EL SOCIALISMO YA NO ES CONSTITUCIONALISTA
Algunos artículos de opinión y análisis, este fin de semana, insistían en la comparación de bloques de cara a las elecciones vascas, sumando “nacionalistas” y “constitucionalistas”. Después, se hacen números acerca de cómo se prevé que va a irle a cada bloque el día 17. A mi juicio, tales cálculos incurren en un error manifiesto. El denominado “constitucionalismo” ya no existe. Dejó de existir el mismo día en que ZP alcanzó la Secretaría General del PSOE.
No existe porque la estrategia del PSE-PSOE consiste en alejarse del PP como si tiznara, así pues no puede hablarse de “constitucionalismo” como comunidad de intereses –quizá sí forman una comunidad de intereses las bases de ambos partidos, pero la dirigencia socialista no esta por la labor de reflejar eso- pero es que, además, el PSOE, a escala nacional, ha dejado de ser un partido constitucionalista –sus más importantes dirigentes, al menos-, en el sentido de que no es un partido que haga del respeto a la Constitución un principio básico de su actuación. Me explicaré.
En términos jurídicos, el concepto material de Constitución no se limita a al Texto Fundamental mismo, sino que debe incluir otras normas igualmente informadoras de la estructura básica del estado. En España, tales normas son, a mi entender: las normas orgánicas de los tres poderes –reglamentos de las Cámaras incluidos-, la legislación electoral y, por supuesto, los estatutos de autonomía. Aunque el término es muy manido y desagradable, puede uno referirse a este bloque legislativo como “bloque constitucional”.
Pese a la supremacía del Texto constitucional en sentido estricto y respetando su letra, es posible introducir mutaciones constitucionales profundas mediante el adecuado manejo del resto de esa pieza del ordenamiento. Así pues, de nada sirve que un partido, formación o lo que sea, manifieste su adhesión a la Constitución como texto normativo, porque ello no implica compromiso alguno con el marco constitucional en sentido amplio.
Es de todo punto imposible, en el actual estado de cosas, por ejemplo, pretender avanzar hacia el Partido Nacionalista Vasco –formación que, además de estar, de nacimiento, fuera del mundo occidental contemporáneo, se ha situado hace tiempo extramuros de la Constitución española, entendida en el sentido amplio mencionado- como ya es imposible ocultar que pretende el PSE y, al tiempo, respetar el marco. Una de las dos afirmaciones es falsa. Como es imposible pretender conciliar los planteamientos del Sr. Maragall –un sistema a la vasca para Cataluña- con la solidaridad interregional.
Así pues, hoy por hoy, el único partido inequívocamente comprometido con la España que conocemos es el Partido Popular. Evidentemente, lo que digo no implica ninguna valoración general sobre la conveniencia o inconveniencia de esa postura. Sólo digo que es falaz pretender que el PP está, en esto, acompañado por el PSOE.
Y esto nos conduce a una conclusión bastante grave. Los acontecimientos del País Vasco corroboran que el PSOE no ve en el PP un adversario sino un enemigo. Es decir, no hay tacticismo o coyunturalismo en la posición socialista. No se trata, lisa y llanamente, de eliminar al adversario para imposibilitar la alternancia (esto es, no se trata de dirimir quien gestiona lo que hay) sino de remover un obstáculo, el único obstáculo que existe, para proceder a una reforma constitucional que, desde luego, va mucho más allá de cambiar el Senado o lo del niño de Leti.
De ser cierto este planteamiento –y empiezo a temerme, seriamente, que lo es (la historia demuestra que en España hay dos tipos de ingenuos: los ingenuos con el nacionalismo vasco y los ingenuos con el socialismo; a ambos les suele ir fatal), la mayoría que vemos en el Congreso tendría mucho menos de accidental de lo que parece y explicaría la comodidad del Esdrújulo.
No, no es un presidente incómodo porque, a diferencia de los que le precedieron, las circunstancias no le han colocado donde no quiere estar. Más bien, todo lo contrario.
No existe porque la estrategia del PSE-PSOE consiste en alejarse del PP como si tiznara, así pues no puede hablarse de “constitucionalismo” como comunidad de intereses –quizá sí forman una comunidad de intereses las bases de ambos partidos, pero la dirigencia socialista no esta por la labor de reflejar eso- pero es que, además, el PSOE, a escala nacional, ha dejado de ser un partido constitucionalista –sus más importantes dirigentes, al menos-, en el sentido de que no es un partido que haga del respeto a la Constitución un principio básico de su actuación. Me explicaré.
En términos jurídicos, el concepto material de Constitución no se limita a al Texto Fundamental mismo, sino que debe incluir otras normas igualmente informadoras de la estructura básica del estado. En España, tales normas son, a mi entender: las normas orgánicas de los tres poderes –reglamentos de las Cámaras incluidos-, la legislación electoral y, por supuesto, los estatutos de autonomía. Aunque el término es muy manido y desagradable, puede uno referirse a este bloque legislativo como “bloque constitucional”.
