UNA REALIDAD NACIONAL
¿Una realidad nacional?, ¿una nación?, ¿un ente cuasinacional?... Siempre encontrarán un debate absurdo en el que enzarzarse para no abordar la verdadera cuestión de Andalucía. Una región descomunal para los estándares europeos -hay quien dice que, en rigor, una pléyade de regiones diferenciables-, más poblada que muchos estados del Continente y del mundo, con zonas urbanas notables, prodigiosamente dotada con atractivos turísticos sencillamente únicos en este Planeta, ya accesible por tierra, mar y aire sin demasiadas dificultades, depositaria de tradiciones centenarias y dueña de un acervo cultural sin par. Una promesa, en suma... estancada, incapaz de superar su sempiterna condena a ser segunda por la cola en un país donde todos progresan pero no se alteran las posiciones relativas.
Y el recurso a la deuda histórica y a las explicaciones manidas debería ya dejar de funcionar. Ya no bastan. Es hora de que el virrey Chaves y su corte -que ocupan palacios dignos de reyes, sin ápice de exageración- den explicaciones. Se las deben al pueblo andaluz y, por supuesto, al pueblo español en su conjunto.
Pero no. Por si hiciera falta, el régimen socialista -con sus adláteres, incluido un PP acomodado en el papel de eterno aspirante y sin demasiados visos de ser catalizador de ningún cambio- da nuevas pruebas de que está bien dispuesto, una vez más, a servirse de Andalucía, que no a servir a Andalucía.
Dos noticias llegan del Sur. La primera, la faena que el calendario ha hecho a los sevillanos, a los que la Semana Santa y la Feria, este año, se le es echan encima sin solución de continuidad y esto no hay presupuesto que lo aguante (habría que añadir: y reputación tampoco). La segunda, que el gran debate, lo que hay que discutir, es cuál ha de ser la nueva definición estatutaria de Andalucía. Sería gracioso, si no fuese tan patético.
Tal como se esperaba, el estatuto de Cataluña abre la "segunda transición". La segunda carrera hacia una igualación, seguida de otra u otras desigualaciones, absurdas que terminen por hacer imposible el proyecto colectivo. Pero esta parece ser, otra vez, la táctica. Permitir que Cataluña dé un pasito adelante, para que todos los demás la alcancen enseguida. ¿Y vuelta a empezar?
Es indignante esta frivolidad, este tacticismo idiota que dice tan poco de nuestra madurez como país. ¿Es sensato convertir el debate sobre la estructura territorial del Estado en una versión para adultos del "corre, que te pillo"? ¿Tiene vergüenza una clase política que es capaz de semejantes absurdeces?
Y, una vez más, Andalucía como palanca. En los albores de los ochenta, en los comienzos del régimen que hoy vivimos, el socialismo y un cierto andalucismo -haciendo bandera de reivindicaciones justísimas- cometió el primer gran quebrantamiento constitucional de nuestra breve historia democrática (el segundo fue Rumasa, hasta hoy) para dar un golpe de timón, para asegurar que el estado autonómico ya no coincidiría con el plan inicial, si es que lo hubo.
A la postre, semejante viraje puede haber estado en la clave del fracaso del experimento. Y otros bandazos similares darán al traste con sus posibles enmiendas, si es que esto fuera enmendable. Es posible, hasta probable, que el "problema regional" (eufemismo que, en la época de la República, se empleaba para hablar de Cataluña y el País Vasco) no tenga, realmente, solución, como propugnaba Ortega. Pero hubiera convenido no permitir el rearme intelectual del nacionalismo más de lo que ya es capaz de rearmarse él solo.
Los socialistas españoles tienen una capacidad infinita para redescubrir el Mediterráneo y, sobre todo, para que los demás se lo crean, eso está claro. Sólo así es posible que haya quien se crea la conversión al autonomismo de quienes dinamitaron la primera ronda, desde Andalucía y desde el Gobierno de la Nación. Dicho sea de paso, puestos a elegir quebrantos, prefiero aquéllos que los de ahora. Al menos, ya digo, había un cierto trasfondo de justicia.
En fin, andaluces laboriosos... Paciencia. En otros veinticinco años, quizá toque hablar de Andalucía. Pero esta vez, de veras.
