¿POR QUÉ UNAS TONTERÍAS SÍ Y OTRAS NO?
Es curioso, muy curioso ver cómo la penúltima gracia de ERC, la famosa propuesta de extensión de la cooficialidad de todas las lenguas españolas a la totalidad del territorio nacional es interpretada bien como eso, una gracia, bien en clave maquiavélica, como una propuesta gestual, presentada para buscar su rechazo, para escenificar lo que sea, qué sé yo, tacticismo, vamos.
Lo más probable es que, en efecto, la propuesta sea rechazada. Es lo normal, porque no tiene mucho sentido, más bien no tiene ningún sentido, y lo dice hasta Josu Erkoreka –por cierto, la templaza del PNV a este respecto me trae el malicioso recuerdo de aquello que decía don Sabino de que si los maketos aprendieran euskera, los vascos (vizcaínos, para el señor Arana, que los otros son adláteres) tendrían que cambiar de lengua y es que siempre ha habido mucha diferencia entre unos y otros-, pero es que hace mucho tiempo que en este país están pasando cosas muy poquito normales. Quiero decir que nada tendría de particular que esta idea, como cualquier delirio, fuese seriamente tomada en consideración y sopesada con todo cuidado.
Me sorprende que, en plena revolución zapaterista, haya quienes todavía piensan e interpretan la política casi exclusivamente en clave tradicional. En primer lugar, cabe recordar que, según quién las diga, las cosas toman diferente valor y, en este sentido, la citada propuesta, en boca de Carod no significa lo mismo que si la presenta Rubalcaba. Es cierto que la propuesta está fuera del mundo, es absurda, pero es que cabe recordar que si más de uno tuviera que expurgar sus propuestas y programas de irrealidades, absurdeces, tonterías... se quedaba en los estatutos con las reglas de votación y poco más. Carod no es un político al uso, como ERC no es un partido al uso. Ni Carod es Pujol ni ERC es CiU, y de eso conviene darse cuenta.
Por otra parte, tampoco Carod ha dicho nada que quepa considerar excesivamente fuera de onda en actual panorama de la política catalana. Al fin y al cabo, al propio Maragall se le han oído cosas similares, incluso esta misma –sí, sí, Maragall también estaba por la labor de que las lenguas autonómicas fuesen elevadas, siquiera parcialmente, al rango de cooficiales en toda España- e incluso peores, como aquella de la Francofonía. Comprendo que resulta aterrador pensar que cierta gente habla en serio cuando abre la boca, pero creo que los que se consuelan pensando que, al fin y al cabo, la política es un juego de medias palabras y medias verdades incurren en un error grave y, sobre todo, peligroso. Todavía hay quien va diciendo por ahí, por ejemplo, que la secesión de Cataluña y el País Vasco no se producirá “porque, en el fondo, no interesa y porque son muy listos”. Me imagino que la proporción de listos y tontos será la misma en esas zonas que en el resto del planeta, pero me pasma completamente la ingenuidad del personal, el que todavía se pueda creer que un resultado no ocurrirá por el mero hecho de ser irracional, o perjudicial para la mayoría. Mucho me temo que la historia no avala para nada esa tesis.
Cabe precisar, por último, que también Madrid es una caja de sorpresas –condición necesaria para que la política española se convierta en un auténtico circo donde siempre hay un “más difícil todavía”-. Esta vez, alguien ha contestado que no, pero perfectamente podrían haber contestado que sí. Es un efecto del talante y el estado chachi ¿O acaso el gobierno de esta Nación que ahora pretende negar la cooficialidad en su territorio y que dispone de una lengua común (no como los suizos o los belgas) no es el mismo que pretendía que la Unión Europea corriera con el coste de traducir su derecho ? ¿No es este país el mismo en el que se han vivido esos esperpénticos debates en el senado, en el hubo que poner traductores simultáneos para que unos señores que hablan todos español pudieran dirigirse unos a otros en sus lenguas propias? Dada la concepción de la política y el diálogo que anima a nuestro presidente, es lógico que el personal aproveche la ocasión. No hay parida que, por el mero hecho de serlo, haya de ser preterida y marginada. Los representantes del PSOE han dado en la clave: la propuesta es “inviable”, eso es, es económicamente inviable, porque sale muy caro enseñar catalán y euskera a los funcionarios municipales de Albacete, pongamos por caso, pero esos mismos representantes, y los del PP, están intentando ponerse de acuerdo para ver cómo introducir las lenguas locales en el Reglamento del Congreso. Obsérvese que la diferencia entre ambas imbecilidades es, simplemente, de grado, pero no material. Esa es la clave del nihilismo zapaterista, que no hay ningún tipo de mínimos de seriedad fijados a priori. Se hacen tonterías hasta que el cuerpo y el presupuesto aguanten. Es más, ¿por qué habría de haberlos? Si el lendakari ha podido venir, cual jefe de estado, a presentar una propuesta de ley manifiestamente inconstitucional, ¿no merecen otras propuestas que, en sí, por lo menos, no son ilegales, cuando menos la misma consideración (ser discutidas, digo)?
Y es que no nos damos cuenta pero, en un país en el que la conformidad con la ley y la Constitución parece ser ya no un mínimo indispensable sino un atributo discutible de las propuestas –recordemos que Carod nos ofrecía graciosamente un estatuto conforme con la Constitución-, ¿cabe seriamente exigir que, además, estás se compadezcan con el sentido común? En qué quedamos, ¿es la legalidad la condición única de la posibilidad o se exige algo más? ¿y si se exige, a quién se le exige? ¿o es que las paridas de Carod en boca de Maragall se transmutan en reflexiones de fino estadista?
