy, en sentido estricto, invocando al Altísimo para que baje y mida las entendederas del edil de marras).

Hay días que uno, que creía estar curado de espantos, aún se lleva las manos a la cabeza. ¿Cómo es posible no ya que pulule por el mundo tanto capullo, sino que, encima, ocupen puestos de responsabilidad, como el de concejal de una capital importante?

Con todo, esto no es lo más sorprendente. Bobos ha habido toda la vida. Lo que es muy sorprendente es el nivel de tolerancia que se ha desarrollado, al menos en este país, para con la bobería. Me imagino que todo arranca de esa confusión que lleva a decir que todas las ideas son respetables. Pues no, en absoluto, lo que son respetables son las personas y, eso sí, lo que debe respetarse siempre es su derecho a decir lo que les apetezca.

Tenemos, pues, derecho a decir paridas, pero no a que todo el mundo nos tome en serio. Ni siquiera a que disimulen. Si yo propongo, en el salón de Plenos de mi ciudad, gritar que “viva la Constitución”, desde el balcón, el día que se festeja al santo patrón –y por eso es fiesta, más que nada-, me hago acreedor a que el alcalde me eche con cajas destempladas por tonto del culo. Al menos, hasta el día en que se celebre la Constitución, que será cuando proceda mi propuesta. Pero, no, me dejarían dar mi pregón agnóstico, y alguien –probablemente, el propio alcalde, como hoy la alcaldesa de Pamplona- intentaría estar al quite, para remediar mis carencias como pregonero.

Que la tontería es consustancial al género humano, no lo discute nadie. Otra cosa es que tenga patente de corso.

Curiosamente, en otro ejemplo muy habitual, el concejal de Aralar ha reclamado su derecho –creo que le tocaba por turno- a estar en el balcón, pese a avisar que, por su carácter de agnóstico, no aceptaría la fórmula tradicional. Otro concejal dijo que él lo haría muy gustoso, porque no tenía escrúpulo alguno en dar vivas a San Fermín –cuestión de principios donde las haya-, pero el agraciado de este año se negó.

Es decir, como es habitual en la progresía y adláteres, no es que nuestro concejal esté en contra de la tradición, cosa muy lícita, sino que reclama su derecho a modificarla como le plazca.

Lo malo que tienen las tradiciones es que, por ser producto del tiempo y del acuerdo tácito, no pertenecen a nadie individualmente. Por eso no se pueden cambiar y conservar su esencia al tiempo. Sólo cabe rechazarlas o aceptarlas como son. Una tradición, cuando se innova, deja de ser tradición ipso facto. Se convierte en otra cosa, que puede estar muy bien, pero ya no es tradición. Y, ya digo, lo malo es que nadie es dueño, a título personal, de los usos y los hábitos, que son sociales, colectivos, y sólo pueden cambiarse colectivamente.

Afortunadamente, ya no se obliga a nadie a participar de ningún acto que violente su conciencia. Al que no le gusten los santos, pues que se quede en casa cuando se les vitoree, o que se incorpore a la fiesta un poco más tarde. Justo después de misa... como se ha hecho toda la vida.

2 Comments:

  • Eso de que todas las ideas son igual de respetables es un componente más del pensamiento débil y la corrección política imperantes hoy día.

    Sobre eso he hablado hoy en mi blog, enlazando una de tus entradas.

    http://caminodeservidumbre.blogspot.com/2006/07/neolengua-v20.html#links

    Un saludo.

    By Blogger mayo, at 12:14 a. m.  

  • Y a ellos ¿Qué les importan las contradicciones o las soplapolleces? Ahora estará tomandose unos chiquitos y los colegas babearán de placer porque uno de los suyos plantó cara al estado centralista y opresor. ¡Que valiente!

    By Anonymous Anónimo, at 11:56 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home