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jueves, febrero 10, 2005

LOS SUPUESTOS COSTES DEL "NO"

Hoy se publican en prensa varios artículos explicándonos, más que por qué hemos de votar “sí”, por qué no podemos votar “no”. En particular, Ramón Pérez-Maura insiste en la idea, por lo demás muy respetable, de que el centro-derecha español se juega aquí el ser o no ser.

Insisto: la Constitución es, en el mejor de los casos, prescindible. Es cierto que refunde la multitud de Tratados vigentes en uno solo, y eso puede ser bueno, pero no justifica que los jefes de Estado y de Gobierno se presenten como Monnet, Schumann y De Gasperi redivivos.

Se argumenta que Europa no iba a entender un “no”, que se iba a percibir como desagradecimiento por parte de España. Ante esto, hay que responder que, para empezar, no éramos conscientes de que las ayudas europeas crearan un vínculo de eterna servidumbre. Hasta donde yo conozco, España ha hecho –mejor que muchos otros- lo que se debe hacer para justificar el esfuerzo de nuestros socios: invertir bien esas ayudas y lograr acortar la distancia de renta con la media, renta que, en buena medida, se emplea para comprar productos europeos. Pero es que, además, no veo a qué viene esa súbita preocupación por la imagen exterior de España cuando, tras dar un espectáculo poco comprensible después de un atentado terrorista sin precedentes, tenemos un gobierno que ofende a la inteligencia de propios y extraños y lleva una política exterior digna de una república africana (dicho sea sin ánimo de ofender). ¿Es el pueblo el que tiene que poner toda la coherencia?

Se vuelve a insistir en la idea de que no se está plebiscitando a Zapatero, sino votando para otra cosa. Y hay que volver a decir que esa conclusión es tan impecable –es evidente que no plebiscitamos al Esdrújulo- como incierta: el referéndum no puede aislarse de las circunstancias políticas del país, y el que lo convoca, lo sabe. Entre otras cosas, porque el referéndum, la convocatoria, es también un acto de política interior. Y un acto en el que el Gobierno ha demostrado su falta absoluta de respeto por la ciudadanía, arengándola con mensajes idiotas.

¿Y el centro-derecha? Es verdad que el centro-derecha, o sea el PP, puede salir perjudicado. Pero es que eso va a suceder pase lo que pase con el resultado. Si gana el “sí” con un respaldo suficiente, el PSOE capitalizará el éxito –entonces no les resultará tan desagradable la idea de plebiscitar al Esdrújulo-. Si gana el “no”, se producirá la satanización del PP y sus votantes. No hay solución posible. Como, en general, no hay solución posible al eterno problema que parecen querer resolver algunos: cómo hacer que la izquierda española y sus medios de comunicación le perdonen la vida al Partido Popular y le den carta de naturaleza. Sencillamente, de ninguna manera. La izquierda española es guerracivilista por convicción y por sentido de la oportunidad, así que más vale que la derecha procure aislarse mentalmente y actuar en función de sus propios principios.