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miércoles, junio 15, 2005

COOPERACIONES REFORZADAS

Últimamente he oído a dos personalidades dispares traer a colación, de nuevo, la idea de la Europa de las dos velocidades. Uno es Giovanni Sartori, el otro es Alberto Recarte. Esta idea de las “dos velocidades” puede enunciarse de distintos modos, según se quiera o no presentar de forma positiva. Así, igualmente podríamos hablar de “áreas de cooperación reforzada” por ejemplo.

El pensamiento políticamente correcto ha convertido esta idea en un tabú. En virtud de no se sabe muy bien qué principio, toda Europa ha de marchar junta hacia el mismo objetivo. Más napoleónico, imposible. Bien, se constata, una vez más, que el pensamiento políticamente correcto, como todo pensamiento basado en la negación sistemática de la realidad, suele conducir a errores.

Como bien dice Sartori, no parece muy necesario teorizar sobre las dos velocidades, porque es algo que ya está ahí. La última ampliación ha abierto en el seno de la Unión una importantísima brecha. Siendo cierto que las ampliaciones hacia el Sur –a España, Portugal y Grecia- supusieron acoger en la entonces Comunidad a países notablemente más pobres que la media, estos países no se encontraban tan lejos como se encuentran los países recién salidos de las tiranías comunistas, no digamos ya naciones como Rumanía o Bulgaria, que esperan en la puerta.

No es de extrañar, pues, que esas naciones vean con recelo cualquier movimiento reformista. Bastante les va a costar ya asumir todo aquello a lo que se han comprometido como para que, encima, el objetivo se comporte como un “blanco móvil”. Los países occidentales muestran –mostramos- pues, en este aspecto, un grado de empatía francamente mejorable.

Pero es que, además, si lo enfocamos desde el ángulo positivo de las “cooperaciones reforzadas”, es obvio que estas ya existen -es decir, hay países en la Unión Europea que están más integrados entre sí de lo que lo están otros-. En el pasado, el Benelux fue un ejemplo de comunidad dentro de la comunidad. Los países nórdicos son también un área muy integrada. Pero, sobre todo, los ejemplos más destacados que parece soslayar todo el mundo son Schengen y el euro. Ni todos los países comunitarios son países Schengen ni, obviamente, son todos del euro. Algunos, como el Reino Unido, no son ni lo uno ni lo otro.

Se realista no suele ser malo como fórmula para avanzar. Los utopistas no suelen entender esto, y por eso sus utopías casi nunca llegan al estado de realidades. Es mucho más fácil construir un edificio por plantas. Es evidente que el ingreso de Turquía, por ejemplo, puede soliviantar enormemente los ánimos –el mismo Theo Waigel- se pronunciaba no hace mucho en términos muy tajantes al respecto, pero poca gente objetaría, creo, a que la UE formara una unión aduanera con este país (zona de libre cambio con aranceles comunes), que podría resultar beneficiosa para ambos y abriría el camino hacia Dios sabe donde.

Es difícil que gente tan horriblemente cursi como Borrell, por ejemplo, encuentre atractivo alguno en estos razonamientos. Siempre le parecerán mezquinos, de puro pedestres. El problema es que el método Borrell –por llamarlo de alguna manera- está más que ensayado y ya sabemos dónde nos conduce.

1 Comments:

  • El método "pedestre" fue precisamente el método de los fundadores de la CEE, los Monet, Schumann... Su idea no era tanto crear una superpotencia europea como impedir que Europa volviese a desangrarse en luchas fratricidas, impulsadas por "visionarios" como Napoleón, Hitler y otros.
    Esa idea de Europa ha sido pervertida por los actuales "europeístas" que aspiran a un superestado europeo, en el que político y burócratas pretenden atrincherarse frente a la competencia exterior y las demandas interiores de los ciudadanos.
    Detras de sus grandes palabras sólo hay egoísmo.

    By Anonymous Anónimo, at 4:51 p. m.  

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