AHORA NOS TRATAMOS CON GIBRALTAR
Mi opinión con respecto al asunto de Gibraltar es sencilla: hay que atenerse en todo caso a la legalidad de los tratados. Esto quiere decir que, por una parte, la reclamación española de la soberanía del peñón está fuera de lugar, porque fue cedido en el marco de un tratado internacional –reclamar Gibraltar es como reclamar el Rosellón- (ojo, me refiero estrictamente al peñón, que no a las adiciones posteriores realizadas por el Reino Unido y no fundadas en título alguno). También quiere decir, lo cual es más importante, que la potencia colonial soberana, el Reino Unido, debería garantizar el cumplimiento de las normas comunitarias, y todas las demás, en la Roca. En resumidas cuentas, nosotros respetamos la soberanía inglesa –con nuestro derecho preferente en caso de que ésta cese algún día- y los llanitos empiezan a cobrar impuestos a las sociedades inscritas. Es probable que este sencillo trato haga inviable la existencia de la colonia, pero eso no es nuestro problema.
Estando las reglas de juego tan claras, es fácil concluir que Gibraltar no debería ser interlocutor de España para nada. Siendo así, no se entiende muy bien qué demonios hacían el otro día discutiendo sobre el uso conjunto del aeropuerto el Reino Unido, España... y Gibraltar. ¿Qué pinta ahí Gibraltar, si puede saberse?
Se citó como ejemplo de posible fórmula técnica de colaboración el de los aeropuertos franco-suizos de Ginebra y Basilea-Mulhouse. Está bien, puede ser una solución. Pero es que el aeropuerto de Basilea, por ejemplo, es eso, franco-suizo, no franco-basileo. El cantón de Basilea no es interlocutor de Francia, ni de nadie fuera de la Confederación Helvética.
Gibraltar hará siempre lo que Londres le diga. Lo de dar voz a Gibraltar, lo de meter a los llanitos en las discusiones, es la forma que los ingleses –infinitamente más listos que la media de nuestros gobiernos, y no digamos ya que el actual- han encontrado de complicar un poquito más las cosas. Es lo único que nos faltaba por ver. Bueno, quizá, cuando se abra la ruta Bilbao-Gibraltar, habrá que montar negociaciones cuatripartitas. Que algo tendrá que decir Ibarretxe, digo yo, ¿o son las diputaciones?
Quizá sea posible, también, que nuestra diplomacia esté en situación no de reunirse con quien quiere, sino con quien puede. No le podemos hacer ascos a ningún interlocutor, se conoce. Tengo entendido que el presidente andorrano ha venido ya varias veces. Qué amable, el hombre.
Estando las reglas de juego tan claras, es fácil concluir que Gibraltar no debería ser interlocutor de España para nada. Siendo así, no se entiende muy bien qué demonios hacían el otro día discutiendo sobre el uso conjunto del aeropuerto el Reino Unido, España... y Gibraltar. ¿Qué pinta ahí Gibraltar, si puede saberse?
Se citó como ejemplo de posible fórmula técnica de colaboración el de los aeropuertos franco-suizos de Ginebra y Basilea-Mulhouse. Está bien, puede ser una solución. Pero es que el aeropuerto de Basilea, por ejemplo, es eso, franco-suizo, no franco-basileo. El cantón de Basilea no es interlocutor de Francia, ni de nadie fuera de la Confederación Helvética.
Gibraltar hará siempre lo que Londres le diga. Lo de dar voz a Gibraltar, lo de meter a los llanitos en las discusiones, es la forma que los ingleses –infinitamente más listos que la media de nuestros gobiernos, y no digamos ya que el actual- han encontrado de complicar un poquito más las cosas. Es lo único que nos faltaba por ver. Bueno, quizá, cuando se abra la ruta Bilbao-Gibraltar, habrá que montar negociaciones cuatripartitas. Que algo tendrá que decir Ibarretxe, digo yo, ¿o son las diputaciones?
Quizá sea posible, también, que nuestra diplomacia esté en situación no de reunirse con quien quiere, sino con quien puede. No le podemos hacer ascos a ningún interlocutor, se conoce. Tengo entendido que el presidente andorrano ha venido ya varias veces. Qué amable, el hombre.
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