EL 2005 QUE SE AVECINA
2005 promete ser un año aciago. Veremos qué pasa, a modo de aperitivo, mañana en el Parlamento Vasco. ¿Hará Batasuna la puñeta al PNV y le pondrá, de verdad, en situación límite -cuando asesinas a los rehenes, ya no hay chantaje posible, conviene recordarlo-?
Todo tiene dos lecturas, cada minuto que pasa, es un minuto menos que nos queda para llegar al desenlace: a un país normal o a un no-país. Cada uno es libre de asignar a cada escenario las probabilidades que quiera.
El pensamiento libre enfrenta un mal año. La presión va a ser insoportable. Tenemos a los políticamente correctos ensoberbecidos. Si siempre nos miran por encima del hombro -como si fuéramos una especie de trogloditas primitivos porque ponemos los acentos en su sitio y pensamos que el concepto de "nación" no es contingente- ahora están en posición acreedora. Tan acreedora que creen que ha llegado el momento de cobrarse todo el saldo.
Los ocho años (sí, sólo ocho) que no tocaron poder fueron para ellos una especie de revulsivo. La oportunidad del 14M ha significado algo más que una normal alternancia gubernamental (por "normal" entiéndase aquí "ordinaria"). Ha sido la señal del "ahora o nunca". De ahí ese furor por ocupar cuantos resortes de poder ofrece este país -esta es siempre la estrategia, pero no siempre se lleva a cabo con tal ansia-. Porque lo de 1996 podría volver a pasar. Porque saben que el poder de que disfrutan no es omnímodo, como en 1982. Por eso, la primera tarea, la más prioritaria de todas, es demoler la oposición.
Esa es la pieza que quieren cobrar esta legislatura. Para todo lo demás, aún es pronto. La aritmética no da de sí, aunque da mucho -para aprobar estatutos de autonomía, por ejemplo-. Primero, hay que hacer que el PP reviente. Contarán para ello con la colaboración impagable de los conciliadores de turno. Aquellos que no soportan que les acusen de "crispar" el ambiente ("crispas" el ambiente cuando no recibes ciertas noticias con semblante agilipollado y media sonrisa estúpida).
Lo que más me llama la atención es que hay mucha gente, probadamente inteligente, que sabe que esto es así. Sabe que lo que está sucediendo es un despropósito. Pero es incapaz de reconocerlo, porque verse alineados con la derecha, siquiera por minutos, es el peor de los padecimientos posibles. Así pues, poco que esperar de quienes, en buena lógica, deberían ser la mayor fuente de esperanza: los muchos votantes socialistas que, en su fuero íntimo y sin escarbar mucho, están de Carod Rovira hasta los mismísimos.
Coraje, suerte, y al toro. Vencerán, pero no convencerán.
Todo tiene dos lecturas, cada minuto que pasa, es un minuto menos que nos queda para llegar al desenlace: a un país normal o a un no-país. Cada uno es libre de asignar a cada escenario las probabilidades que quiera.
El pensamiento libre enfrenta un mal año. La presión va a ser insoportable. Tenemos a los políticamente correctos ensoberbecidos. Si siempre nos miran por encima del hombro -como si fuéramos una especie de trogloditas primitivos porque ponemos los acentos en su sitio y pensamos que el concepto de "nación" no es contingente- ahora están en posición acreedora. Tan acreedora que creen que ha llegado el momento de cobrarse todo el saldo.
Los ocho años (sí, sólo ocho) que no tocaron poder fueron para ellos una especie de revulsivo. La oportunidad del 14M ha significado algo más que una normal alternancia gubernamental (por "normal" entiéndase aquí "ordinaria"). Ha sido la señal del "ahora o nunca". De ahí ese furor por ocupar cuantos resortes de poder ofrece este país -esta es siempre la estrategia, pero no siempre se lleva a cabo con tal ansia-. Porque lo de 1996 podría volver a pasar. Porque saben que el poder de que disfrutan no es omnímodo, como en 1982. Por eso, la primera tarea, la más prioritaria de todas, es demoler la oposición.
Esa es la pieza que quieren cobrar esta legislatura. Para todo lo demás, aún es pronto. La aritmética no da de sí, aunque da mucho -para aprobar estatutos de autonomía, por ejemplo-. Primero, hay que hacer que el PP reviente. Contarán para ello con la colaboración impagable de los conciliadores de turno. Aquellos que no soportan que les acusen de "crispar" el ambiente ("crispas" el ambiente cuando no recibes ciertas noticias con semblante agilipollado y media sonrisa estúpida).
Lo que más me llama la atención es que hay mucha gente, probadamente inteligente, que sabe que esto es así. Sabe que lo que está sucediendo es un despropósito. Pero es incapaz de reconocerlo, porque verse alineados con la derecha, siquiera por minutos, es el peor de los padecimientos posibles. Así pues, poco que esperar de quienes, en buena lógica, deberían ser la mayor fuente de esperanza: los muchos votantes socialistas que, en su fuero íntimo y sin escarbar mucho, están de Carod Rovira hasta los mismísimos.
Coraje, suerte, y al toro. Vencerán, pero no convencerán.
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