FERBLOG

lunes, diciembre 27, 2004

CUIDADO CON LO QUE SE AVECINA...

He leído esta mañana en un periódico que los socialistas podrían estar pensando en cambiar el Preámbulo de la Constitución, para así no tener que pasar por el trance de reformar el artículo 2 con el fin de dar gusto a Maragall.

En el plano táctico, es un error. El Sr. Maragall, como buen nacionalista, es maximalista, y no se le va a poder aplacar con cambios formales. Él los quiere de sustancia, y no parará hasta obtenerlos (esto es una enseñanza de la historia que muchos se niegan a aprender, vaya usted a saber por qué: un nacionalista no da a la palabra "negociar" el mismo sentido que el resto de los mortales, por eso lo mejor es no empezar).

Aparte de lo anterior, en el plano jurídico y moral, resulta casi el colmo (conviene salvar la expresión "el colmo", no sea que mañana veamos la proeza superada y no tengamos con qué calificarla). Puede que el Preámbulo no goce del mismo grado de protección que el artículo 2, pero considerarlo algo meramente instrumental es totalmente indecente. Casi diría que no me lo puedo creer, pero de estos se lo cree uno todo (sencillamente porque no creen que haya nada que no pueda ser puesto al servicio de un fin único: seguir en el poder, cuantos más años, mejor, aunque no se sepa muy bien para qué). Sobrados ejemplos tenemos ya, en esta legislatura y en el glorioso Felipato, de que las cuestiones de fondo les importan una higa, con lo que no te digo las de forma (inciso: causa pavor ver al Secretario de Estado de Justicia, catedrático -creo- de Derecho Constitucional, emplear el término "ingeniería jurídica"; todo un experto dispuesto a remover cuantos obstáculos ponga el ordenamiento a los planes de sus señoritos).

Puede que sea (ojalá) sólo rumorología, pero los mentideros de la Villa abundan en pistas de que el Gobierno, sabedor de que un ataque frontal a la Constitución puede tener muy mala prensa no ya en el PP, sino entre el propio electorado socialista, está dispuesto a usar "vias alternativas". Una de ellas es la modificación de aspectos que atacan la cuestión de fondo por vías oblicuas, como la que nos ocupa. Otra es la mutación constitucional inducida por la vía de hecho, por ejemplo, aprobando estatutos de autonomía contrarios al espíritu constitucional (incluso a la letra). Esto último, recordemos, puede hacerse sin el concurso del PP -los estatutos son leyes orgánicas, que sólo requieren la mayoría absoluta de la Cámara, para lo que se bastan el PSOE, lo que queda de IU y toda la panoplia de nacionalistas, racistas y delirantes que hacen de corifeos-. Insisto, saben de sobra lo que hacen, y saben que esta mal pero si es necesario...

Lo malo es que no podemos confiar en el Tribunal Constitucional. Habrá quien se pregunte, con justificado cinismo, si alguna vez se pudo confiar en el TC para algo. Creo que, en el caso que nos ocupa, al menos podíamos contar con Jiménez de Parga. La Sra. Casas ya se sabe lo que opina. A mandar, que para eso estamos, ¿ no?