TRASPASANDO LOS LÍMITES
A la vista de lo que va sucediendo, y toda vez que puede darse por seguro que nuestro Presidente no es tonto ni está loco, sólo queda la duda de por qué un sujeto empeña su vida en ser el primer mandatario de un país al que no es ya que no ame –que eso queda en las entrañas de cada cual y no es algo fácilmente constatable- sino que no respeta, que es algo mucho más objetivable. Misterios de la vida.
Y es que la moción que se pretende proponer al Congreso, unida a las bombas de este fin de semana hacen que la política ¿antiterrorista? abandone definitivamente el terreno de la extravagancia para entrar en la del delirio.
Sólo desde la falta de respeto más absoluta por una nación, desde el desafecto más completo por su dignidad, puede infligirse una humillación semejante a un Parlamento soberano como la que el Gobierno y su mariachi están por la labor de imponer a nuestro Congreso de los Diputados. El Gobierno puede, si quiere, con discreción, bajo gravísima responsabilidad y sin levantar mucho la voz –no con secretismo, que no es lo mismo- soslayar un tanto el derecho y tender una mano a quienes sólo se han hecho acreedores a la rigurosa aplicación del Código Penal. Pero hay un mundo de diferencia entre eso y pretender que los representantes de la Nación ofrezcan “diálogo”, ¡tomando la iniciativa! a una banda criminal. Quizá desde la absoluta falta de ideas dignas de tal nombre que caracteriza al zapaterismo, desde la total incomprensión de lo que un estado de derecho es y significa, desde ese malabarismo continuo y esa prostitución permanente del lenguaje, quepa concebir esto como monsergas, como escolástica barata (¿cómo dijo a propósito de la idea constitucional de nación el muy...? ¡ah, sí!, "fundamentalismos"). Pero quien piense así, quien desconoce lo que el plano simbólico es e implica está incapacitado para comprender los resortes de la política entendida en su sentido más noble. Y sólo desde ese desconocimiento profundo o desde una infinita mala fe se puede enlodazar de esa manera el prestigio de una Cámara que, por estar investida de la confianza directa de los ciudadanos, es el órgano preeminente, el corazón mismo del sistema constitucional.
Zapatero se apresta a cometer una terrible afrenta al Congreso de los Diputados, a la Nación misma, por ende. Sé que esto suena muy rimbombante, y está totalmente fuera de la capacidad de comprensión de quienes sólo conciben la democracia como un conjunto de procedimientos y reglas, como ZP y buena parte de sus correligionarios. El Presidente va a poner, en idéntico plano, a una banda terrorista y a la Nación española, representada por sus diputados. La Nación puede, si quiere, en uso de su soberanía, indultar, amnistiar, perdonar... pero no puede, jamás, transigir sobre su propio derecho. El Poder Legislativo no puede, nunca, ofrecer una negociación a quien, hoy por hoy, continúa pretendiendo desconocer la ley y el orden promovido por ese mismo poder. Pregunto: con independencia de que se pueda o no compartir la iniciativa “de diálogo” –en general, con independencia de que se puedan o no compartir las iniciativas gubernamentales- ¿es imprescindible rodearlo todo, absolutamente todo, de esta puesta en escena ofensiva, de esta gestualidad estúpida y grandilocuente, destinada a reforzar el aire seráfico de quien, por lo demás, nada tiene de inocente ni de bienaventurado ni, en ocasiones, de bienintencionado?
La humillación es tanto mayor cuando los representantes del partido en el poder y el propio Presidente se permiten ignorar que la banda terrorista, anteayer mismo, atentó contra la propiedad de ciudadanos con el ánimo de intimidarles. Y alguien hablaba de tregua tácita, pero ¿es posible mayor desvergüenza? ¿es posible que los representantes públicos se permitan decidir qué clase de actos terroristas constituyen una “ofensa suficiente”? Porque, en el fondo, lo que nuestros procedimientalistas piensan es que, “no ha sido para tanto”. Que unas bombas sin mayores consecuencias y la extorsión que no cesa no permiten poner en cuestión “la oportunidad”. ¿Se puede bucear más en la miseria moral? ¿Se va a definir en algún lado qué delitos son compatibles con la hipótesis de la tregua tácita y cuáles obligarían a descartarla? ¿Podemos suponer que una vida humana es suficiente o, por el contrario, las “ansias infinitas de paz” permiten asumir unas cuantas? ¿Se puede jugar a una macabra ruleta rusa con esa banda de psicópatas que es ETA (por cierto, Sr. Presidente, espero que sea usted consciente de que, de haber alguien que pensara en ese mundo, lo habría dejado hace ya mucho tiempo; espero que sea usted consciente de que si quienes condenarían en ese mundo la violencia no lo hacen es –además de porque son cobardes de natural, claro- porque quienes no están dispuestos a dejar nada no lo permiten; espero que sea usted consciente de que buena parte de la manga de criminales que es aquello vive de esto; en fin... espero que sea usted consciente de algo más en esta puñetera vida que de la manía que le tiene al PP)?
