NO ESTAMOS LOCOS... SABEMOS LO QUE QUEREMOS
Veamos. El señor Rajoy afirma que, si resultara que la mochila de Vallecas nunca estuvo en los trenes, el sumario del 11M tendría que ser declarado nulo. Y el señor López Garrido dice que eso es un “delirio”. Me imagino que lo que el señor López Garrido califica de “delirio” es el supuesto de hecho, la hipótesis, la condición, el “si resultara...” porque, desde luego, la consecuencia jurídica es inobjetable.
Si no hay mochila no hay caso, y si no hay caso, en un estado de derecho, y éste todavía se precia de serlo, nadie puede ir a la cárcel. Es posible que ello nos conduzca a que haya que aceptar que la mayor masacre terrorista de nuestra historia no sea jamás esclarecida, pero no hay más cáscaras. No se puede dejar a nadie en prisión sólo porque alguien no esté dispuesto a reconocer que, tras dos años, no tiene nada con lo que seguir adelante.
Entonces, la pregunta es ¿estuvo la dichosa mochila –más bien bolsa de generosas dimensiones- en los trenes o no? Y no estamos para tonterías, por favor. Ni para talantes, ni para crispaciones ni para gilipolleces al uso. Estamos hablando de cosas serias.
Un diario nacional afirma, hoy, que no, que la mochila no estuvo allí. Esto es una afirmación de hecho que, por tanto, puede ser adverada o falsada. Los que califican de “dementes” a quienes sostienen esa tesis, puesto que consideran evidente la contraria, no tendrán problema alguno en probar, más allá de la duda –recordemos que se trata de enchiquelar por muchos años a unos cuantos tipos que no por ser traficantes de poca monta, incluso terroristas, tienen menos derechos que Henri Parot- que, en efecto, a Casimiro Garcia Abadillo y a su equipo se les han aflojado todos los tornillos.
Yo vi a García Abadillo hace menos de una semana en la televisión, y me pareció que estaba perfectamente en sus cabales, la verdad. No me pareció que delirara. Y me imagino que es más que consciente de que, si las cosas que dice resultaran insostenibles, su prestigio profesional iba a quedar por los suelos. Que yo sepa, Garcia Abadillo no es Lydia Lozano ni trabaja en ese gremio. Es un periodista con suficiente experiencia para saber cómo las gastan los que más se van a irritar con sus afirmaciones, y también para saber que donde no lleguen otros, llegará la lealtad perruna de algunos compañeros de profesión, encantados de hacer méritos.
Porque –ya está aquí otra vez la maldita lógica- las versiones oficial y oficiosa resultan mutuamente incompatibles. No pueden coexistir. Si una es verdadera, la otra es falsa. Así de simple. Cabe decir que por fortuna, ¿no? Es bueno que los problemas se planteen con esta sencillez.
Una de las partes afirma que la otra miente. Y aduce lo que, dice, son pruebas concluyentes o, mejor dicho, denuncia que las pretendidas evidencias que sostienen la versión inicial no son tales, con lo que, cualquiera que sea la realidad –cosa que parecemos cada vez más lejos de saber- lo seguro es que no encaja con ese relato. Es decir, los reconvenidos –los que sostienen esa versión inicial- no lo son con la simple negación de sus afirmaciones.
Así pues, en lugar de dar un diagnóstico más propio de psiquiatras, en lugar de centrarse en la salud mental de los que señalan las debilidades de la versión oficial, sus defensores deberían, quizá, esforzarse en reforzarla. Mostrar, a las claras, que los pretendidos argumentos en contra no son sino especulaciones sin ningún tipo de fundamento.
Porque no se trata de encontrar una teoría más o menos verosímil, sino de dar razón de los hechos. No sólo porque están en juego derechos constitucionales de seres humanos que no deben ser penados a no ser que quede probado que fueron responsables, sino porque no es posible que esta sociedad descanse hasta que no se sepa a ciencia cierta quién asesinó a casi doscientas personas esa infausta mañana, quién ordenó hacerlo y por qué.
No, no es suficiente con un relato bien construido. No basta con unos razonamientos que encajen con determinados prejuicios. Es muy posible que haya una explicación fácil, pero no por parecer fácil una explicación se convierte en aceptable.
