FERBLOG

viernes, enero 21, 2005

MAL AÑO PARA EL CINE

Al parecer, aunque el pasado año fue un récord en taquilla, “nuestro” cine perdió espectadores en grandes cantidades. Sólo Amenábar mantuvo el tipo con su Mar Adentro.

De esto debería seguirse la conclusión más lógica. A saber, que el público va a ver las películas que le gustan, y, sean o no españolas, casi siempre le gustan las buenas. Las malas, ni se estrenan, y las mediocres, que son la inmensa mayoría, pasan sin pena ni gloria. En un país que ha hecho de la anulación de la excelencia su bandera y de la mediocridad más absoluta timbre de orgullo, ¿por qué el cine habría de representar una excepción?

Supongo que esta sencilla conclusión no se manifestará en la próxima gala de los Goya –ya se sabe, ese patético remedo de los odiados óscares con que nuestro cine se premia a sí mismo-. Se entonarán ayes por la mala salud de nuestro cine y quedará implícita la idea de que lo que sucede es que somos unos incultos, ávidos de cultura basura. Por lo visto, “Buscando a Nemo” es cultura basura pero “Mortadelo y Filemón” o “Torrente” es cultura superior.

Todo esto sería intrascendente de no ser por lo que cuesta. Mantener al Gran Wyoming y sus amigos, mantener esa Academia de pacotilla y a seres tan lamentables como Willy Toledo (ese autodenominado actor que le gritaba a la ministra de cultura del PP que en este país no había libertades... ¡en la radio! y que tuvo la desvergüenza de hacer un día una película con Harvey Keitel) consume recursos escasos, que podrían destinarse a muchos usos alternativos: pensiones, defensa, educación o, por qué no, cultura. ¿Tienen ya todas las ciudades españolas teatros de ópera y salas de conciertos que den acceso al repertorio clásico?, ¿hay en todas las ciudades españolas salas de cine en las que se proyecten películas de verdad?, ¿ha podido adquirir el Estado ya todas las obras de pintores españoles que hay en venta por el mundo?, ¿se subvencionan las novelas?, ¿no?, entonces creo que los divertimentos que nuestros muchachos hacen para sí mismos pueden esperar.

“Hay motivo”... para estar de apesebrados hasta las narices.