Sería patético si no fuese aterrador. El otro día, en Galicia, al dejar de condenar los atentados, al entrar a discernir –porque, lo quiera o no, eso es lo que hizo- qué nivel de violencia es “compatible con el diálogo”, al entrar en el juego de ETA, José Luis Rodríguez Zapatero se ha colocado, codo con codo, con el PNV –siempre partidario de “hacer política”, pase lo que pase-. Me imagino que lo que acabo de decir, a mucha gente le da igual, pero desde luego, para mí, representa algo muy significativo.
Me anticipo a los que van a decir que somos otros “los que caemos en la trampa”. Los tácticos. Los que miden las palabras, los tiempos y el volumen de las deflagraciones. Aquellos para los que todo tiene número, peso y medida. Seguro que todos ellos tienen una buena explicación de por qué no condenar las bombas de Guipúzcoa es conveniente –bombas cuyo fin, seguro, es que el PP “haga saltar el proceso de paz” (pronto oiremos hablar de “proceso de paz”)- y por qué insultar al Congreso es oportuno. Seguro. Y les digo que el problema es otro. Que no se esfuercen en explicarnos, a algunos, todas esas conveniencias, porque se trata de un problema de principios. Afortunadamente, la carta que ayer mismo dirigían destacados representantes socialistas a ese ser indefinible que atiende por Patxi López demuestra que no todo el socialismo está podrido de tacticismo. Queda tan solo, pues, la confianza de que puede haber relevo.
Y es que la moción que se pretende proponer al Congreso, unida a las bombas de este fin de semana hacen que la política ¿antiterrorista? abandone definitivamente el terreno de la extravagancia para entrar en la del delirio.
Sólo desde la falta de respeto más absoluta por una nación, desde el desafecto más completo por su dignidad, puede infligirse una humillación semejante a un Parlamento soberano como la que el Gobierno y su mariachi están por la labor de imponer a nuestro Congreso de los Diputados. El Gobierno puede, si quiere, con discreción, bajo gravísima responsabilidad y sin levantar mucho la voz –no con secretismo, que no es lo mismo- soslayar un tanto el derecho y tender una mano a quienes sólo se han hecho acreedores a la rigurosa aplicación del Código Penal. Pero hay un mundo de diferencia entre eso y pretender que los representantes de la Nación ofrezcan “diálogo”, ¡tomando la iniciativa! a una banda criminal. Quizá desde la absoluta falta de ideas dignas de tal nombre que caracteriza al zapaterismo, desde la total incomprensión de lo que un estado de derecho es y significa, desde ese malabarismo continuo y esa prostitución permanente del lenguaje, quepa concebir esto como monsergas, como escolástica barata (¿cómo dijo a propósito de la idea constitucional de nación el muy...? ¡ah, sí!, "fundamentalismos"). Pero quien piense así, quien desconoce lo que el plano simbólico es e implica está incapacitado para comprender los resortes de la política entendida en su sentido más noble. Y sólo desde ese desconocimiento profundo o desde una infinita mala fe se puede enlodazar de esa manera el prestigio de una Cámara que, por estar investida de la confianza directa de los ciudadanos, es el órgano preeminente, el corazón mismo del sistema constitucional.
Zapatero se apresta a cometer una terrible afrenta al Congreso de los Diputados, a la Nación misma, por ende. Sé que esto suena muy rimbombante, y está totalmente fuera de la capacidad de comprensión de quienes sólo conciben la democracia como un conjunto de procedimientos y reglas, como ZP y buena parte de sus correligionarios. El Presidente va a poner, en idéntico plano, a una banda terrorista y a la Nación española, representada por sus diputados. La Nación puede, si quiere, en uso de su soberanía, indultar, amnistiar, perdonar... pero no puede, jamás, transigir sobre su propio derecho. El Poder Legislativo no puede, nunca, ofrecer una negociación a quien, hoy por hoy, continúa pretendiendo desconocer la ley y el orden promovido por ese mismo poder. Pregunto: con independencia de que se pueda o no compartir la iniciativa “de diálogo” –en general, con independencia de que se puedan o no compartir las iniciativas gubernamentales- ¿es imprescindible rodearlo todo, absolutamente todo, de esta puesta en escena ofensiva, de esta gestualidad estúpida y grandilocuente, destinada a reforzar el aire seráfico de quien, por lo demás, nada tiene de inocente ni de bienaventurado ni, en ocasiones, de bienintencionado?
