EL VALLE DE ARÁN
El valle de Arán ha reclamado un estatus de libre asociación con Cataluña. Y, como era de esperar, el Consejero Jefe de la Generalitat ha respondido que sí, que muy bien, que el valle de Arán tiene sus peculiaridades a las que se debe prestar atención, pero que eso lo decidirá el Parlamento Catalán. En román paladino: el ente matriz, el Principado, no va a pactar nada con una comarca de la provincia de Lérida –que eso es, administrativamente hablando, Arán-. En consecuencia, Cataluña no pacta, regula.
El valle de Arán, aunque esto lo sepa poca gente, además de ser el trozo más rico de la rica Cataluña, tiene una entidad histórica diferenciada –por lo menos, suficientemente diferenciada o diferenciada en el grado que, aunque inapreciable para un japonés, pongamos por caso, en España, consideramos relevante- tiene una expresión lingüística propia, el aranés, que, según nos pongamos, puede ser un dialecto del catalán o una lengua con todos los derechos. Y, sin embargo, la propuesta del Consejo General del Valle se la toma el personal a chanza, ¿por qué?
Es de suponer que el Gobierno Vasco, eventualmente, haría lo propio en caso de que fuera Álava la que decidiera revisar los lazos que la unen a Vizcaya y Guipúzcoa. Y, quien dice Álava, dice Bermeo, pongamos por caso. ¿Respetaría el Lendakari (recuérdese que así es como Juanjo habla de sí mismo) la decisión de la sociedad alavesa? Intuyo que no.
Lo relevante del asunto es que, como siempre, el nacionalismo es incoherente. Los estados son objetables, artificiosos y, por tanto, mudables. Pero las fronteras de Cataluña fueron trazadas por el mismo Dios, hendiendo la tierra con su dedo índice –hay que concluir que a Dios le tembló el pulso o gusta de hacer bocetos, pero bueno...- y no son revisables por ninguna fuerza humana. Se puede uno sacudir su españolidad como quien se quita un abrigo, pero no se puede dejar de ser catalán por simple decisión administrativa.
El tufo antidemocrático, o predemocrático, salta a las primeras de cambio. Mientras que la “españolidad” es un vínculo de derecho (humano) la “catalanidad” o la “vasquidad” son características inherentes a la persona, indisponibles por la misma, ¿no?
No se me ocurre razón alguna por la que, admitida la capacidad de autodeterminación de otros entes, deba negárseles ese mismo derecho a los araneses. Las leyes de la lógica, o se conservan en su integridad, o se derogan todas, pero no unas sí y otras no.
El valle de Arán, aunque esto lo sepa poca gente, además de ser el trozo más rico de la rica Cataluña, tiene una entidad histórica diferenciada –por lo menos, suficientemente diferenciada o diferenciada en el grado que, aunque inapreciable para un japonés, pongamos por caso, en España, consideramos relevante- tiene una expresión lingüística propia, el aranés, que, según nos pongamos, puede ser un dialecto del catalán o una lengua con todos los derechos. Y, sin embargo, la propuesta del Consejo General del Valle se la toma el personal a chanza, ¿por qué?
Es de suponer que el Gobierno Vasco, eventualmente, haría lo propio en caso de que fuera Álava la que decidiera revisar los lazos que la unen a Vizcaya y Guipúzcoa. Y, quien dice Álava, dice Bermeo, pongamos por caso. ¿Respetaría el Lendakari (recuérdese que así es como Juanjo habla de sí mismo) la decisión de la sociedad alavesa? Intuyo que no.
Lo relevante del asunto es que, como siempre, el nacionalismo es incoherente. Los estados son objetables, artificiosos y, por tanto, mudables. Pero las fronteras de Cataluña fueron trazadas por el mismo Dios, hendiendo la tierra con su dedo índice –hay que concluir que a Dios le tembló el pulso o gusta de hacer bocetos, pero bueno...- y no son revisables por ninguna fuerza humana. Se puede uno sacudir su españolidad como quien se quita un abrigo, pero no se puede dejar de ser catalán por simple decisión administrativa.
El tufo antidemocrático, o predemocrático, salta a las primeras de cambio. Mientras que la “españolidad” es un vínculo de derecho (humano) la “catalanidad” o la “vasquidad” son características inherentes a la persona, indisponibles por la misma, ¿no?
No se me ocurre razón alguna por la que, admitida la capacidad de autodeterminación de otros entes, deba negárseles ese mismo derecho a los araneses. Las leyes de la lógica, o se conservan en su integridad, o se derogan todas, pero no unas sí y otras no.
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