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miércoles, julio 20, 2005

EDWARD HEATH O LA EUROPEIDAD BRITÁNICA

Hace unos días murió el ex premier británico Edward Heath. La figura de Heath quedó, sin duda, empequeñecida –como la de todos los primeros ministros después de Churchill- por el ciclón Thatcher, con toda probabilidad el personaje más carismático de la política británica tras el viejo león.

Sin embargo, si por algo se recordará a Heath será por haber sido el gran promotor del ingreso del Reino Unido en el entonces Mercado Común, hoy Unión Europea. Sucedió en 1973, con él en el 10 de Downing Street, pero ya había estado involucrado en el proceso desde mucho antes y desde otros puestos.

Heath no compartía, parece evidente, la dicotomía churchilliana entre “Europa” y el “Reino Unido”. Conviene recordar que Churchill era un fervoroso defensor de la unidad europea... pero no se le ocurría pensar que el Imperio Británico –él empleaba aún esa expresión- fuese a integrarse nunca en ella. Más aún, en el pensamiento churchilliano, como en el de algunos otros líderes británicos, existía y existe una especie de contraprestación entre Europa –aún hoy sinónimo de esa otra expresión tan isleña de “el continente”- y el mundo anglosajón. En este sentido, fue capaz de iniciar el difícil proceso, en parte no concluido, de poner en hora el reloj de la soberbia Albión.

Es verdad que los ingleses parecen encontrar un placer especial a jugar a la diferencia. Pero las evidencias cantan. El Reino Unido no sólo es una parte de Europa, sino una parte vital. Es, sin duda, una de las tres naciones centrales del continente –las otras dos son Francia y Alemania- y forma parte de su espina dorsal. Ni los demás países europeos, España entre ellos, desde luego, pueden siquiera pensar en comprender su historia sin tener en cuenta el “factor inglés” (¿fue Toynbee el que afirmó que nuestra “área cultural” está formada por aquellos países que ineludiblemente hemos de tener en cuenta para comprendernos cabalmente a nosotros mismos?) ni, por supuesto, el Reino Unido podría concebirse sin los demás países europeos.

No es verdado que los ingleses se parezcan más a los americanos que a sus conciudadanos del otro lado del Canal. Como siempre, todo es cuestión de si las diferencias se quieren minimizar o se quieren ampliar, y es cierto que la lengua, las bases del sistema jurídico y otros factores importantes son muy similares a ambos lados del Atlántico, como no podía ser de otro modo. Pero ello no debe ocultar la realidad de la cercanía, de los intercambios comerciales y culturales, de las directivas comunitarias compartidas, en fin... de cuanto les une al resto, que es mucho, mucho más de lo que les separa.

Otra cosa, sin duda, es que pueda haber y de hecho haya diferentes maneras de vivir la europeidad, porque la cultura occidental es plural y, sobre todo, existan distintas opiniones acerca de qué es y qué debe ser la Unión Europea como proyecto político que aspira a materializar esa Europa unida en la que todos pensamos. En este campo, la visión inglesa es muy diferente de la que representan los países centrales del Continente, pero no creo que sea menos legítima. Más aún, dado el marasmo en el que nos encontramos gracias a la acción de estos “políticos mínimos” que padecemos, es muy bueno que haya quien, por opinar diferente, pueda aportar una nueva forma de ver las cosas, o una salida, si se prefiere.

La ilusión que Tony Blair puede generar –en la medida en que un político europeo puede generar ilusiones- se basa, precisamente, en que viene de un país no sujeto a las convenciones habituales, en que es distinto y, por tanto, quizá pueda promover fórmulas distintas que pueda merecer la pena intentar. Si hay un plan B, seguro que sólo los ingleses pueden producirlo, toda vez que otros han agotado sus ideas y otros han abdicado hace tiempo hasta del deber de pensar.

Creo, en suma, que Edward Heath estaba en lo cierto. El sitio del Reino Unido estaba y está en Europa. No, quizá, en una Europa uniforme, pero sí en una Europa más real y menos pretenciosa. Una Europa más anglosajona, en suma.

1 Comments:

  • Saludos...

    Sin duda, un espléndido análisis. Pero me parece que no tiene usted en cuenta la reacción thatcheriana. Vale que abusaba de la laca y no conectaba con el electorado, pero creo que Mz. Thatcher puso de las bases de parte del crecimiento económico del que disfrutan en UK.

    By Anonymous Anónimo, at 8:30 p. m.  

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