PAZ, CIUDADANÍA... Y TALANTE
El Esdrújulo dijo ayer, en un acto de celebración del primer aniversario de la victoria del 14M, que las tres palabras que definen en año transcurrido son “paz, ciudadanía... y talante”. Bueno, quizá podamos discrepar.
¿Paz? Es posible. Entiendo que el presidente aludía con esto a la corrección de las políticas “belicistas” del gobierno anterior. Pero el presidente omitió que hay muchas clases de paz, agrupables en dos grandes grupos: paces que se compran y paces que se consiguen. Su actitud demuestra, a las claras, que él es de los que piensa que las paces se compran, que se puede dar algo a cambio, que las víctimas, o sus herederos, han de “hacer algo” para neutralizar el ánimo de quienes las victimaron. Él piensa que el terrorismo tiene causas. Cree que los errores de Occidente subyacen a la explosión del terrorismo internacional, como cree que el terrorismo etarra es excrecencia –intolerable, sí, pero excrecencia- repugnante de un conflicto mal resuelto. Y, si no lo cree así, sus hechos le desmienten.
La paz de los equidistantes. La paz de los que no quieren estar con asquerosos dictadores, desde luego, pero tampoco con los Estados Unidos. La paz de los que no distinguen lo principal de lo accesorio. La paz de los que no saben que los regímenes no se pesan en una balanza, sino que se ordenan como en un diccionario: “democracia” va siempre, siempre antes que “dictadura”. La paz de los que piensan que unos cuantos millonarios se lanzaron contra unas torres a causa “de la pobreza en el mundo” (inciso: la progresía, además de no hacer nada por los pobres del mundo, tiene la mala costumbre de insultarlos – les llama terroristas)
La primera víctima de estas paces suele ser siempre la justicia.
¿Ciudadanía? Entiendo que se refiere a su famosa “extensión de los derechos”. A cosas como el matrimonio de los homosexuales, que casi todo el mundo le ha dicho que es un despropósito jurídico y cultural. También ha hecho mucho por la “igualdad de género” (sic), emprendiendo una cruzada contra el plural inclusivo, verdadero martillo de opresión de las féminas. Entretanto, la defensa de la verdadera ciudadanía, ¿qué? Pues importa exactamente un comino, como ha quedado acreditado en la renuencia a investigar el escándalo del 3 % -los homosexuales se podrán casar, pero les roban impunemente, esto sí, igual que a los heterosexuales- o la verdad, sí, la verdad del 11M (esa que queríamos, ¿se acuerdan?). En general, las continuas ofensas a la inteligencia, los despropósitos encadenados han puesto de manifiesto qué poca consideración merece ese ciudadano como ser pensante, con derecho a que no se le insulte en su dignidad. ¿Qué otro nombre puede recibir un esperpento como el de la reforma constitucional, por ejemplo? ¿Qué otro nombre puede recibir el que las bases de nuestra seguridad jurídica sean zarandeadas de esta manera por el presidente del Gobierno, el del Consejo de Estado o la del Tribunal Constitucional?
¿Talante? Sí, ahí sí estoy de acuerdo. Decir que alguien tiene talante como cualidad es una estupidez supina, pero parece tener mucho efecto, así que es algo que representa muy bien la todavía breve era ZP. Una nadería absoluta, pero en boca de todo el mundo. Todo hijo de vecino tiene talante, como todo el mundo tiene trasero. Puede ser bueno o malo. Qué mejor bandera para el ejecutivo del Esdrújulo que una buena patada al genio del idioma.
No sé cuántas leyes ha aprobado el Parlamento en esta legislatura, pero creo que sobran los dedos de una mano. Pues bien, una de ellas ha sido, precisamente, para asegurarse nombramientos de jueces. Toda una muestra de buen talante.
El presidente del Gobierno se muestra solícito y presto a atender demandas de quien se encuentre incómodo en esta fea casa que llamamos España, aunque para ello tenga que ciscarse, sin mayor empacho, en las creencias o las convicciones de la mitad, si no más, de los ciudadanos.
Parafraseando a todo un intelectual como Michael Moore, si me cruzara con ZP le diría: “oye, eso que estás pateando es mi país, tío”. Seguro que a mucha gente le parece simpático que le des empellones... pero a mí me estás cayendo pero que muy mal.
