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lunes, enero 31, 2005

SAMPIETRO Y LA "EXCEPCIÓN CULTURAL"

La gala transcurrió conforme a lo previsto. En paz y sin alharacas, como corresponde al primer año triunfal.

También el discurso de Mercedes Sampietro –cuya inquina contra las libertades solo es parangonable con su gran talento como actriz- se ajustó punto por punto a lo que cabía prever. En efecto, nada de autocrítica. El cine español padece un complot judeomasónico que no cesa. Ya no basta con el diezmo habitual, es preciso que, además, se limite la competencia. Hace falta la “excepción cultural”.

Haríamos bien en irnos enterando y empezar a ver películas españolas a troche y moche porque, en caso contrario, me temo que nuestros creadores se van a ver obligados a pedir el auxilio de la fuerza pública, para que nos conduzca a las salas de grado o por la fuerza. Y es que somos contumaces.

La “excepción cultural” quiere decir que deben hacerse cosas como reservar cuotas de pantalla al cine español o prohibir los doblajes. Algún lumbreras ha concluido que, si en la Gran Vía los cines sólo ponen películas españolas, pues la gente las verá. El lumbreras no considera, simplemente, la eventualidad de que la gente deje de ir al cine.

La “excepción cultural” es una de las formas más execrables de proteccionismo, porque potencia algo tan insano como la endogamia y el ombliguismo. Se practica sólo en Francia, que es el único país en el que la mafia cultureta está, incluso, mejor organizada que aquí. Por supuesto, cuanto más se protejan, peores serán las películas, aunque parezca difícil que personajes como Willy Toledo pierdan algo de la poca calidad interpretativa que tienen. Por cierto, la “excepción cultural” ¿alcanzaría a todo el cine extranjero, sólo al americano o sólo al americano que no se presente al festival de Sundance?

Muy bien el canto contra la piratería. Muy bien, sí señor. Muy bien esa defensa de los derechos de autor... por parte de quienes encuentran de lo más fetén a los ocupas y todo tipo de prácticas atentatorias contra los bienes ajenos. Lo dicho, como siempre, está bien el comunismo... pero la vaca es mía.

La presencia del Esdrújulo ayer entre el público –prefirió ir a los Goya antes que al Foro de Davos, y eso lo dice todo del personaje- hace albergar todo tipo de grandes esperanzas. Casi seguro que habrá “excepción cultural”, incluso puede que el cine español sea obligatorio en los colegios. Lo que puede que deje de haber, del todo, son espectadores.