Pese a la supremacía del Texto constitucional en sentido estricto y respetando su letra, es posible introducir mutaciones constitucionales profundas mediante el adecuado manejo del resto de esa pieza del ordenamiento. Así pues, de nada sirve que un partido, formación o lo que sea, manifieste su adhesión a la Constitución como texto normativo, porque ello no implica compromiso alguno con el marco constitucional en sentido amplio.
Es de todo punto imposible, en el actual estado de cosas, por ejemplo, pretender avanzar hacia el Partido Nacionalista Vasco –formación que, además de estar, de nacimiento, fuera del mundo occidental contemporáneo, se ha situado hace tiempo extramuros de la Constitución española, entendida en el sentido amplio mencionado- como ya es imposible ocultar que pretende el PSE y, al tiempo, respetar el marco. Una de las dos afirmaciones es falsa. Como es imposible pretender conciliar los planteamientos del Sr. Maragall –un sistema a la vasca para Cataluña- con la solidaridad interregional.
Así pues, hoy por hoy, el único partido inequívocamente comprometido con la España que conocemos es el Partido Popular. Evidentemente, lo que digo no implica ninguna valoración general sobre la conveniencia o inconveniencia de esa postura. Sólo digo que es falaz pretender que el PP está, en esto, acompañado por el PSOE.
Y esto nos conduce a una conclusión bastante grave. Los acontecimientos del País Vasco corroboran que el PSOE no ve en el PP un adversario sino un enemigo. Es decir, no hay tacticismo o coyunturalismo en la posición socialista. No se trata, lisa y llanamente, de eliminar al adversario para imposibilitar la alternancia (esto es, no se trata de dirimir quien gestiona lo que hay) sino de remover un obstáculo, el único obstáculo que existe, para proceder a una reforma constitucional que, desde luego, va mucho más allá de cambiar el Senado o lo del niño de Leti.
De ser cierto este planteamiento –y empiezo a temerme, seriamente, que lo es (la historia demuestra que en España hay dos tipos de ingenuos: los ingenuos con el nacionalismo vasco y los ingenuos con el socialismo; a ambos les suele ir fatal), la mayoría que vemos en el Congreso tendría mucho menos de accidental de lo que parece y explicaría la comodidad del Esdrújulo.
No, no es un presidente incómodo porque, a diferencia de los que le precedieron, las circunstancias no le han colocado donde no quiere estar. Más bien, todo lo contrario.
3 Comments:
Emilio,
El problema a mi entender no radica sólo en el hecho de que se aborde la campaña con una estrategia diferente. Es que es el conjunto el que ha cambiado de estrategia.
Al margen de cuestiones estrictamente electorales, el cambio en el PSE se produjo hace ya tiempo. Por no hacer mención de la permanencia del Partido Comunista de las Tierras Vascas.
Todo esto (y más cosas, obviamente) se traducen en una percepción no ya fuera de la constitución, sino sectaria, de lo qe está bien o mal en la política actual.
Y todo ello, sin restar mérito a los concejales también del PSE que tienen que ir con escolta. Pero, ¿por cuánto tiempo?
David
By Anónimo, at 12:38 p. m.
Emilio, no creo que los concejales del PSE amenazados estén muy contentos con la nueva línea PSE. Como botón de muestra baste leer las declaraciones de Redondo Terreros, Gotzone Mora o Rosa Díez.
Lo peor del PSOE en el Pais Vasco reside en haber ocupado el sitio hasta ahora reservado al PNV; el de la ambigüedad. Si queremos tener una visión correcta del PSE-PSOE, no nos vale con leer la prensa de Madrid, necesitamos leer la vasca. Porque, como antaño el PNV, aquí dicen una cosa y allí otra, auqnue con más finura que los de Sabino Arana.
Y cuando nos demos cuenta de que el sector Euskadiko-Ezquerra, es decir, los antiguos polimilis, están desarrollando una labor de acercamiento a los nacionalistas radicales y propugnando el diálogo con ETA, nos daremos perfecta cuenta de la jugada que, a mi entender, no es otra que alcanzar el poder al precio que sea.
Se nos fue la posibilidad de desbancar al nacionalismo del gobierno; de corregir los desmanes nacionalistas en la educación y, con ello, la esperanza de que las generaciones venideras no estuviesen intoxicadas por la mentira histórica. Y se nos fue, porque el PSOE juega al corto plazo; con el futuro que arreen otros y, con el presente, los amenazados.
Una lástima.
Felipe.
By Anónimo, at 2:05 p. m.
Pío Moa ya explicó hace tiempo que el PSOE no ha sido nunca un partido democrático, puesto que era marxista. Cuando abandonó el marxismo pareció cambiar, pero la corrupción, la obsesión de enterrar a Montesquieu y tantas otras cosas demuestran que tampoco acabó de ir por la democracia. Ahora quienes están más contentos con él son los separatistas, los terroristas y los dictadores como Castro, Mohamed VI y compañía. Está empujando el país al desastre. Por algo le llama Moa "Presidente Majadero"
By Anónimo, at 2:38 p. m.
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