Y EVO NO DEFRAUDÓ
Bueno, pues ya está. Evo ya la ha liado, tal como se esperaba de él. Se pueden decir muchas cosas, salvo que ha podido defraudar a su entregado público. ¡Impotentes mentales del primer mundo, alegraos, la lucha contra el satán imperialista y capitalista continúa!... Y esta vez tampoco las patadas son en vuestro culo, sino, para variar, en el de los bolivianos.
Hace apenas media docena de años podía decirse que había un serio riesgo de que América del Sur fuese, por fin, a optar por el único camino realmente seguro hacia el desarrollo, es decir: estados de derecho, reglas de juego estables y apertura al mundo. Afortunadamente, las fuerzas del progresismo han podido conjurar ese sombrío escenario, que hubiera dejado a los progres europeos –tras la deserción de los compañeros del Este- convertidos en auténtica vanguardia. Vamos, que el que quisiera montar un happening antiimperialista no hubiese tenido más remedio que hacerlo en su casa (y ya se sabe que estas cosas traen problemas con los vecinos, amén de dejar hechos polvo los muebles de diseño).
Ya digo, por fortuna, semejante escenario no ha llegado a suceder, y los compañeros latinoamericanos siguen empeñados en mostrar que otro mundo es posible. A ver si termino yo de verle la gracia a esto que unas naciones que no pasan por sus mejores momentos elijan despeñarse y acabar de arruinar su situación, torturando un poquito más a sus desdichados habitantes –algo tendrá, cuando tanta gente tan lista lo ve bien, ¿no?
Las empresas petroleras no son almas de la caridad. Esto no puede calificarse de descubrimiento mayor, la verdad. Y, a buen seguro, cuando pueden, violan las reglas –también influye aquello del “donde fueres, haz lo que vieres”-. Pero la fórmula para poner coto a semejante estado de cosas es un estado de derecho creíble, fiscales y jueces, no la nacionalización de los medios de producción. La experiencia muestra que semejante modo de actuar sólo tiende reducir las injusticias en la medida en que hace que el caudal a repartir se aproxime rápidamente a cero –en el extremo, cierto es, la solución socialista conlleva el reparto más equilibrado posible de la renta: nada para todos.
Especial orgullo habrán sentido en el Ministerio de Exteriores. Todos aquellos que criticaron, irreflexivamente, nuestra política de alianzas, por extravagante, habrán de convenir en que nuestros nuevos socios pisan fuerte en el Mundo. Es cierto que uno de los principales damnificados de las genialidades del ídolo de masas Evo resulta ser nuestra principal compañía petrolera, pero, ya se sabe, los ingleses también son socios y aliados y nos envían submarinos nucleares (en realidad, el equivalente de lo de Evo no es enviar el submarino a reparar a Gibraltar, sino empotrarlo contra la costa, pero esto son detalles menores). Ya dijo Kissinger –o quizá no fue él, pero en todo caso la cita es de un vocero autorizado del imperialismo yanqui- que lo malo de tener aliados es que, de vez en cuando, piensan por su cuenta.
Si bien se mira, la Alianza de Civilizaciones es lo que tiene. No sé donde leí, no hace mucho, que “Alianza de Civilizaciones” es a “terrorismo islamista” lo que “proceso de paz” es a “terrorismo etarra”. Un eufemismo de “apaciguamiento”. Ahora veo la profundidad teórica del concepto –y ya entiendo, también, por qué figura por derecho propio en los nuevos programas de la carrera diplomática-. Uno se “alía”, precisamente con quien más te da por saco, porque así no tienes que reconocer eso, que te está dando por saco. Incluso puedes decir que te gusta.
En realidad, para quien no resuelve los problemas, sino que los oculta, y se declara amigo del alma de todo elemento potencialmente peligroso, la “alianza” al estilo tradicional carece de sentido. Si ya nos llevamos bien, ¿para qué vamos a aliarnos? Visto así, es genial, claro. Con quien no te agrede, cumple los contratos y trata bien a los nacionales, no hay cuita ninguna ni conflicto ninguno que merezca la pena camuflar so capa de una alianza.