Lo siento por los promotores de la versión oficial, pero el relato establecido como tal dista mucho de estar bien armado. Tiene significativas debilidades, apuntadas por muchas fuentes diferentes en momentos distintos. La duda al respecto es muy compatible con una salud mental quizá no perfecta, pero tampoco enajenada.
Quienes denuncian en los demás una enfermiza querencia por las teorías de la conspiración y la novela negra, a veces, muestran un entusiasmo, un deseo de ser convencidos poco compatible con el escepticismo que, por sistema, debería presidir el examen de un suceso semejante. Aunque solo sea porque todas las partes, absolutamente todas, están interesadas. Todas prefieren una determinada versión. A nadie le es indiferente. Los crédulos, o los sectarios, tenderán a echarse en brazos de quien les proporcione la explicación que les permita sostener sus apriorismos. Los demás, debemos extremar la cautela.
Este es el drama del 11M. Lo que diferencia nuestra tragedia de todas las tragedias similares. Que los asesinos, esa mañana, envenenaron nuestra vida colectiva. Porque mientras unos se negaron y se niegan aún a aceptar que cometieron errores gravísimos –quizá ese mismo día, quizá antes (sí, la versión alternativa tampoco les exculpa ¿puede un gobierno tras ocho años en el poder decir “me engañaron” sin asumir, al tiempo, una tremenda responsabilidad política?), quizá en todo momento- otros tuvieron una conducta indigna hasta la náusea, importándoles poco que la pregunta infamante del qui prodest pudiera emputecer no sólo su legítima victoria, sino su misma existencia, cada día, en esta desdichada legislatura.
No estamos locos... sabemos lo que queremos. Queremos saber.
Si no hay mochila no hay caso, y si no hay caso, en un estado de derecho, y éste todavía se precia de serlo, nadie puede ir a la cárcel. Es posible que ello nos conduzca a que haya que aceptar que la mayor masacre terrorista de nuestra historia no sea jamás esclarecida, pero no hay más cáscaras. No se puede dejar a nadie en prisión sólo porque alguien no esté dispuesto a reconocer que, tras dos años, no tiene nada con lo que seguir adelante.
Entonces, la pregunta es ¿estuvo la dichosa mochila –más bien bolsa de generosas dimensiones- en los trenes o no? Y no estamos para tonterías, por favor. Ni para talantes, ni para crispaciones ni para gilipolleces al uso. Estamos hablando de cosas serias.
Un diario nacional afirma, hoy, que no, que la mochila no estuvo allí. Esto es una afirmación de hecho que, por tanto, puede ser adverada o falsada. Los que califican de “dementes” a quienes sostienen esa tesis, puesto que consideran evidente la contraria, no tendrán problema alguno en probar, más allá de la duda –recordemos que se trata de enchiquelar por muchos años a unos cuantos tipos que no por ser traficantes de poca monta, incluso terroristas, tienen menos derechos que Henri Parot- que, en efecto, a Casimiro Garcia Abadillo y a su equipo se les han aflojado todos los tornillos.
Yo vi a García Abadillo hace menos de una semana en la televisión, y me pareció que estaba perfectamente en sus cabales, la verdad. No me pareció que delirara. Y me imagino que es más que consciente de que, si las cosas que dice resultaran insostenibles, su prestigio profesional iba a quedar por los suelos. Que yo sepa, Garcia Abadillo no es Lydia Lozano ni trabaja en ese gremio. Es un periodista con suficiente experiencia para saber cómo las gastan los que más se van a irritar con sus afirmaciones, y también para saber que donde no lleguen otros, llegará la lealtad perruna de algunos compañeros de profesión, encantados de hacer méritos.
Porque –ya está aquí otra vez la maldita lógica- las versiones oficial y oficiosa resultan mutuamente incompatibles. No pueden coexistir. Si una es verdadera, la otra es falsa. Así de simple. Cabe decir que por fortuna, ¿no? Es bueno que los problemas se planteen con esta sencillez.
