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lunes, abril 25, 2005

EUSKADI: LOS CÁLCULOS ERRADOS

Mariano Rajoy pidió hace unos días, como requisito previo a la reunión del Pacto Antiterrorista la presentación de la oportuna demanda de ilegalización del PCTV. Si lo que quiere el dirigente popular es recalcar que el Pacto está muerto, puede decirlo tal cual, no hace falta que dé giros dialécticos.

La verdad es que tendría guasa, por decir algo, que la demanda se presentara ahora, tras las elecciones. Aunque nunca es descartable que los indicios hayan variado de forma sustancial con respecto a los existentes hace sólo una semana, eso es difícil de vender, con lo cual una demanda de ilegalización, además de arrojar una sombra de sospecha sobre la credibilidad de nuestro sistema democrático –obsérvese que es mucho peor, desde ese punto de vista, presentar ahora una demanda que haberla presentado en su día aun para obtener el rechazo de los tribunales; esto último es un contratiempo jurídico lógico que, por otra parte, legitima políticamente para proseguir el proceso en cuanto fuese posible; la fundada sospecha de cálculo político tiene, sin embargo, el doble efecto de haber debilitado la credibilidad del sistema y de mancillar ab initio cualquier intento posterior- podría franquear el paso a una rotunda defensa por parte de los perjudicados, mediando, por qué no, hasta querellas por prevaricación contra todo bicho viviente (nótese, que, por desgracia, ambas, demanda de ilegalización y querella por prevaricación pudieran hasta resultar fundadas en derecho).

Ya que de “certezas morales” hablamos, expondré la mía. Creo que el gobierno de ZP no puso todo de su parte para proceder contra el PCTV en busca de un escenario en el que los votos de esta formación hubieran sido los justos para privar de la mayoría al PNV, pero no suficientes como para hacer viable, sin más, una alternativa puramente nacionalista. Hablo, sin ir más lejos, de los 4-5 escaños que pronosticaban las encuestas. En estas condiciones –quizá mediando un cambio de candidato por parte del PNV- la salida “natural” del pacto con el PSE se hubiera impuesto. Hay que decir, claro está, que era requisito necesario y previsto que el PSE obtuviera un resultado mejor del que ha conseguido –los veintialgún diputados pronosticados.

Pero hete aquí que, sobre todo merced a la baja participación, el resultado dista del cálculo. El PCTV tiene 9 escaños, golpe ya de por sí demoledor. Y Juanjo sale vivo y con alternativas, porque tiene árbol donde ahorcarse. Por supuesto, esto no quiere decir que la solución final no vaya a ser, también, un pacto PNV-PSE, pero desde claves diferentes a las pensadas por ZP. De entrada, ya no puede echarse atrás en los mínimos ofrecidos –nuevo estatuto en dos años-, y sólo tiene 18 asientos en Vitoria.

Así que, a fin de cuentas, el Esdrújulo, a cambio de una expectativa capitidisminuida de pacto con los jeltzales –que ya no es una expectativa de cambio real en Euskadi, porque no habrá cambio efectivo mientras se tenga que seguir contando con ellos y, encima, como eje, como “cauce central”, en palabras del cicloturista más famoso de Llodio-, ha obtenido: a ETA en las instituciones, un parlamento con un 60 % de voto nacionalista y, sobre todo, cargarse el Pacto Antiterrorista y la poca confianza que tenía en él la derecha. También ha mandado la ley de partidos al cubo de la basura.

Como todo es cuestión de opinión, habrá quien piense que el balance es positivo, pero hay que ser Cebrián en sus mejores tiempos para explicar por qué.