Lo dicho, “paz, ciudadanía... y talante”... según se mire.
¿Paz? Es posible. Entiendo que el presidente aludía con esto a la corrección de las políticas “belicistas” del gobierno anterior. Pero el presidente omitió que hay muchas clases de paz, agrupables en dos grandes grupos: paces que se compran y paces que se consiguen. Su actitud demuestra, a las claras, que él es de los que piensa que las paces se compran, que se puede dar algo a cambio, que las víctimas, o sus herederos, han de “hacer algo” para neutralizar el ánimo de quienes las victimaron. Él piensa que el terrorismo tiene causas. Cree que los errores de Occidente subyacen a la explosión del terrorismo internacional, como cree que el terrorismo etarra es excrecencia –intolerable, sí, pero excrecencia- repugnante de un conflicto mal resuelto. Y, si no lo cree así, sus hechos le desmienten.
La paz de los equidistantes. La paz de los que no quieren estar con asquerosos dictadores, desde luego, pero tampoco con los Estados Unidos. La paz de los que no distinguen lo principal de lo accesorio. La paz de los que no saben que los regímenes no se pesan en una balanza, sino que se ordenan como en un diccionario: “democracia” va siempre, siempre antes que “dictadura”. La paz de los que piensan que unos cuantos millonarios se lanzaron contra unas torres a causa “de la pobreza en el mundo” (inciso: la progresía, además de no hacer nada por los pobres del mundo, tiene la mala costumbre de insultarlos – les llama terroristas)
La primera víctima de estas paces suele ser siempre la justicia.
¿Ciudadanía? Entiendo que se refiere a su famosa “extensión de los derechos”. A cosas como el matrimonio de los homosexuales, que casi todo el mundo le ha dicho que es un despropósito jurídico y cultural. También ha hecho mucho por la “igualdad de género” (sic), emprendiendo una cruzada contra el plural inclusivo, verdadero martillo de opresión de las féminas. Entretanto, la defensa de la verdadera ciudadanía, ¿qué? Pues importa exactamente un comino, como ha quedado acreditado en la renuencia a investigar el escándalo del 3 % -los homosexuales se podrán casar, pero les roban impunemente, esto sí, igual que a los heterosexuales- o la verdad, sí, la verdad del 11M (esa que queríamos, ¿se acuerdan?). En general, las continuas ofensas a la inteligencia, los despropósitos encadenados han puesto de manifiesto qué poca consideración merece ese ciudadano como ser pensante, con derecho a que no se le insulte en su dignidad. ¿Qué otro nombre puede recibir un esperpento como el de la reforma constitucional, por ejemplo? ¿Qué otro nombre puede recibir el que las bases de nuestra seguridad jurídica sean zarandeadas de esta manera por el presidente del Gobierno, el del Consejo de Estado o la del Tribunal Constitucional?
¿Talante? Sí, ahí sí estoy de acuerdo. Decir que alguien tiene talante como cualidad es una estupidez supina, pero parece tener mucho efecto, así que es algo que representa muy bien la todavía breve era ZP. Una nadería absoluta, pero en boca de todo el mundo. Todo hijo de vecino tiene talante, como todo el mundo tiene trasero. Puede ser bueno o malo. Qué mejor bandera para el ejecutivo del Esdrújulo que una buena patada al genio del idioma.
No sé cuántas leyes ha aprobado el Parlamento en esta legislatura, pero creo que sobran los dedos de una mano. Pues bien, una de ellas ha sido, precisamente, para asegurarse nombramientos de jueces. Toda una muestra de buen talante.
El presidente del Gobierno se muestra solícito y presto a atender demandas de quien se encuentre incómodo en esta fea casa que llamamos España, aunque para ello tenga que ciscarse, sin mayor empacho, en las creencias o las convicciones de la mitad, si no más, de los ciudadanos.
Parafraseando a todo un intelectual como Michael Moore, si me cruzara con ZP le diría: “oye, eso que estás pateando es mi país, tío”. Seguro que a mucha gente le parece simpático que le des empellones... pero a mí me estás cayendo pero que muy mal.
Lo dicho, “paz, ciudadanía... y talante”... según se mire.
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