Una de las partes afirma que la otra miente. Y aduce lo que, dice, son pruebas concluyentes o, mejor dicho, denuncia que las pretendidas evidencias que sostienen la versión inicial no son tales, con lo que, cualquiera que sea la realidad –cosa que parecemos cada vez más lejos de saber- lo seguro es que no encaja con ese relato. Es decir, los reconvenidos –los que sostienen esa versión inicial- no lo son con la simple negación de sus afirmaciones.
Así pues, en lugar de dar un diagnóstico más propio de psiquiatras, en lugar de centrarse en la salud mental de los que señalan las debilidades de la versión oficial, sus defensores deberían, quizá, esforzarse en reforzarla. Mostrar, a las claras, que los pretendidos argumentos en contra no son sino especulaciones sin ningún tipo de fundamento.
Porque no se trata de encontrar una teoría más o menos verosímil, sino de dar razón de los hechos. No sólo porque están en juego derechos constitucionales de seres humanos que no deben ser penados a no ser que quede probado que fueron responsables, sino porque no es posible que esta sociedad descanse hasta que no se sepa a ciencia cierta quién asesinó a casi doscientas personas esa infausta mañana, quién ordenó hacerlo y por qué.
No, no es suficiente con un relato bien construido. No basta con unos razonamientos que encajen con determinados prejuicios. Es muy posible que haya una explicación fácil, pero no por parecer fácil una explicación se convierte en aceptable.
Lo siento por los promotores de la versión oficial, pero el relato establecido como tal dista mucho de estar bien armado. Tiene significativas debilidades, apuntadas por muchas fuentes diferentes en momentos distintos. La duda al respecto es muy compatible con una salud mental quizá no perfecta, pero tampoco enajenada.
Quienes denuncian en los demás una enfermiza querencia por las teorías de la conspiración y la novela negra, a veces, muestran un entusiasmo, un deseo de ser convencidos poco compatible con el escepticismo que, por sistema, debería presidir el examen de un suceso semejante. Aunque solo sea porque todas las partes, absolutamente todas, están interesadas. Todas prefieren una determinada versión. A nadie le es indiferente. Los crédulos, o los sectarios, tenderán a echarse en brazos de quien les proporcione la explicación que les permita sostener sus apriorismos. Los demás, debemos extremar la cautela.
Este es el drama del 11M. Lo que diferencia nuestra tragedia de todas las tragedias similares. Que los asesinos, esa mañana, envenenaron nuestra vida colectiva. Porque mientras unos se negaron y se niegan aún a aceptar que cometieron errores gravísimos –quizá ese mismo día, quizá antes (sí, la versión alternativa tampoco les exculpa ¿puede un gobierno tras ocho años en el poder decir “me engañaron” sin asumir, al tiempo, una tremenda responsabilidad política?), quizá en todo momento- otros tuvieron una conducta indigna hasta la náusea, importándoles poco que la pregunta infamante del qui prodest pudiera emputecer no sólo su legítima victoria, sino su misma existencia, cada día, en esta desdichada legislatura.
No estamos locos... sabemos lo que queremos. Queremos saber.
5 Comments:
Algo que hay que indicar es que, en realidad, no existe "versión oficiosa". Lo que hay es versión oficial y dudas con respecto a muchos de los aspectos de la misma. Lo de la mochila es, efectivamente, la más importante, porque todo el sumario cuelga de ahí. Pero el que se demostrara que es una prueba falsa no implicaría el triunfo de ninguna versión oficiosa que, a día de hoy, simplemente no existe. Habrá cienes de versiones en las cabezas de quienes está investigando esto, nada más.
By Daniel Rodriguez, at 8:28 p. m.
"Lo que hay es versión oficial y dudas con respecto a muchos de los aspectos de la misma".
O sea que hay dudas (llamalas insidias) pero no pruebas.¿y si no aparecen las pruebas?.¿Tendremos a ZP diciendo que los "agujeros negros" se han desinflado al mismo tiempo que se parte de risa?.
Buena labor del Pedro J. y de FJL. Ya está diciendo Rajoy no se qué de anular el sumario. Una buena noticia para los familiares de los asesinados. Pero vosotros seguid así, a pasarnos otros cuatro años en la oposición.
PD: la mochila de los coj. ¿no acabó llevando a la policía al piso de Leganés?. O sea que les llevó a un lugar ocupado por pacíficos ciudadanos que siguen la costumbre española de almacenar explosivos en su propia casa.
