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miércoles, febrero 09, 2005

Y CONDI SIN VENIR

Sucedió lo que tenía que suceder. Al cabo del tiempo, vuelve el Secretario de Estado de EE.UU. y visita a los aliados de siempre, más algunos nuevos. Hasta el próximo rifirrafe, que en ningún caso será tampoco definitivo. Siempre hay algún tarado que, con el ruido de la tangana, va y decide que es el momento de iniciar la lucha por la liberación de los pueblos, de rescatar a los oprimidos y demás. Todo vuelve a la calma, salvo el tonto del grupo, ¿adivinan quién?, que, en lugar de irse a su cuarto para escenificar el enfado, se fue de casa y se dejó las llaves dentro.

Entre las posiciones de Francia –sinónimo de la vieja Europa- y España hay muchas diferencias, como se ve. No hay ninguna coincidencia esencial que nos obligue al pacto de sumisión permanente. Hay múltiples argumentos para demostrar esto pero, por si no bastaran, el curso que toman las relaciones EE.UU.-Francia son un buen ejemplo.

Francia tensa la cuerda hasta donde puede. Hace lo que se puede permitir, ni más ni menos. Se opusieron a la guerra de Irak porque tenían muy buenos motivos para ello –completamente ajenos a la moral, desde luego- y porque usan la escena global para atender también intereses regionales. Por supuesto, siempre estará dispuesta a abandonar eventuales aliados a su suerte. La victoria electoral de George Bush fue el signo evidente de que la cuerda no podía tensarse más. Tocaba volver a las relaciones amistosas. Y así va siendo, no sin colaboración de George W., que sólo es tonto para los progres de medio mundo.

España, por el contrario, ha tensado la cuerda mucho más allá de donde podía. Y, además, donde los demás ven señales de vuelta, los nuestros ven signos de que hay que perseverar en el intento, haciendo lobby procastrista en Bruselas y haciéndonos bolivarianos. Y, claro, Condi no viene.

Ya no nos podemos quejar de mala suerte. Más bien al contrario, las especiales relaciones Aznar-Bush nos habían situado en una posición bastante impropia de nuestra importancia real. Una ocasión para aprovechar, sin duda. Pero no supimos. Nuestros progres han tenido que hacer su cagadita. Antes la causa que cualquier otra consideración.

Lo dicho, y Condi sin venir.