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domingo, mayo 22, 2005

A PROPÓSITO DEL CENTRO

Hoy es domingo, y los domingos ya se sabe que da uno rienda suelta a las ideas. Ayer mismo, hablaba con un amigo sobre la idea del centro político. Y es algo sobre lo que tengo dicho que volvería, en algún momento. Aprovechemos el domingo.

Le decía a mi amigo que el centro es una práctica, no una idea. La acción política es de centro. Los principios políticos, no. Me explicaré.

Es absolutamente cierto que el político práctico en su acción de gobierno, ha de ser moderado (si se quiere, ha de orientarse al centro, entendido como zona intermedia del espacio electoral). Así debe ser, al menos en una democracia. Y ello por dos razones:

La primera es que el elector casi nunca, por no decir nunca, suscribe un programa electoral al cien por cien, ni comulga con las ideas de un determinado partido de forma total. La oferta en unas elecciones está restringida a una serie de modelos de “talla única” entre las que no hay más cáscaras que escoger. Los liberales somos, en este sentido, un buen ejemplo: no hay partido en el espectro electoral que nos represente, así que nos vemos, por necesidad, forzados a asumir idearios más o menos próximos, sea escorados a la derecha, sea escorados a la izquierda. En consecuencia, el partido ganador debe tener siempre en cuenta que el respaldo con el que cuenta es un respaldo matizado.

En segundo lugar, en el terreno de los principios, aun en el supuesto de que la mayoría fuese absolutamente monolítica, en la rara eventualidad de que no hubiera ningún tipo de matiz en el cuerpo electoral que apoya al gobierno, seguiría quedando el nivel de respeto imprescindible por quienes no lo apoyan. El freno necesario del respeto a la minoría, tanto mayor cuanto más grande sea esa minoría, lógicamente.

Es insensato, por tanto, pretender que algún partido político obtiene en las urnas mandato para desarrollar su programa máximo. El político en acción de gobierno, el político práctico, deberá, por necesidad, modular sus actuaciones, en función de múltiples circunstancias. Así es la política, como arte práctica.

La no observancia de estas reglas anteriores es, por ejemplo, lo que permite calificar, a todas luces, al gobierno ZP como un mal gobierno. Mal gobierno porque opera, sobre la base de una muy precaria base electoral, traducida en el Parlamento en coaliciones imposibles, como si disfrutara, en primer lugar, de la más holgada de las mayorías y, además, como si esa mayoría apenas tuviera en sí disenso alguno. Además, falta al respeto e ignora de forma manifiesta a una minoría que, por las circunstancias de la coyuntura política española es muy, muy significativa.

Pero saber que la práctica habrá de ser moderada no es una idea útil en absoluto para construir un discurso político dotado de cierta sustancia. Se “está” en el centro, pero no se “es” de centro. Los partidos políticos cumplen muchas funciones en el estado contemporáneo. Ciertamente, una de ellas es operar el mercado electoral y servir de base para el funcionamiento de las instituciones. Pero otra, no menos importante, es la producción de discurso –por más que en España esta sea una función muy preterida-, de ideas-fuerza, de soporte ideológico orientador de una acción de Gobierno.

Hasta los partidos-ómnibus como el PP o el PSOE, destinados a agrupar espectro enormemente diversos de votantes, necesitan un núcleo mínimo de ideas básicas. Y esas ideas han de ser distinguibles, han de servir para inspirar, siquiera vagamente, después de muchos matices, una línea de actuación.

Pues bien, la “moderación”, el “justo medio” o “el centro” no son, en sí mismas, ideas políticas, sino pautas en la aplicación. Más aún, empleadas como base del discurso, pueden legitimar la contradicción permanente, contradicción que es incluso admisible –sin llegar a extremos zapateriles, claro- en el día a día, pero intolerable en el terreno teórico. Quizá un ejemplo me ayude a explicarme: un partido político que aspire a gobernar España ha de tener, entre otras muchas ideas, un modelo de estado claro (y, en tanto claro, explicable y, por supuesto, criticable) –lo que luego pueda implantar de él en la práctica dependerá de muchos factores-, pero no puede plantear como modelo algo entre dos aguas, o la ausencia de modelo.

