FERBLOG

viernes, noviembre 04, 2005

NOTAS PARA EL DEBATE

Apenas pude seguir la coda del debate del estatuto. Me incorporé tarde. Justo a tiempo para escuchar el discurso de Pérez Rubalcaba –bueno, por cierto, tanto que merecería buen señor- y, tras la consabida sarta de insultos, conminaciones y puesta en duda de credenciales democráticas de todos los que no pensamos que este estatuto sea maravilloso por parte de los ponentes delegados por el Parlamento de Cataluña, la réplica de Rajoy, sencillamente soberbia. Así pues, lo que sé es, más bien, por lo que he leído.

Y en lo que he leído me llaman la atención algunas cosas. Como, por ejemplo, que aún haya quien se sorprenda de que el presidente del Gobierno subiera a la tribuna para no decir nada. Se conoce que el anuncio de Moncloa, avisador de que se vería “al Zapatero más genuino” fue muy malinterpretado. Al fin y al cabo, el anuncio monclovita no tuvo nada de falaz, porque eso es lo que se vio. Zapatero es eso. Zapatero es nada. ¿A quién o qué demonios esperaban a algunos? ¿A Churchill? ¿Fórmulas rigurosas para algo? La filosofía política del presidente consiste en que no hay por qué ir con la cabeza alta donde puede uno ir arrastrándose o, al menos eso parece. Es el mayor insulto a la política que se ha visto en mucho tiempo, sí, ¿y? Zapatero no hace discursos bien armados, ni siquiera hace discursos racionales –en realidad, sólo hace “discursos” en tanto que profiere palabras sin solución de continuidad- pero es que... ¿por qué debería?

Zapatero no es tonto. Puede ser muchas cosas, pero no tonto. Y él sabe de sobra que en un intercambio de puntos de vista construido como debate sólo puede perder. La razón no es su terreno. No lo ha sido nunca. Él sabe que, en esencia, está donde está por una concatenación de errores y casualidades. No lo merece. Tiene suficiente inteligencia como para darse cuenta y, por supuesto, para no meterse donde no le llaman.

Su gente, su público, no quiere oír razones. Quiere oír como llaman al PP “facha” no una, sino catorce veces. Quiere una reafirmación de sus convicciones. Su gente –que no es necesariamente la misma lo que entendemos por “socialismo español”- no quiere reflexión, no quiere un discurso para el Monde Diplomatique, sino para el Marie Claire. Zapatero habla para los que aún gustan de definirse “rojos” y creen que ello basta para excusar cualquier razón adicional, es más, para quienes creen que toda la virtud política consiste, simplemente, en no declararse de derechas ni poder ser acusado de parecerlo.

En una especie de Nuevo Principio de Arquímedes, diríamos que Zapatero sumergido en un ambiente político desplaza un volumen de inteligencia igual al que él ocupa. Y es que, sencillamente, no sabría muy bien qué hacer con ella, así que, ¿para qué queremos inteligencia cuando basta con el Vogue? Cuando el electorado pida pan, ya veremos. Entre tanto, sólo circo.

Así es que quienes se precian de conocerle deberían saber que seguiría adelante con disimulo. El debate era un trámite. Quienes veían la gran ocasión de explicarse ante la Nación, o no conocen a Zapatero o... ¿no conocen a la Nación?

Por lo demás, se constata que el Reglamento de la Cámara convierte los debates en un esperpento. Catorce portavoces, catorce, hablaron contra Rajoy –porque en eso consiste la mecánica de la legislatura: en hacer oposición contra la oposición-. De ellos, trece –todos, salvo Rubalcaba- no suman, todos juntos, ni el diez por cien de los escaños. Es ridículo. Tanto más cuanto que, por mor del reparto, cada portavoz, singularmente considerado, apenas dispone de tiempo para hilvanar un discurso. Sólo le da tiempo a subirse al estrado, recordar a Franco, a Raimon, a los grises o qué sé yo –o decir alguna parida descomunal, a lo Labordeta, se conoce que para que sus señorías se relajen un poco-, negar al PP estatus democrático y volverse a bajar. Son como una especie de aporía, una suma de naderías que ocupa un tiempo precioso y convierte los debates en algo plúmbeo, como si fueran porciones infinitesimales de un cuerpo más amplio, sin entidad propia, que sólo son algo agregadas (en eso consiste su valor, claro, en que es aritméticamente cierto que “todos” están contra el PP). Más le valdría al pobre Llamazares pasarse al Grupo Mixto –por cierto, Izquierda Unida será poca cosa, pero cuenta con muchos, muchos más votos que cualquiera de los elementos de la alegre trouppe del Mixto, diferencia que no se refleja ni en escaños ni, desde luego, en tiempo de palabra-.

Es esta patulea de corifeos la que da carta de naturaleza al “estar solo” del PP. Gulliver estaba solo en Liliput, ya se sabe. Y es que Zapatero, cual menina, siempre anda acompañado de su corte.

Pero los liliputienses consiguieron maniatar a Gulliver, en suma. Los cortesanos tienen muchas y buenas razones para adorar y cuidar a su menina. Porque la menina les promete un largo tiempo de felicidad en la Capital, de la que serán los verdaderos reyes.

El PP avanza, sí, pero no lo suficiente. Está condenado a vencer por mayoría absoluta o quedar en la oposición. Así es en todas las regiones, y así será en el Parlamento Nacional –es verdad que en política “nunca” quiere decir “hasta dentro de un rato”, pero el mapa político de la Cataluña postmaragalliana puede estar tan complicado que no es previsible un retorno de CiU a aguas cercanas a la moderación (ese es, por cierto, el gran pecado del indescriptible President, el de haber convertido la política catalana en un auténtico manicomio, donde ya no se sabe quién milita a la derecha o a la izquierda de quién).

Pero, merced a su probada insensatez, tampoco es probable que las urnas premien al Esdrújulo con una mayoría amplia. No es que Zapatero desgobierne, sino que está haciendo lo que está en su mano para que el país no vuelva a ser gobernable sin el concurso de la trouppe. No aspira a ser Churchill sino, más bien, el jefe de pista de un circo esperpéntico en el que, previsiblemente, todos los días habrá un “más difícil todavía”.

No me extraña que el incalificable Puig (¿de dónde saca ERC a sus diputados, me pregunto?, ¿es que Puigcercós ha exigido que el único medianamente normal sea él?) hiciera fotos del pleno. Es como para inmortalizarlo. No es habitual que un presidente del Gobierno se pase con armas y pertrechos al bando de quienes pretenden convertirlo en una especie de Reina Madre y dedique el discurso en que se suponía que iba a poner los puntos sobre las íes a elogiar una propuesta que sabe radicalmente contraria a la Constitución. No es habitual que un presidente del Gobierno no haga nada por quitarse las hipotecas y, al contrario, intente con fruición que se renueven para muchas legislaturas más. No es habitual que el Cielo les conceda a todos los antisistema de un país una gracia como la de ZP.

Por supuesto, en lo más granado de la parroquia socialista, mucho pasillo. A la bancada socialista va a haber que empezar a llamarla “el tendido 7” o algo así. No cesan de comentarse las faenas, pero no torea nadie. Algunos dicen que les gustó mas Rajoy, otros que están muy preocupados. A más de uno sólo le ha faltado decir que “porque me sujetó este, que si no, me tiro...” No se tira nadie. No rompe filas nadie. Y es que el que se tira al ruedo, se tira al paro.