Insisto, esto es el talante, esto es la falta de dogmatismo y la ausencia de absolutos. Esto es zapaterismo en estado puro. Y es que una vez que el absurdo se enseñorea del panorama, resulta incluso más ilógico buscarle límites.
Lo más probable es que, en efecto, la propuesta sea rechazada. Es lo normal, porque no tiene mucho sentido, más bien no tiene ningún sentido, y lo dice hasta Josu Erkoreka –por cierto, la templaza del PNV a este respecto me trae el malicioso recuerdo de aquello que decía don Sabino de que si los maketos aprendieran euskera, los vascos (vizcaínos, para el señor Arana, que los otros son adláteres) tendrían que cambiar de lengua y es que siempre ha habido mucha diferencia entre unos y otros-, pero es que hace mucho tiempo que en este país están pasando cosas muy poquito normales. Quiero decir que nada tendría de particular que esta idea, como cualquier delirio, fuese seriamente tomada en consideración y sopesada con todo cuidado.
Me sorprende que, en plena revolución zapaterista, haya quienes todavía piensan e interpretan la política casi exclusivamente en clave tradicional. En primer lugar, cabe recordar que, según quién las diga, las cosas toman diferente valor y, en este sentido, la citada propuesta, en boca de Carod no significa lo mismo que si la presenta Rubalcaba. Es cierto que la propuesta está fuera del mundo, es absurda, pero es que cabe recordar que si más de uno tuviera que expurgar sus propuestas y programas de irrealidades, absurdeces, tonterías... se quedaba en los estatutos con las reglas de votación y poco más. Carod no es un político al uso, como ERC no es un partido al uso. Ni Carod es Pujol ni ERC es CiU, y de eso conviene darse cuenta.
Por otra parte, tampoco Carod ha dicho nada que quepa considerar excesivamente fuera de onda en actual panorama de la política catalana. Al fin y al cabo, al propio Maragall se le han oído cosas similares, incluso esta misma –sí, sí, Maragall también estaba por la labor de que las lenguas autonómicas fuesen elevadas, siquiera parcialmente, al rango de cooficiales en toda España- e incluso peores, como aquella de la Francofonía. Comprendo que resulta aterrador pensar que cierta gente habla en serio cuando abre la boca, pero creo que los que se consuelan pensando que, al fin y al cabo, la política es un juego de medias palabras y medias verdades incurren en un error grave y, sobre todo, peligroso. Todavía hay quien va diciendo por ahí, por ejemplo, que la secesión de Cataluña y el País Vasco no se producirá “porque, en el fondo, no interesa y porque son muy listos”. Me imagino que la proporción de listos y tontos será la misma en esas zonas que en el resto del planeta, pero me pasma completamente la ingenuidad del personal, el que todavía se pueda creer que un resultado no ocurrirá por el mero hecho de ser irracional, o perjudicial para la mayoría. Mucho me temo que la historia no avala para nada esa tesis.
Cabe precisar, por último, que también Madrid es una caja de sorpresas –condición necesaria para que la política española se convierta en un auténtico circo donde siempre hay un “más difícil todavía”-. Esta vez, alguien ha contestado que no, pero perfectamente podrían haber contestado que sí. Es un efecto del talante y el estado chachi ¿O acaso el gobierno de esta Nación que ahora pretende negar la cooficialidad en su territorio y que dispone de una lengua común (no como los suizos o los belgas) no es el mismo que pretendía que la Unión Europea corriera con el coste de traducir su derecho ? ¿No es este país el mismo en el que se han vivido esos esperpénticos debates en el senado, en el hubo que poner traductores simultáneos para que unos señores que hablan todos español pudieran dirigirse unos a otros en sus lenguas propias? Dada la concepción de la política y el diálogo que anima a nuestro presidente, es lógico que el personal aproveche la ocasión. No hay parida que, por el mero hecho de serlo, haya de ser preterida y marginada. Los representantes del PSOE han dado en la clave: la propuesta es “inviable”, eso es, es económicamente inviable, porque sale muy caro enseñar catalán y euskera a los funcionarios municipales de Albacete, pongamos por caso, pero esos mismos representantes, y los del PP, están intentando ponerse de acuerdo para ver cómo introducir las lenguas locales en el Reglamento del Congreso. Obsérvese que la diferencia entre ambas imbecilidades es, simplemente, de grado, pero no material. Esa es la clave del nihilismo zapaterista, que no hay ningún tipo de mínimos de seriedad fijados a priori. Se hacen tonterías hasta que el cuerpo y el presupuesto aguanten. Es más, ¿por qué habría de haberlos? Si el lendakari ha podido venir, cual jefe de estado, a presentar una propuesta de ley manifiestamente inconstitucional, ¿no merecen otras propuestas que, en sí, por lo menos, no son ilegales, cuando menos la misma consideración (ser discutidas, digo)?
Y es que no nos damos cuenta pero, en un país en el que la conformidad con la ley y la Constitución parece ser ya no un mínimo indispensable sino un atributo discutible de las propuestas –recordemos que Carod nos ofrecía graciosamente un estatuto conforme con la Constitución-, ¿cabe seriamente exigir que, además, estás se compadezcan con el sentido común? En qué quedamos, ¿es la legalidad la condición única de la posibilidad o se exige algo más? ¿y si se exige, a quién se le exige? ¿o es que las paridas de Carod en boca de Maragall se transmutan en reflexiones de fino estadista?
Insisto, esto es el talante, esto es la falta de dogmatismo y la ausencia de absolutos. Esto es zapaterismo en estado puro. Y es que una vez que el absurdo se enseñorea del panorama, resulta incluso más ilógico buscarle límites.
1 Comments:
Completamente de acuerdo. De echo ayer escribí: http://divinofracaso.blogspot.com/2005/08/carod-payaso-reir-las-payasadas-o.html
By Protágoras, at 1:59 p. m.
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