Siempre será mejor decir que la empresa te la expropió un amigo que no un adversario.
Enhorabuena, Evo, por no defraudar.
Hace apenas media docena de años podía decirse que había un serio riesgo de que América del Sur fuese, por fin, a optar por el único camino realmente seguro hacia el desarrollo, es decir: estados de derecho, reglas de juego estables y apertura al mundo. Afortunadamente, las fuerzas del progresismo han podido conjurar ese sombrío escenario, que hubiera dejado a los progres europeos –tras la deserción de los compañeros del Este- convertidos en auténtica vanguardia. Vamos, que el que quisiera montar un happening antiimperialista no hubiese tenido más remedio que hacerlo en su casa (y ya se sabe que estas cosas traen problemas con los vecinos, amén de dejar hechos polvo los muebles de diseño).
Ya digo, por fortuna, semejante escenario no ha llegado a suceder, y los compañeros latinoamericanos siguen empeñados en mostrar que otro mundo es posible. A ver si termino yo de verle la gracia a esto que unas naciones que no pasan por sus mejores momentos elijan despeñarse y acabar de arruinar su situación, torturando un poquito más a sus desdichados habitantes –algo tendrá, cuando tanta gente tan lista lo ve bien, ¿no?
Las empresas petroleras no son almas de la caridad. Esto no puede calificarse de descubrimiento mayor, la verdad. Y, a buen seguro, cuando pueden, violan las reglas –también influye aquello del “donde fueres, haz lo que vieres”-. Pero la fórmula para poner coto a semejante estado de cosas es un estado de derecho creíble, fiscales y jueces, no la nacionalización de los medios de producción. La experiencia muestra que semejante modo de actuar sólo tiende reducir las injusticias en la medida en que hace que el caudal a repartir se aproxime rápidamente a cero –en el extremo, cierto es, la solución socialista conlleva el reparto más equilibrado posible de la renta: nada para todos.
Especial orgullo habrán sentido en el Ministerio de Exteriores. Todos aquellos que criticaron, irreflexivamente, nuestra política de alianzas, por extravagante, habrán de convenir en que nuestros nuevos socios pisan fuerte en el Mundo. Es cierto que uno de los principales damnificados de las genialidades del ídolo de masas Evo resulta ser nuestra principal compañía petrolera, pero, ya se sabe, los ingleses también son socios y aliados y nos envían submarinos nucleares (en realidad, el equivalente de lo de Evo no es enviar el submarino a reparar a Gibraltar, sino empotrarlo contra la costa, pero esto son detalles menores). Ya dijo Kissinger –o quizá no fue él, pero en todo caso la cita es de un vocero autorizado del imperialismo yanqui- que lo malo de tener aliados es que, de vez en cuando, piensan por su cuenta.
Si bien se mira, la Alianza de Civilizaciones es lo que tiene. No sé donde leí, no hace mucho, que “Alianza de Civilizaciones” es a “terrorismo islamista” lo que “proceso de paz” es a “terrorismo etarra”. Un eufemismo de “apaciguamiento”. Ahora veo la profundidad teórica del concepto –y ya entiendo, también, por qué figura por derecho propio en los nuevos programas de la carrera diplomática-. Uno se “alía”, precisamente con quien más te da por saco, porque así no tienes que reconocer eso, que te está dando por saco. Incluso puedes decir que te gusta.
En realidad, para quien no resuelve los problemas, sino que los oculta, y se declara amigo del alma de todo elemento potencialmente peligroso, la “alianza” al estilo tradicional carece de sentido. Si ya nos llevamos bien, ¿para qué vamos a aliarnos? Visto así, es genial, claro. Con quien no te agrede, cumple los contratos y trata bien a los nacionales, no hay cuita ninguna ni conflicto ninguno que merezca la pena camuflar so capa de una alianza.
Siempre será mejor decir que la empresa te la expropió un amigo que no un adversario.
Enhorabuena, Evo, por no defraudar.
2 Comments:
Algunos datos sobre Bolivia(fuente: www.ine.gov.bo).