La humillación es tanto mayor cuando los representantes del partido en el poder y el propio Presidente se permiten ignorar que la banda terrorista, anteayer mismo, atentó contra la propiedad de ciudadanos con el ánimo de intimidarles. Y alguien hablaba de tregua tácita, pero ¿es posible mayor desvergüenza? ¿es posible que los representantes públicos se permitan decidir qué clase de actos terroristas constituyen una “ofensa suficiente”? Porque, en el fondo, lo que nuestros procedimientalistas piensan es que, “no ha sido para tanto”. Que unas bombas sin mayores consecuencias y la extorsión que no cesa no permiten poner en cuestión “la oportunidad”. ¿Se puede bucear más en la miseria moral? ¿Se va a definir en algún lado qué delitos son compatibles con la hipótesis de la tregua tácita y cuáles obligarían a descartarla? ¿Podemos suponer que una vida humana es suficiente o, por el contrario, las “ansias infinitas de paz” permiten asumir unas cuantas? ¿Se puede jugar a una macabra ruleta rusa con esa banda de psicópatas que es ETA (por cierto, Sr. Presidente, espero que sea usted consciente de que, de haber alguien que pensara en ese mundo, lo habría dejado hace ya mucho tiempo; espero que sea usted consciente de que si quienes condenarían en ese mundo la violencia no lo hacen es –además de porque son cobardes de natural, claro- porque quienes no están dispuestos a dejar nada no lo permiten; espero que sea usted consciente de que buena parte de la manga de criminales que es aquello vive de esto; en fin... espero que sea usted consciente de algo más en esta puñetera vida que de la manía que le tiene al PP)?
Sería patético si no fuese aterrador. El otro día, en Galicia, al dejar de condenar los atentados, al entrar a discernir –porque, lo quiera o no, eso es lo que hizo- qué nivel de violencia es “compatible con el diálogo”, al entrar en el juego de ETA, José Luis Rodríguez Zapatero se ha colocado, codo con codo, con el PNV –siempre partidario de “hacer política”, pase lo que pase-. Me imagino que lo que acabo de decir, a mucha gente le da igual, pero desde luego, para mí, representa algo muy significativo.
Me anticipo a los que van a decir que somos otros “los que caemos en la trampa”. Los tácticos. Los que miden las palabras, los tiempos y el volumen de las deflagraciones. Aquellos para los que todo tiene número, peso y medida. Seguro que todos ellos tienen una buena explicación de por qué no condenar las bombas de Guipúzcoa es conveniente –bombas cuyo fin, seguro, es que el PP “haga saltar el proceso de paz” (pronto oiremos hablar de “proceso de paz”)- y por qué insultar al Congreso es oportuno. Seguro. Y les digo que el problema es otro. Que no se esfuercen en explicarnos, a algunos, todas esas conveniencias, porque se trata de un problema de principios. Afortunadamente, la carta que ayer mismo dirigían destacados representantes socialistas a ese ser indefinible que atiende por Patxi López demuestra que no todo el socialismo está podrido de tacticismo. Queda tan solo, pues, la confianza de que puede haber relevo.
1 Comments:
Al comienzo del padecimiento gubernamental, hace ya casi un año, pensé que nuestro querido "Rodriguez" hacia "cosas raras" porque la creatura no daba más de sí. El problema actual es que su odio a la oposición( y la oposición son los diez millones de votos del PP) no tiene límites, salvo los que puedan poner los profesionales en psiquiatría. Esa situación resulta realmente peligrosa, es la primera vez que tenemos un Presidente de Gobierno que gobierna para fastidiar a la oposición y no para favorecer al ciudadano, que es el objetivo fundamental de un dirigente político. Lo de Presidente de Gobierno lo he puesto con mayúsculas por respeto al cargo que ostenta pero... que grande le queda. Va a tener usted el privilegio de ser el presidente de gobierno que peor va a tratar la Historia, y eso, si la Historia se acuerda mínimamente de usted.
F.H.
PD: por cierto, meta usted menos ruido con tanta tontería que está molestando a mis alumnos en clase. (Vive usted muy cerca de la Universidad, aunque intelectualmente no sabe ni donde queda eso)
Buenas noches a todos
By Anónimo, at 12:07 a. m.
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