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domingo, febrero 06, 2005

ZP: UNA BUENA RAZÓN PARA EL "NO"

Una última, e importante, razón para votar “no” en el referéndum del próximo día 20 es... que lo convoca ZP. Ciertamente, no es la única ni la principal, puesto que el texto que se propone atesora deméritos sobrados para devolverlo a los corrales con total tranquilidad de conciencia pero, ¿por qué no decirlo?, ya que convoca el Esdrújulo, el “no” tiene un regusto especial.

Se dice, y suena bien –lo dice hasta Mariano Rajoy- que nada tienen que ver las churras con las merinas o la estulticia del Esdrújulo con la cosa europea. Y así, en abstracto, es verdad. Más aún, si la propuesta fuera otra, buena en sí misma y, por añadidura, beneficiosa para España, quizá no habría razón suficiente para negarle al Esdrújulo una buena tarde de domingo. Pero las cosas no son tan fáciles. Porque quienes así se expresan se centran en la pregunta, como si el referéndum en su conjunto, el proceso, careciera de valor.

¿Alguien está en disposición de asegurar que, dada la mentada independencia, el Gobierno y el partido que lo sostiene no van a capitalizar el resultado si este es beneficioso para sus intereses?

Un eslogan tan imbécil como “los primeros en Europa” –que es tanto como decir, votemos sí “porque sí”- merece una desaprobación rotunda. Y es que, al menos yo, no puedo evitar ver en este referéndum un auténtico símbolo de la forma zapateril de ver y hacer las cosas, la insustancialidad más absoluta. Votar “sí” me haría sentir copartícipe de la actitud ante la vida del tándem ZP-Moratinos. Y es que, efectivamente, ser “los primeros en Europa” (por orden de convocatoria y celebración de plebiscitos) es un fin en sí mismo.

Por si no fuera suficiente con el espectáculo que venimos ofreciendo al mundo desde la malhadada retirada de las tropas de Irak y nuestro deslizamiento general hacia el grupo de los no alineados, se nos invita ahora a que reforcemos mansamente nuestra bien ganada fama de euroentusiastas, es decir, de pueblo absolutamente acrítico y amigo de etiquetas.

En su momento, en el Parlamento de Westminster se comentó como el Congreso español había despachado el tratado de Maastricht en... dos horas. Como puede fácilmente deducirse, no se alababa el europeísmo de los parlamentarios españoles sino que, más bien, se señalaba su absoluta irresponsabilidad. Ahora, en el más difícil todavía, nuestro Gobierno va a demostrar a sus colegas europeos que es capaz de hacer que este pueblo, en cosa de pocas semanas, se trague un tocho como la Constitución europea y vote sí, porque sí.

Es harto conveniente que, de vez en cuando, los pueblos no se comporten tan mansamente (ya sabemos que el Esdrújulo está más que convencido de que el 14 de marzo el pueblo español dio muestras de falta total de mansedumbre, pero otros pensamos que fue más bien todo lo contrario). De esa forma, los gobernantes mantienen un mínimo de respeto.

La primera ministra de Noruega, en 1995, intentó convencer a sus conciudadanos de la conveniencia de incorporarse a la UE, amenazándoles con las siete plagas de Egipto en caso de no hacerlo, sobre todo porque todos sus vecinos escandinavos iban a entrar. Los noruegos dijeron “no” y sólo el tiempo dirá si se equivocaron o acertaron (de momento, parece irles rebién). Claro que la primera ministra –Gro Harlem Brundtland, si la memoria no me falla y no me patina la ortografía, que no es fácil- dimitió ipso facto. Es una especie de convención constitucional en las democracias avanzadas: cuando uno le propone a su pueblo todo un proyecto de vida y su pueblo lo rechaza, es el momento de hacer mutis por el foro. El socialismo español nunca ha sabido nada de convenciones constitucionales ni de actos debidos en democracia, por lo que es muy previsible que no sucediera lo mismo pero, ¿es consciente el Esdrújulo de la trascendencia que tiene, en democracia, preguntar al pueblo?

No cabe llamarse a engaño. Para las consultas técnicas, está el Consejo de Estado. Todo lo demás, conlleva riesgos. Si es que ya lo dice Felipe González.