2 Comments:

  • Sin ánimo de suplantar a Cebrián, yo sí creo que el escenario tras las elecciones vascas es cualitativamente mejor. Vamos por partes: el asunto del PCTV, ese partido con nombre de zorzico de Sorozábal, según expresión que he leído hace poco en algún sitio. Tengo una hipótesis alternativa a la tuya que, de momento, tampoco puede corroborarse con hechos, pero el tiempo dirá. Mi teoría es que la estrategia de Batasuna era doble, no triple: presentar, por una parte, una lista descarada, con toda la plana mayor y bajo la marca Batasuna, por si ETA declaraba una tregua indefinida o manifestaba una voluntad inconcreta de abandonar las armas, a la manera del IRA antes de Stormont, dando lugar a una coyuntura en la que hubieran podido tener alguna 'chance'; por otra parte, por si ETA no se movía, estaba la lista "limpia" de Aukera Guztiak, o como se llame eso, una versión afinada, corregida y aumentada de lo que intentaron hacer en las municipales y que les salió mal aunque no del todo, pues entonces la mayor parte de las candidaturas fueron invalidadas, pero alguna hubo que coló. La Fiscalía ganó la partida y obtuvo la anulación de la candidatura. No había plan C, pero al día siguiente del fallo sobre AG, el PP, que había apostado porque el Gobierno no iba a instar al Fiscal esta acción porque se supone que perjudicaba los intereses electorales del PSE, con su torpe desmaña habitual empezó a llamar la atención sobre este PCTV en el que nadie –o sea, nadie: Batasuna tampoco– había reparado antes. Batasuna descubrió entonces un clavo ardiendo y se agarró a él. Creo que no había plan C porque, de haberlo, sólo a un loco se le habría ocurrido elegir un nombre como ese. Fue una opción sobrevenida y desesperada, no prevista de antemano, y todavía están recuperándose de la sorpresa de lo bien que les ha salido. La idea de que el Gobierno debería haber tomado la opción política y testimonial de recurrir también esta tercera lista es defendible, como lo es su decisión de no correr el riesgo si el Fiscal y la Abogacía del Estado no veían factible un fallo favorable. Esta es la cuestión: el PP sigue en pleno berrinche porque perdió las elecciones del año pasado y es incapaz de asumir que la dirección de las iniciativas políticas no les corresponde ahora a ellos sino al Gobierno. El Pacto Antiterrorista es claro: la oposición debe secundar las iniciativas gubernamentales en este terreno, como hizo Zapatero en su momento, pero ellos no se resignan a ser oposición. La ruptura del Pacto no es sólo una manifiesta falta de responsabilidad, sino una clamorosa muestra de leso patriotismo. Además de una incoherencia: si están realmente convencidos de que la candidatura es impugnable, supongo que ellos mismos podrían instar la acción judicial mediante una denuncia, pero está claro que erosionar al Gobierno les interesa mucho más que segarle la hierba bajo los pies al nacionalismo.
    La apuesta de Zapatero es audaz y, como cualquier estrategia política, no hay garantías de que salga bien, pero ahora mismo es la única sensata para hacer frente al nacionalismo. Aunque te empeñes en decir que no ha habido ningún cambio, los hechos cantan. El Plan Ibarretxe, que el gobierno Aznar fue incapaz de parar, está hoy desactivado. Su debate en el Parlamento –una vez más contra el griterío sobreactuado del PP, que se mesó los cabellos y acusó a Zapatero de mil indignas complicidades por dejarlo llegar hasta allí– desmontó el victimismo nacionalista de un plumazo y puso de manifiesto hasta qué punto el rey está desnudo, y ha conducido a un severo revés electoral del PNV, que estaba pidiendo un clamor electoral que no se ha producido. La oferta de asumir una reforma estatutaria con amplio consenso en el País Vasco es una apuesta valiente. Si estamos convencidos –yo lo estoy– de la indignidad política del nacionalismo, no hay por qué tener miedo a una discusión abierta. Si uno tiene razón es necesario confiar en la capacidad de convicción de sus argumentos. El gran error del PP es actuar políticamente como si la realidad tuviera que plegarse a sus deseos por narices, mientras que el realismo de Zapatero busca romper el empate electoral y social que sustenta el intrincado pandemonium de la política vasca. Mientras no consigamos que una parte del electorado que vota nacionalista deje de hacerlo no hay nada que hacer, excepto mandar a los guardias o negociar una independencia vergonzante y vergonzosa. Por el momento, hay 160.000 antiguos votos nacionalistas en la abstención, paso previo, según muchos sociólogos, para un posible cambio de opción electoral. En el peor de los casos, si la estrategia de Zapatero fracasa, estaremos en la misma situación crítica de optar por los guardias o la secesión, el escenario al que conducía inexorablemente la opción estratégica del PP.
    Insisto, no se me ocultan los riesgos de la operación, que requiere un pulso templado y medido. Se puede confiar o no en que Zapatero lo tenga y, por supuesto, responderá de ello ante las urnas. Esas son las reglas del juego que al PP (y no digamos al sector más abiertamente libelista y exaltado del espectro mediático y social de la derecha) parece que le cuesta mucho trabajo aceptar. Creo que no es una aspiración delirante que, con toda la distancia crítica y los reparos que cada cual tenga, con los pareceres de cada uno sobre la conveniencia de descentralizar más o menos, con la legitimidad indiscutible de la oposición para proponer y defender posiciones alternativas, en esta coyuntura delicada los políticos responsables y amantes de su país encontraran maneras –que las hay– de disentir sin declarar inaugurado el apocalipsis un día sí y otro también. Hay muchos otros extremos dignos de comentario en este tema, pero ya habrá ocasión.

    By Anonymous Anónimo, at 8:44 p. m.  

  • Pues se te da bien lo de suplantar a Cebrián...

    Vamos a ver, sugerente tu teoría de que no había Plan C, pero no me la creo. En mi opinión, Batasuna sabía que no podría presentarse con su nombre y AG era el plan B.

    No veo por qué el plan C no pudo urdirse tras la ilegalización de AG. Podría haber sido el PCTV o una lista nueva. Una de las grandes ventajas de ese mundo es su capacidad de montar alternativas y movilizar voto muy rápidamente. Tampoco descarto que el PSOE estuviera al tanto de las maniobras desde hace tiempo (Otegi dixit y este es un cabrón, pero mentiroso no suele, no...)

    Me parece que tu tesis de la audacia de ZP es de lo más generosa. Me temo que es bastante temerario. Y, por otra parte, pareces soslayar que sus movimientos hacia ese mundo no se paran en ofertas abstractas de diálogo. ¿Quieres la paz? La puedes tener mañana: declaras la independencia del País Vasco y sanseacabó.

    No estoy en absoluto de acuerdo en que la estrategia del PP no condujera a ninguna parte, ni mucho menos. Creo que incluso tú puedes reconocer que, si las elecciones se han celebrado en un clima de "distensión", como han dicho algunos, es porque la política del PP fue notablemente más eficaz que las precedentes en cuanto a la normalización del País Vasco -sí, en Euskadi se grita, es cierto, pero ya casi sólo se grita, y eso no es porque sí, ni por la labor incansable del PNV-.

    La estrategia del PP exigía pasar por fases duras, sin duda, y también tenía su componente audaz. Por supuesto que era posible -porque así se pacto en Lizarra, entre otras cosas- que el PNV se radicalizara, como así fue, pero también era la primera vez, la primera vez en treinta años, que el PNV tenía la certeza de escuchar un NO como la catedral de Burgos.

    Ya hablaremos de este tema con calma (apunte: tengo que comprar otra botella de whisky, porque creo que la guerra de Irak acabó con la última)

    By Blogger FMH, at 9:38 p. m.  

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