Es inevitable que, en cuanto las ideas se hagan expresas, queden automáticamente adscritas a un determinado campo: izquierda o derecha. No es que esas etiquetas tengan siempre el mismo valor, pero sirven para orientarse y no hay por qué tenerles miedo.

Y esto me lleva a otra idea: la querencia española por “el centro” tiene, como todo el mundo puede imaginarse, raíces históricas claras. “Centro” es un vocablo vergonzante para denotar “derecha” en nuestro país donde, paradójicamente, apenas se usan términos como “demócrata cristiano”, “conservador” o “liberal” –con sus combinaciones-. El horror a la derecha hace que se pierdan incluso los múltiples matices que podrían adornar al término.

Entiendo que hay también un cierto componente casual. Que los que apoyaban en su día a Suárez –no se me ocurre definición más comprensiva- vinieran a llamarse “centro” introdujo la palabreja en el discurso, y aquí se quedó. Aquello tenía mucho de coyuntural, como luego se vio después, pero en la Transición hubo mucha gente que pensó que UCD era uno de los partidos destinados a articular el sistema político español y eso, aparte de tener importantísimas consecuencias en los campos más variados (diseño del sistema electoral, por ejemplo, o configuración de la posición constitucional del Presidente del Gobierno), debió llevar a algunos a creer que su discurso político tenía algo de sustantivo.

Que la palabreja siga dando tanto juego a estas alturas es más que significativo. Bueno, lo dicho, feliz domingo.

4 Comments:

  • En el centro es donde está la mayoría del electorado flotante, los indecisos, que son los que deciden las elecciones. No es algo abstracto, en el centro es donde se deciden. Aznar giró al centro no porque "derecha" apestara, si no porque era la única manera de ganar.

    Por cierto, si se miran la encuestas, ZP y el PSOE están mucho más cerca del votante mediano que Rajoy. El PSOE no es un partido radical, ni mucho menos; la mayoría del electorado está más cerca de ellos que del PP.

    Oye, por algo no pierden ni una sóla elección desde las Catalanas del 2003. (ganaron esas, la municipales y autonómicas, las generales y las europeas, quedaron por encima del PP en las vascas. Para ser radicales, ganan muy a menudo).

    By Blogger R. Senserrich, at 6:02 p. m.  

  • las catalanas las ganó CIU y las municipales el PP, las europeas las empató a diputados con el PP después de la maniobra de Irak en apoyo del terrorismo islámico. Y en cuanto a las generales fue un golpe de estado.

    Un saludo.

    By Anonymous Anónimo, at 7:11 p. m.  

  • Por eso es un partido extremista, independientemente del resultado electoral ellos ganan, pero no gracias a los votantes indecisos sin ideología política (=centro), sino gracias a que están vampirizando a comunistas y demás IU.
    Fastidiar a los liberales, a la derecha, a los americanos, a la oposición a dictaduras hispanoamericanas, a los saharauis y a los católicos es una política tan centrista como la de fidel castro o Chávez. Ese es el reflejo de lo que son 10 millones de españoles.
    Si se pudiera realizar el ejercicio de computar los votos unidos de IU y PSOE (sistema d´hont incluido) en las elecciones de 96 y 2000 quizás los resultados hubieran sido diferentes. Si el PP se ocupa en buscar el centro nos quedan 20 años de ZP, porque aburrirán hasta a las ovejas.
    Un partido político tiene que ocuparse de sus ideales y de su base electoral, y si son coherentes y no "políticos" el resto los votará.

    By Anonymous Anónimo, at 8:55 a. m.  

  • Egócrata: lo que apuntas es otro argumento para desestimar la idea de centro.

    Como bien dices, el centro es un concepto flotante, si se define como "lugar donde está la mayoría del electorado". Así pues, ¿el PSOE es de izquierdas o de centro?, ¿el PP era de derechas o de centro?

    Si el canon es que es de centro cualquier partido que gana elecciones, la conclusión es que son de centro todos los partidos que gobiernan y no son de centro los que están en la oposición.

    ERC gobierna en algunos ayuntamientos, ¿es de centro en esos municipios?

    No te niego que la idea de que todos terminen siendo de centro tiene cierto cínico atractivo, pero me reafirmo en que un concepto que no sirve para discriminar nada es un concepto inútil.

    Saludos

    By Blogger FMH, at 9:26 a. m.  

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