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martes, diciembre 28, 2004

EL NENE/A DE LETI

Uno de los debates más absurdos que ocupan a la sociedad española es la dichosa reforma del orden sucesorio, se conoce que para ponerlo en línea con la altura de los tiempos. Esto es lo que podríamos calificar de genuino debate ZP, o sea, no sólo insustancial y de consecuencias desproporcionadas, sino de lo más tonto.

Por supuesto que nadie duda de que el hombre y la mujer son iguales en derechos -habrá quien, por la lectura de estas líneas, deduzca que yo sí lo dudo, pero es que hay cosas que son inevitables...-. En medio de la histeria colectiva desatada por la boda de Leti con el marido de Leti alguien reparó en que, si el primer vástago de la real pareja resultaba ser vástaga (el palabro no figura, creo, en el diccionario, pero no veo por qué no lo puedo yo incorporar al acervo, en uso de mi libertad y siguiendo la política de ampliación de derechos que disfrutamos) y el segundo era vástago en sentido estricto, el tenor del artículo 57.1 de la Constitución implicaría ¡que el vástago pasaría delante de la vástaga en orden de sucesión al Trono, en detrimento de la primogenitura! Un debate sobre la cuestión no hubiera resultado interesante nada más que para Anson y dos más pero, hete aquí que el asunto toca el tema del género (sic) y, por ende, merece el grado 2 de corrección política (el grado 1 queda reservado al evento de que el vástago, vástaga, o ambos, fueran musulmanes). ¡Acabáramos, hay que acometer la reforma!

Una de las cosas más tontas que en el mundo hay es lo de "modernizar la monarquía". Si algo no puede ser la monarquía, nunca, es moderna. Porque lo moderno es la república. Por supuesto que el orden tradicional sucesorio -que dicho sea de paso en el de las Partidas- es contrario al principio de igualdad. No menos que todo el resto de los preceptos tocantes a la monarquía. Así, la vástaga preterida, aun colocada segunda en la línea, conservaría unos derechos de los que no disfrutan todo el resto de los españoles y de los extranjeros. En resumidas cuentas, al menos en mi opinión, buscarle la lógica al orden sucesorio de la monarquía es como buscársela a las reglas del ajedrez, poco más o menos.

"Ius singulare est, quod contra tenorem rationis propter aliquam utilitatem auctoritate constituentium introductum est", dijo Paulo, el jurista romano -no el apóstol-. En traducción libre: un derecho singular es lo que, por virtud de la autoridad y por razón de utilidad, se introduce contra la razón. En otras palabras, que nada hay más tonto que buscarle la lógica a un privilegio, que es, en sí mismo, contrario a la lógica. Habrá que dirimir, en su caso, la utilidad de la institución monárquica en sí misma, bien entendido que esta hay que tomarla tal cual es, porque lo contrario no se compadece bien con el sentido común.

Aunque eso implique que la vástaga de Leti pueda no reinar y, desde luego, que ninguno de los demás mortales vayamos a hacerlo. Además, puestos a ello, propongo dos reformas que urgen más:

En primer lugar, que el nuevo Rey jure tantas veces como cortes hubo, en los parlamentos autonómicos y conforme a las recopilaciones de cada reino, que es mucho más plural.

Que se destierre al duque de Lugo, como a los Saboya, o se le obligue a vestirse como una persona normal.

Creo que esto sí es verdaderamente acorde con los tiempos, sobre todo lo primero.