Y el recurso a la deuda histórica y a las explicaciones manidas debería ya dejar de funcionar. Ya no bastan. Es hora de que el virrey Chaves y su corte -que ocupan palacios dignos de reyes, sin ápice de exageración- den explicaciones. Se las deben al pueblo andaluz y, por supuesto, al pueblo español en su conjunto.
Pero no. Por si hiciera falta, el régimen socialista -con sus adláteres, incluido un PP acomodado en el papel de eterno aspirante y sin demasiados visos de ser catalizador de ningún cambio- da nuevas pruebas de que está bien dispuesto, una vez más, a servirse de Andalucía, que no a servir a Andalucía.
Dos noticias llegan del Sur. La primera, la faena que el calendario ha hecho a los sevillanos, a los que la Semana Santa y la Feria, este año, se le es echan encima sin solución de continuidad y esto no hay presupuesto que lo aguante (habría que añadir: y reputación tampoco). La segunda, que el gran debate, lo que hay que discutir, es cuál ha de ser la nueva definición estatutaria de Andalucía. Sería gracioso, si no fuese tan patético.
Tal como se esperaba, el estatuto de Cataluña abre la "segunda transición". La segunda carrera hacia una igualación, seguida de otra u otras desigualaciones, absurdas que terminen por hacer imposible el proyecto colectivo. Pero esta parece ser, otra vez, la táctica. Permitir que Cataluña dé un pasito adelante, para que todos los demás la alcancen enseguida. ¿Y vuelta a empezar?
Es indignante esta frivolidad, este tacticismo idiota que dice tan poco de nuestra madurez como país. ¿Es sensato convertir el debate sobre la estructura territorial del Estado en una versión para adultos del "corre, que te pillo"? ¿Tiene vergüenza una clase política que es capaz de semejantes absurdeces?
Y, una vez más, Andalucía como palanca. En los albores de los ochenta, en los comienzos del régimen que hoy vivimos, el socialismo y un cierto andalucismo -haciendo bandera de reivindicaciones justísimas- cometió el primer gran quebrantamiento constitucional de nuestra breve historia democrática (el segundo fue Rumasa, hasta hoy) para dar un golpe de timón, para asegurar que el estado autonómico ya no coincidiría con el plan inicial, si es que lo hubo.
A la postre, semejante viraje puede haber estado en la clave del fracaso del experimento. Y otros bandazos similares darán al traste con sus posibles enmiendas, si es que esto fuera enmendable. Es posible, hasta probable, que el "problema regional" (eufemismo que, en la época de la República, se empleaba para hablar de Cataluña y el País Vasco) no tenga, realmente, solución, como propugnaba Ortega. Pero hubiera convenido no permitir el rearme intelectual del nacionalismo más de lo que ya es capaz de rearmarse él solo.
Los socialistas españoles tienen una capacidad infinita para redescubrir el Mediterráneo y, sobre todo, para que los demás se lo crean, eso está claro. Sólo así es posible que haya quien se crea la conversión al autonomismo de quienes dinamitaron la primera ronda, desde Andalucía y desde el Gobierno de la Nación. Dicho sea de paso, puestos a elegir quebrantos, prefiero aquéllos que los de ahora. Al menos, ya digo, había un cierto trasfondo de justicia.
En fin, andaluces laboriosos... Paciencia. En otros veinticinco años, quizá toque hablar de Andalucía. Pero esta vez, de veras.
3 Comments:
El problema regional tenía solución ... para los nacionalistas irredentos
Han reducido el poder del gobierno central y del parlamento al mínimo y lo que queda es un batiburrillo de "X + nacionales" que van a hegemonizar sin dificultad, aunque no salga la OPA-decreto.
Y eso suponiendo 1º) que no se empiecen a matar unos a otros por Treviño o unos hectómetros de agua, y suponiendo 2º) que no vengan los vecinillos de la teocracia de al lado a expropiarnos alguna de las "Y + nacional"...
Pero bueno, lo grave es que el pueblo español ya no es soberano de nada, (habiendo sido sustituido por comunidades políticas de la enjundia de los suevos) y que el interés general de los españoles ya no lo defiende nadie.
By Anónimo, at 4:24 p. m.
¿No será simplemente un asunto de palabrería y de eufemismos?
By Anónimo, at 9:36 p. m.
Enhorabuena por el artículo y el blog en general.
La verdad es que no sé que pretende el PSA con lo de "Realidad Nacional" ni muy bein que signigica ese termino más que ser un eufemismo de nación.
By J. Perez-Ramos, at 2:22 p. m.
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