¿CABE "ABSOLUTAMENTE TODO" DENTRO DE LA CONSTITUCIÓN?
Esta frase, proclamada, como no podía ser menos, por nuestro seráfico presidente del Gobierno para regocijo de la parroquia suena rebién. Es muy bonita, la verdad, porque deja a todos aquellos que intentan forzar debates más allá de lo razonable a la altura del betún, de puro trogloditas. De paso, también deja fuera de juego a los intolerantes de siempre, también como trogloditas. ¿Cabe defensa del orden constitucional a un tiempo más firme y más flexible? Prodigioso.
El problema es que, como ya han apuntado rectamente algunos, y como casi toda la mercancía que vende ZP, ésta está averiada. Tiene trampa. Hay truco. El Presidente sigue multiplicando panes y peces políticos, queriendo conciliar los imposibles, o haciendo como que los concilia, que al caso es lo mismo.
Uno de los más graves problemas que arrastramos en España desde la transición política -sin duda debido al complejo y la falta de experiencia- es un concepto de tolerancia que no tiene parangón en ninguna democracia contemporánea. Este es el único país europeo, por ejemplo, donde a más de uno le cupieron dudas sobre si estaba bien ilegalizar el brazo político de una banda terrorista, con 30 años de evidencias. Esas dudas en Francia, Alemania, el Reino Unido o Italia no se interpretarían como escrúpulos justificados, sino más bien como una tibieza intolerable.
No, no cabe o no debería de caber todo en la Constitución. Y, en cualquier caso, aunque algunas cosas quepan jurídicamente no deberían caber políticamente. La laxa interpretación que se hace del texto constitucional debería tornarse más restrictiva, en interés de la Constitución misma.
¿Se puede estar "dentro de la Constitución" y fuera a un tiempo? Sí, se puede. ERC es un vivo ejemplo. Un partido que, siendo plenamente legal, está fuera del consenso constitucional, porque discrepa de raíz con los pilares básicos de la Norma Fundamental. ERC es "formalmente constitucional", si se quiere. ¿Es, entonces, sostenible que el Gobierno de la Nación -órgano que sólo existe por y para la Constitución- esté apoyado por semejante partido?
La frase de ZP, y su pensamiento, sí hacen posible semejante barbaridad, que estamos viviendo todos los días. La diferencia entre Ibarretxe y Puigcercós (y Maragall) es meramente formal. ¿Tiene, por tanto, ZP un bagaje intelectual suficiente para hacer frente a lo que se nos viene encima? Antes de que se me escandalicen los biempensantes, les propongo un ejercicio: ¿encontraría ZP aceptable el apoyo de un grupo político que promoviera la inferioridad de los negros por vías impecablemente constitucionales -por ejemplo, haciendo campaña por la reforma del artículo 14- o, por eludir la frontera penal, la desconstitucionalización de los sindicatos o la prohibición de la huelga? La frase de ZP anteriormente citada avala y ampara la posición de principio, supongo.
Insisto en que, afectando a otros artículos (tengo para mí que al 14 también) la posición de ERC es la misma: constitucionalidad formal, en ningún caso sustancial. Cuando el señor ZP piensa que mucha gente exagera debería tener en cuenta que, día tras día, ofrece un espectáculo nunca visto, al menos en Europa, salvo el País Vasco. Jamás, en ningún sitio, un gobierno constitucional se apoyó en partidos declarada y plenamente antisistema salvo, quizá, en la Austria de Haider, con los efectos que todos conocemos.
Y, mientras esto sea así, ni toda la fuerza de convicción de un Iñaki Gabilondo inspirado podrá hacernos creer que el Sr. Presidente tiene un compromiso con la Constitución que sea algo más que eso, formal.
El problema es que, como ya han apuntado rectamente algunos, y como casi toda la mercancía que vende ZP, ésta está averiada. Tiene trampa. Hay truco. El Presidente sigue multiplicando panes y peces políticos, queriendo conciliar los imposibles, o haciendo como que los concilia, que al caso es lo mismo.
Uno de los más graves problemas que arrastramos en España desde la transición política -sin duda debido al complejo y la falta de experiencia- es un concepto de tolerancia que no tiene parangón en ninguna democracia contemporánea. Este es el único país europeo, por ejemplo, donde a más de uno le cupieron dudas sobre si estaba bien ilegalizar el brazo político de una banda terrorista, con 30 años de evidencias. Esas dudas en Francia, Alemania, el Reino Unido o Italia no se interpretarían como escrúpulos justificados, sino más bien como una tibieza intolerable.
No, no cabe o no debería de caber todo en la Constitución. Y, en cualquier caso, aunque algunas cosas quepan jurídicamente no deberían caber políticamente. La laxa interpretación que se hace del texto constitucional debería tornarse más restrictiva, en interés de la Constitución misma.
¿Se puede estar "dentro de la Constitución" y fuera a un tiempo? Sí, se puede. ERC es un vivo ejemplo. Un partido que, siendo plenamente legal, está fuera del consenso constitucional, porque discrepa de raíz con los pilares básicos de la Norma Fundamental. ERC es "formalmente constitucional", si se quiere. ¿Es, entonces, sostenible que el Gobierno de la Nación -órgano que sólo existe por y para la Constitución- esté apoyado por semejante partido?
La frase de ZP, y su pensamiento, sí hacen posible semejante barbaridad, que estamos viviendo todos los días. La diferencia entre Ibarretxe y Puigcercós (y Maragall) es meramente formal. ¿Tiene, por tanto, ZP un bagaje intelectual suficiente para hacer frente a lo que se nos viene encima? Antes de que se me escandalicen los biempensantes, les propongo un ejercicio: ¿encontraría ZP aceptable el apoyo de un grupo político que promoviera la inferioridad de los negros por vías impecablemente constitucionales -por ejemplo, haciendo campaña por la reforma del artículo 14- o, por eludir la frontera penal, la desconstitucionalización de los sindicatos o la prohibición de la huelga? La frase de ZP anteriormente citada avala y ampara la posición de principio, supongo.
Insisto en que, afectando a otros artículos (tengo para mí que al 14 también) la posición de ERC es la misma: constitucionalidad formal, en ningún caso sustancial. Cuando el señor ZP piensa que mucha gente exagera debería tener en cuenta que, día tras día, ofrece un espectáculo nunca visto, al menos en Europa, salvo el País Vasco. Jamás, en ningún sitio, un gobierno constitucional se apoyó en partidos declarada y plenamente antisistema salvo, quizá, en la Austria de Haider, con los efectos que todos conocemos.
Y, mientras esto sea así, ni toda la fuerza de convicción de un Iñaki Gabilondo inspirado podrá hacernos creer que el Sr. Presidente tiene un compromiso con la Constitución que sea algo más que eso, formal.
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