FERBLOG

viernes, marzo 18, 2005

LA ESTATUA

La verdad es que me da no sé qué tratar este tema. Tengo la sensación de que estoy haciendo el juego a alguien y contribuyendo a perpetuar ese recurso fácil por el que los socialistas españoles, cuando no saben qué hacer o piensan que al personal le puede dar por pensar, sacan al abuelo Paco de paseo. Qué agradecidos tienen que estar a Paco. No saben bien lo que le deben. Lo cierto es que he de darles la razón en una cosa: son los reyes de la propaganda. Lo decía el guiñol de Carmen Calvo el otro día: “digo “fraila” y se me echa encima el facherío”. En efecto, a cada nueva estupidez del gobierno “el facherío” se echa encima, desatendiendo lo principal.

Porque, ¿es casualidad que el gobierno ordene –mediando casi enfrentamiento con la Policía Municipal-, la retirada de la estatua de Franco en Nuevos Ministerios justo cuando acaban de llegar a un acuerdo con ERC de preocupantes perfiles, acaban de votar con el PNV en las Juntas Generales de Álava y acaban de presentar un plan económico que la mayoría de los economistas serios consideran un brindis al sol?... Me temo que no.

Y, sin embargo, no puedo evitar comentarlo –siendo consciente de que siempre habrá algún retrasado mental profundo que me tilde de nostálgico franquista, pero eso es inevitable e intrascendente-, porque me parece increíble que se pueda seguir luciendo semejante grado de demagogia a estas alturas de la historia. ¿Cuándo demonios va a dejar la izquierda española de insultar a la inteligencia?, ¿cuándo?

Una y otra vez, siempre lo mismo. ¿Sube el paro?... moción para declarar las tapias de los fusilamientos monumento nacional, ¿las relaciones exteriores se van al garete? ...moción para que el PP condene el alzamiento nacional (perdón, la sublevación), ¿problemas con el tres por ciento?... rehabilitación de Companys.

Madrid y España entera están lleno de monumentos y edificios que recuerdan que, entre 1939 y 1975 el régimen en nuestro país fue otro. De hecho, la estatua de marras –desde luego no especialmente valiosa desde el punto de vista artístico- era uno de los recordatorios más discretos de aquella época. Por citar sólo un caso, y amén del Valle de los Caídos, quien llegue a Madrid por la A6 se topará en su entrada con el Arco de la Victoria, que todos sabemos lo que conmemora. Lo sensato es que esos monumentos queden ahí –como están, por ejemplo, los edificios de la Italia fascista-, como tantos otros que nos hablan de nuestra historia, de lo bueno y de lo malo. España en general y Madrid en particular son más antiguos que el PSOE, y raro es el rincón de nuestra geografía que no guarda buenos y malos recuerdos. Siguiendo con el ejemplo de Madrid, nuestra Plaza Mayor acogió festejos por la llegada de nuevos reyes, pero también horrendos autos de fe. Por cierto, justo a la vuelta de la esquina, en la fachada este de los Nuevos Ministerios, hay una estatua de un personaje tan nefasto como don Francisco Largo Caballero –dirigente del PSOE republicano y premio de honor al atizador de enfrentamientos entre españoles-.

No sé para qué extenderme en razones, porque quienes han ordenado retirar la estatua ya las conocen. Saben todo eso, saben que su acción es demagógica y se ciscan en ello. También saben que la Transición constituyó, en esencia, un pacto, que les vino muy bien, porque ellos no habían acumulado títulos a nada. Un pacto del que salieron reforzados como “la alternativa” que en ningún caso eran por derecho propio. ¿A qué viene, ahora, este alanceo de moros muertos?
A menudo me llama la atención que un país tan atractivo como la Argentina haya podido ser roído por ese cáncer repugnante que se llama peronismo. Me parece, sencillamente, inconcebible que una nación con semejante capital humano haya podido parir esa ralea de cleptócratas, demagogos, cantamañanas y corruptos y que, una y otra vez, el personal pida más de lo mismo.

Son ganas de ver la paja en el ojo ajeno, la verdad, y no querer ver la viga en el propio, porque nosotros tenemos nuestro peronismo, que se llama PSOE. No es de extrañar que Néstor Kirchner y ZP se lleven a partir un piñón. En esencia, viven de lo mismo. Si hay diferencias entre España y Argentina, se deben, con toda probabilidad, a que a nosotros nos tocó en el lado bueno de la geografía, cerquita de una Unión Europea que, con su fuerza ejemplificadota, nos ha ayudado a tirar para adelante.

Tenemos el gobierno más inepto de la democracia. Un gobierno que no pensaba serlo y que, en consecuencia, no tiene ni idea de qué hacer con los problemas reales del país. Así no hay quien aguante y no hay fábrica de gracietas que permita soportar cuatro años. Pero bendito sea Franco que nos dejó recursos casi inagotables. Sólo hace falta tener la indecencia y la falta de respeto por la ciudadanía que caracteriza a ZP y su mariachi. Afortunadamente para algunos, quedan aún muchas estatuas, muchas tapias y muchas fosas. La lista de caídos es, por desgracia, interminable. Además, la Logse aún no ha surtido plenos efectos, y todavía se sabe que en este país hubo una Guerra Civil.

He dicho ya algunas veces que la solución real a esto pasa, necesariamente, porque el electorado de izquierda exija, de una vez por todas, que esto pare. Que se le deje de ofender y se deje de apelar tan desvergonzadamente a sus tripas. Que deje de extender salvoconductos para incompetentes. Hasta que eso no suceda, seguiremos siendo un país democráticamente subdesarrollado. Seguiremos donde nos quieren tener.