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martes, diciembre 14, 2004

COMISIÓN DEL 11M. LAS LECCIONES

La visita de ZP ayer a la Comisión del 11M la deja, prácticamente, vista para sentencia. Hay ya dos conclusiones claras: la primera, que cualquier parecido con la Comisión del 11S en EE.UU. es pura coincidencia, y la segunda, que el sentenciado va a ser el PP (por abundar en el tono general de la legislatura, en la que el Gobierno y sus adláteres parecen configurarse claramente como una "oposición de la oposición").

No obstante, si se quiere entender algo, es posible que sí pueda hallarse algo de luz, más por lo que se lleva sabido por otros medios que por lo que sale de la propia Comisión. A mi entender, el 11M es un suceso en extremo complejo, a poco que no nos circunscribamos estrictamente al atentado en sí, sino que pretendamos analizar sus antecedentes y sus consecuencias. Con esta perspectiva, podemos identificar las siguientes cuestiones:

En primer lugar, hoy no es posible sostener más allá de la mera hipótesis una participación de ETA. Todo lo que tenemos son datos meramente circunstanciales. La cuestión es cuándo fue posible alcanzar esta conclusión. Todo apunta a que, a última hora del 13M, la pista islámica estaba ya firmemente establecida. ZP dijo más: nunca existió pista alternativa propiamente dicha. Ciertamente, la ausencia de una pista apuntando a ETA no prueba que ésta no participara, pero es más que probable que el Gobierno Aznar pecara de obcecación. Lo verdaderamente grave es que ciertos mandos policiales han sido mucho menos asertivos que el actual Presidente del Gobierno, lo cual puede invitar a pensar que el equipo de Aznar estuviera no todo lo bien informado que hubiera debido. En cualquier caso, parece claro que el PP debe hacer un ejercicio de autocrítica y, probablemente, por qué no, entonar un sincero mea culpa. Respecto a la depuración de responsabilidades políticas, parece lógico afirmar que no hay fórmula más apropiada para exigirlas que las urnas.

En segundo lugar, el comportamiento de la entonces oposición en los días que mediaron entre el 11 y el 14M, especialmente en la jornada de reflexión es, sencillamente, inaceptable en un estado democrático. Tanto más cuanto que algunos responsables políticos han llegado a ufanarse de haber cometido delitos electorales.

En tercer lugar, parece probado que no hay relación causa-efecto entre el apoyo político español a la intervención en Irak y los atentados. El 11M se preparó mucho antes, y hay evidencias de que la amenaza islámica persiste, aún después de la retirada de las tropas -que al menos algunos consideramos vergonzante-. Cabe recordar que dicha pretendida relación causa-efecto fue esgrimida por algunos como razón fundamental para la defenestración del gobierno Aznar y como elemento básico para justificar la conveniencia de nuestra retirada. ¿Es lícito preguntarse ahora si dicha retirada ha comportado beneficio alguno que la justifique, toda vez que su objetivo principal ya no existe?

En cuarto lugar, hay -sigue habiendo, quizá- importantes puntos no aclarados en la denominada "trama asturiana". Ciertamente, media un trecho entre sospechar de los manejos de ciertos responsables policiales y dejarse llevar por una teoría de la conspiración, pero no cabe duda de que es necesario arrojar luz sobre este tema.

Por último, es sencillamente absurdo pretender que el brutal atentado no tuvo influencia sobre el resultado electoral. La tuvo, y evidente. Ello no resta un ápice de legitimidad al gobierno actual, pero sí contribuye a enjuiciar parte de sus actuaciones. La conclusión más evidente es que, por más que lo niegue, ZP no pensaba salir elegido el 14M, y de esos barros, estos lodos. Una parte, no todas, de las taras del actual gobierno se deben a lo imprevisto de su nominación.