By Anónimo, at 11:31 p. m.
Esto podría ser un buen ejemplo de los "esquemas secundarios" a los que aludías ayer, ¿no crees?. Porque confío en nuestro sistema judicial, espero que si la prueba es inválida, sea el experto en apreciar y valorar las pruebas, el juez, el que la invalide. Confío en nuestro sistema judicial, con sus limitaciones. Entre ellas, este sistema no ofrece respuestas inmediatas, ni razonablemente mediatas. De lo que finalmente diga el juez, me fiaré (¿hay alternativa?), y por contraste será claro quién o quienes han tenido una posición honesta con el fondo del asunto.
El esquema secundario al que aludía, se refiere a los intereses circundantes que tienen el partido del gobierno y del principal partido de la oposición (ahí es nada). QUiero pensar que son eso, circundantes. Que están viciados. Que son de campaña electoral. La alternativa es terrible. Me explico.
¿No confía Rajoy en la judicatura? Dos respuestas posibles: sí o no.
Evidentemente, debo suponer que sí que confía, y asumiendo que tonto no es, ¿a qué viene esto?. De nuevo dos opciones. Opción uno: Viene a desgastar y meter ruido, mostrándose como alternativa al gobierno mediante un posicionamiento beligerante. Opción dos: Viene a indicar al juez y a la ciudadanía que la "versión oficial" no es cierta, y confía, por lo tanto, en que lo que él cree, o sabe, la tan traída vinculación de eta, sea finalmente descubierta por el juez.
Ambas posibilidades me inquietan.
La primera, porque con ese discurso, y con el former ministro de interior y alguien tan sensato como Zaplana como banquillo visible, me parece que, como decía anónimo, va a haber oposición para rato (nótese el audaz juego de palabras).
La segunda, porque de ser finalmente cierta la implicación de eta, las preguntas que surgen son de gran calado. ¿Condicionaron las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado el resultado de las elecciones? ¿Fue engañada la policía? En este último caso, ¿por quién? O lo que es muy parecido ¿para qué?. Y si estos extremos no se aclararan, posiblemente podría por fin hacerme rico.
Hacerme rico abriendo un negocio para nacionalizar a muchos españoles de bien en una isla del caribe, conmigo a la cabeza.
Un abrazo a todos,
Edmundo.
By Anónimo, at 11:56 a. m.
"Después de todo, lo que se trata de demostrar es que los 200 muertos son importantes, sí, pero lo trascendental es que nos echaron del poder.
¿cómo que mentimos? por supuesto que no, al final se sabrá que ETA estaba detrás de los moros, y eso ya se lo anticipó Rappel a Acebes."
Esto es lo que una, que no es de ningún partido (es más, no voto)puede concluir.
Pero ¿por qué tanto forofismo? ¿por qué Rajoy no pide perdón por las tonterías de forofo que dijo sobre la mochila en vez de darse por satisfecho con las explicacines? ¿no hay nadie con un mínimo de sensatez en el PP?
ferblog ¿por qué no reconoces que has caído en el forofismo? ¿de verdad que crees que tu equipo nunca comete penaltis y que la moviola está trucada?
By Anónimo, at 8:40 p. m.
Amiga anónima:
No me he debido explicar bien. No sé si, como dices, he caído en el forofismo pero, desde luego, no creo que ningún equipo deje de cometer penaltis, descuida.
Yo no tengo explicación alternativa, ni tampoco ninguna razón para creer cualquier historia en particular sobre lo que sucedió el 11M -sin duda, la hipótesis más razonable, por la cuenta que nos trae, es la de que el juez sepa lo que hace-.
Sí afirmo dos cosas:
La primera que soy enormemente escéptico -y recuerda que el escepticismo significa tanto que hay que no debe creerse uno nada como que hay que estar dispuesto a pensar que todo es posible- cuando existe tal cúmulo de intereses entremezclados, obviamente por ambas partes.
La segunda es que no se puede eludir la respuesta a las preguntas con simples descalificaciones. La cuestión de la mochila, por lo que se ve, ha sido de lo más rara.
Pero volveré sobre el asunto.
Un saludo
By FMH, at 9:34 a. m.
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