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sábado, julio 09, 2005

INEVITABLES COMPARACIONES

Las inevitables comparaciones entre Londres y Madrid siguen sucediéndose en todos los foros.

La comparación sólo puede mover a la vergüenza, esa es la verdad. Cuanto más pasan las horas, más se agranda la brecha que se abrió ese malhadado 11 de marzo entre España y el mundo civilizado del que presumía de formar parte y del que nunca estuvo más cerca.

Algunos se empeñan en querer ver nuestras desdichas presentes –entre las que destaca padecer el gobierno más inepto de la democracia- el resultado de un accidente. Pero no es verdad. Es cierto que los trágicos ataques del 11M fueron un detonante y un fenómeno anormal. Pero la palabra “accidente” cuadra muy mal, en primer lugar porque un atentado terrorista nada tiene de accidental pero, sobre todo, por la evidencia de que no hay deflagración sin explosivo.

Lo sucedido en Londres lo demuestra. De poco sirve arrimar lumbre a la mecha de un barril vacío, sin pólvora. Para que un 11M resulte como resultó, las cotas de miseria moral de la sociedad tienen que ser muy altas. Los terroristas lo saben, claro. Saben que de nada sirve atentar la víspera de unas elecciones generales en un país como el Reino Unido, a no ser que lo que se busque es llevar en volandas al gobierno de turno hacia una mayoría apabullante (o, quizá, que las elecciones se suspendan en una muestra de fair play, no de la oposición para con el gobierno, sino del gobierno para la oposición – porque en las democracias normales, la que en una coyuntura desastrosa se ve privada de sus armas naturales en el lance político es la oposición).

Pero sabían, saben que España no es el Reino Unido. Sabían perfectamente –porque la condición de loco fanático no es incompatible con la de ser pensante y con capacidad de análisis (mediando formación universitaria, claro, porque estos “desheredados de la tierra” andan sobrados de medios para pagar matrículas)- que la oposición española no era leal, ni lo ha sido nunca. Sabían perfectamente que el cainismo es la moneda corriente en nuestro país. Y sabían, por supuesto, que siempre pueden contar con el apoyo impagable de una serie de medios de comunicación que pugnan desde hace años por hacerse un hueco en la historia universal de la infamia y que, desde ese día, creo que lo tienen asegurado.

Y lo que sabían, en última instancia, es que esta no es una cuestión de políticos o periodistas, sino que unos y otros tienen siempre a medio país detrás. Esa es nuestra tragedia. La tragedia de que el único rasgo de normalidad de España es, precisamente, que, como en todas partes, al menos en todas las sociedades democráticas, los políticos son trasunto de la sociedad, y no al revés. Millones de personas escuchan cada día esa emisora que se autoconcedió un Premio Ondas por una cobertura mediática que muy bien puede merecer el calificativo de desestabilizadora, cuando no de golpista. Y gozan con ello, porque les permite canalizar odios ancestrales que anidan en sus corazones. Odios que, con buena voluntad, se atemperarían e irían cicatrizando, pero que mucha gente quiere mantener vivos. Esos odios son el salvoconducto de algunos hacia la perpetua irresponsabilidad y no lo piensan perder así como así.

Se ha vuelto a insistir en la dichosa idea de las Azores y la guerra de Irak, pese a que está archidemostrado que la amenaza islámica es muy anterior (hay voceros progres que admiten este razonamiento y entonces... la toman con Israel, que es la verdadera causa de todos los males). No merece la pena gastar una sola línea en volver sobre este tema. Otros ya lo han hecho con tanta solvencia como paciencia (Glucksmann, por ejemplo).

Hay quien se resiste a aceptar la idea de que hay quien puede odiarte por lo que eres y no por lo que haces. Esta impresión de que “algo debemos de haber hecho” cuadra muy bien con más de cien años de autoculpabilización. Va a nuestros sesentayochistas como anillo al dedo. Bin Laden y su piara son, en última instancia, la prueba del nueve de que todos ellos tenían razón, que este sistema era y es intrínsecamente perverso y, por tanto, debe ser destruido. No se dice, cosa razonable, que podamos haber cometidos errores, sino que somos un error, de entrada.

Toda vez que ellos tienen su parte de razón, apliquemos el “diálogo” a buscar un armisticio. Supliquemos piedad. Démosles aún más asco, si cabe.

Los samurai japoneses, cuyos códigos aún estaban vigentes en la Guerra Mundial, no podían entender cosas como la Convención de Ginebra. No podían entender cómo, a la humillación de la derrota, había quien añadía la vergüenza del acomodo en la situación de prisionero y, encima, pedía ser tratado dignamente. ¿Cómo podían aquellos sujetos pretender seguir viviendo, privados de su honor militar? ¿Qué sentido podía tener la vida, desde entonces?

Nuestros queridos multiculturalistas son incapaces de razonar multiculturalmente. ¿De veras hay quien cree que España está ya libre de amenaza sólo porque nuestro Presidente del Gobierno infligiera a nuestras Fuerzas Armadas, nada más llegar al poder, la mayor de las humillaciones? ¿Alguien cree que nuestro descrédito es suficiente para comprarnos inmunidad? ¿Por qué estábamos en alerta anteayer, entonces? Una cosa es segura: enseñamos a los terroristas que pueden conseguir cosas asesinando, masacrando a inocentes –hoy mismo, por cierto, el presidente Mubarak afirma que Egipto no va a abandonar Irak-, y les invitamos a probar suerte en otras partes (bien es verdad que hay pocos países tan guerracivilistas como España y con tanto malnacido por metro cuadrado, así que es complicado repetir la jugada), pero ¿desde cuándo un chantajista deja de chantajear cuando obtiene lo que pide?... pagas la primera vez, pagas siempre.