Hogares con desagüe a alcantarillado 31% (en áreas rurales, 2%), hogares con agua corriente 65% (en áreas rurales 28%), hogares con luz eléctrica 65% (áreas rurales 24%). PIB per cápita en 2003: 895 USD (una quinta parte del de brasil 4307, la mitad de ecuador 1785, y entre una séptima y una octava parte de chile - es decir, el brasileño medio tenía en 2003 cinco veces la renta del boliviano medio).
La sopa de cifras apoya la idea de que quitando al uno de cada tres ciudadanos no rurales que se puede lavar los dientes en su cuarto de baño- porque tiene agua- después de aliviarse- porque tiene desagüe- cuando es de noche - porque tiene luz-, quitando a estos,digo, a los bolivianos debe de ser difícil venderles la idea de que una economía de mercado es la solución, cuando en ese marco los dólares más apetitosos, no los del sudado salario, si no los del excedente empresarial, se los lleva una empresa de otro país. El infinitivo, desde nuestro cómodo nivel de vida, es fácil: "optar por el único camino...". Allí, conjugar el verbo debe ser más difícil "yo opto, tú optas, él opta por la apertura al mundo".
Lo digo por lo de "acabar de despeñar", que es que estos están muy abajo ya. Tanto, que supongo que hace más daño a esa economía un año de sequía que que una petrolera se las pire, indignada.
Lo digo porque tengo mis dudas (aunque la experiencia, como apuntas, dice lo que dice, que es que ese camino no lleva a ningún sitio deseable) de que una economía inexistente pueda salir del hoyo a base de fiscales y libre mercado, tal y como están las cosas hoy por hoy. Haciendo ¿qué? ¿jerseys de lana?
Y lo digo, sobre todo, porque me molesta que se mezcle esto con la política nacional. Permíteme, Fer, que utilice un humilde comentario a tu brillante reflexión, para mostrar este malestar, del que no tienes especial culpa, aunque tu puyita lanzas. A algunos parece que les entretiene o les da gusto sacar el dedo y apuntar a Rodríguez y a Curro, diciendo, "mira lo que hacen tus amigos, correligionarios, con los que compartes ideas, programa y visión". O "arréglalo ahora con sonrisitas". Supongo que mientras millones de bolivianos no tienen váter donde mear, aquí deberíamos estar pensando en retirar el embajador y mandar a la flota, o en nombrar plenipotenciario a Zaplana, o al mamporrero de Ávila.
Releo mi comentario, y me doy cuenta de que soy un pesado, y que no tengo nada claro. Pero esto a mi, ya me parece algo. Y es que Fer, me haces pensar.
Edmundo.
Pd. Magnífico tu artículo de ayer.
By Anónimo, at 5:56 p. m.
Hola de nuevo, querido Edmundo
La sopa de cifras que aportas muestra, a las claras, el drama de Bolivia. Pero no veo el por qué de ese fatalismo (¿jerseys de lana?). Te recuerdo que el meollo de todo este asunto es... que Bolivia atesora unas reservas de gas de volumen impresionante.
No, querido amigo. No es tan sencillo. Hoy mismo, en El Mundo, Martín Prieto se refiere al asunto. Bolivia es pobre, sí, pero mucho más de lo que tendría por qué. Reflexionando sobre esto, quizá veamos que existe más libertad en el mundo de lo que parece. Incluso quienes parecen no tener nada están en disposición de elegir cosas.
Y de política nacional hablamos, claro. ¿Acaso nuestra acción exterior no es política nacional? Repsol es un valor que está en los fondos de pensiones de muchos españoles, ¿no debe el Gobierno cuidarse de ellos, acaso?
No sé cuál es la respuesta adecuada, porque no soy experto diplomático. Sí sé que, en la medida de sus fuerzas y posibilidades, el Gobierno está obligado a otorgar su protección a las empresas nacionales -como a cualquier ciudadano que es agredido por una Administración extranjera-.
No te preocupes por no tener nada claro. Eso es señal de una mente despejada.
Un abrazo,
F
By FMH, at 8:19 p. m.
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