El hecho de ser tan miserables como un Carod Rovira puede llegar a servir con gente como ETA – e incluso esto es difícil, no nos engañemos, porque, a nivel nacional, no podemos ofrecer objetivos alternativos, que es lo que hizo Carod. Pero no con quienes ven el mundo como lo ven los integristas islámicos. No va a haber rincón del mundo donde nos podamos esconder. Aunque cortáramos todos los vínculos con nuestros aliados occidentales, seguiríamos teniendo nuestros propios pecados que expiar, no se olvide.

El 14M clamamos por el deshonor. Ya tenemos deshonor... y tendremos también la guerra. Los ingleses lo tienen muy claro –entre otras cosas porque ya probaron la “vía española”... y Londres fue bombardeado durante dos años-, y se han ahorrado el primer paso.

7 Comments:

  • Excelente artículo.

    By Anonymous Anónimo, at 5:38 p. m.  

  • ¡BRAVO! Genial artículo.

    By Anonymous Anónimo, at 8:41 p. m.  

  • Tienes toda la razón, tenemos lo que nos merecemos y estamos a por lo menos dos generaciones de la normalidad

    By Anonymous Anónimo, at 9:50 p. m.  

  • Guerra... ¿contra quién?, ¿contra qué?. Y no me vale "el terrorismo", islámico o de otro credo, eso es como decir que hay que luchar contra el hambre: una obviedad. La cuestión es evitar que esto siga sucediendo y, de momento, sólo veo palabras vacías, tan grandilocuentes como vacías.

    By Anonymous Anónimo, at 4:10 a. m.  

  • Guille, no es correcto hablar de "guerra contra el terrorismo", porque el terrorismo es una estrategia, no un enemigo. Es como decir "guerra contra la blitzkrieg".

    El combate ha de librarse contra quienes usan esa estrategia. Y ha de librarse en todos los frentes y de todas las maneras posibles.

    Desde mi punto de vista, la fuerza militar no es la solución, sino parte de ella. Además, hay que extenderse a otros ámbitos (diplomático, policial, político, económico, etc).

    By Anonymous Anónimo, at 12:51 p. m.  

  • Sólo dos cosas. Primera, que en España antes del atentado las cosas estaban -según las encuestas- bastante igualadas. El porcentaje que cambió opinión a resultas de las bombas, aunque tuvo incidencia electoral, fue relativamente pequeño. Me niego a condenar a todo un país por esos pocos. Segundo, es muy difícil aventurar lo que hubiera pasado en el Reino Unido si hubiese elecciones un par de días después. Tal vez no fuesen muy distintos de nosotros, o tal vez sí.

    By Anonymous Anónimo, at 9:55 a. m.  

  • Tras los atentados de Londres, llevamos varios días oyendo el demagógico argumento sobre lo ejemplar del comportamiento del pueblo británico en comparación con la humillante actitud de los españoles.

    En primer lugar, hacer política ficción es muy fácil. Tendríamos que ver en realidad qué hubiera ocurrido en el Reino Unido de haberse producido los atentados dos días antes de unas elecciones.

    En segundo lugar, todavía no he oído a Blair defender la teoría de que ha sido el IRA, o una célula irreductible de esta organización, el autor de los atentados.

    Recordemos, por el contrario, que en España el gobierno se valió de los medios de comunicación públicos para extender la sensación de que se estaba ante un atentado de ETA: ¿o ya no nos acordamos de aquel reportaje sobre la situación de las víctimas en el País Vasco emitido el sábado a las 11 de la noche en TV1 en sustitución del programa de Jose Luis Moreno que, por cierto, no faltó a su cita en los ocho años de gobierno del PP? ¿O tampoco nos acordamos de cómo se forzó a las Naciones Unidas para que emitieran una resolución condenando un atentado de ETA cuando el gobierno no tenía pruebas concluyentes?

    Tercero: la decisión de abandonar Irak no se tomó al día siguiente de las elecciones. Era una promesa del Esdrújulo, apoyada por más de la mitad de los españoles (incluidos muchos votantes del anterior gobierno).

    Cuarto: a lo mejor es que Blair tiene más claro que Aznar el porqué fue a la guerra de Irak. Quizá Aznar todavía hoy tiene problemas para explicar su decisión. ¿De verdad se creyó que había armas de destrucción masiva, o después, lo de la estrecha relación de Bin Laden con Sadam? Porque si no se lo creía, debería haber explicado cuál fue en realidad la razón que le llevó a enviar las tropas (e incluso es posible que resulte más convincente y merecedora de apoyo). Y si se lo creyó, debería pedir explicaciones a su amigo Bush de por qué la realidad ha desmentido hasta el infinito lo de los famosos camiones que rodaban por las carreteras de Irak fabricando armas químicas, según los dibujos que presentó el Secretario de Estado norteamericano en las Naciones Unidas. ¿O también se cree la gilipollez de que al presidente norteamericano le mal informaron sus servicios secretos?

    Cuando las cosas no se explican, los argumentos son mentiras, y, además, nos creemos unos vaqueros (aunque tengamos dificultades para movilizar a nuestros propios soldados) puede ocurrir... lo que ocurrió: que se deja en manos de un pequeño porcentaje de votos la posibilidad de dar un vuelco a lo que todos, incluido ZP, suponían iba a ser una victoria del PP, dando pie, en la actualidad, a que se esgrima con frivolidad lo degradante de algunas actitudes.

    Y si sólo nos fijamos y juzgamos el comportamiento de unos, como se hace en el artículo, el análisis de la realidad queda cojo y las conclusiones se resienten.

    By Anonymous Anónimo, at 10:16 p. m.  

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