FERBLOG

jueves, diciembre 30, 2004

NACIÓN DE NACIONES

Como era de esperar, al hilo de los debates sobre la recurrente cuestión nacional -ojalá los españoles pudiéramos dedicar nuestros esfuerzos a hablar del paro, los impuestos, la droga o el tiempo, como todo el mundo, pero ya se sabe...- cobra nuevo vigor la manida expresión de la "nación de naciones".

Esta frasecita pretendidamente definitoria es poco menos que la piedra filosofal para todos aquellos que aspiran a resolver el dilema de conciliar las aspiraciones de nuestros nacionalistas con una España unida, aunque sea precariamente. Es un tranquilizador de conciencias, en realidad. Por supuesto que la expresión puede usarse también desde otras perspectivas, pero es raro que los propios nacionalistas hagan uso de ella. Uno no se imagina a un portavoz del PNV definiendo a España como nación de naciones, ¿verdad? ¿Que por qué? Pues porque, para ellos, España no es más que un estado, no una nación, ni de naciones ni nada. Y, al césar lo que es del césar, hay que reconocerles en este punto un algo más de coherencia que al campo biempensante.

La expresión malamente puede pasar de chascarrillo mediático para jerga política de bajo nivel. No creo que tenga mucha utilidad científica ni, desde luego, es el bálsamo de fierabrás constitucional.

No es una expresión científicamente útil porque es un sinsentido. Una nación no puede contener otra, a menos que los términos "nación" y "naciones" no tengan el mismo valor. De forma menos impactante pero más lógica podría decirse "nación tipo A de naciones tipo B"; pero, claro, suena fatal. Y es que, como nos recordó nuestro querido ZP, el término "nación" es muy polisémico. Así pues, para que la expresión tenga sentido, la palabra "nación" no puede significar lo mismo en el sujeto (nación) y en el complemento (de naciones).

La expresión cobra lógica si entendemos, por ejemplo, que Cataluña es una nación comme il faut y España es una nación de segundo grado, un compuesto. Cataluña sería una nación étnica y España única y exclusivamente una nación cívica. Pero esto no es cierto, o, al menos, no con carácter general. Hay españoles que se sienten sólo españoles (muchos, entre ellos Bono, creo). España es el objeto inmediato de sus sentimientos de adhesión, la única comunidad nacional (sí, lo he puesto adrede) en la que se reconocen. Se sigue que, o bien seguimos adjetivando (nación de naciones y otras cosas...) o convenimos en que, como definición, la frasecita es mala.

Y si la polisemia es indeseable en ciencia política, mucho más en una norma jurídica sustantiva, como puede ser la Constitución. Es, sencillamente, imposible introducir la expresión "nación de naciones" en nuestro texto constitucional y pretender que todo siga como hasta ahora. El término "nación" en la Constitución tiene una finalidad clara: identificar al sujeto constituyente. Por eso sólo se aplica a España en su conjunto. El término no es polisémico en la Constitución -mal que le pese a ZP y aunque no guste a más de uno-. Como he dicho antes, no hay forma de entender la expresión cabalmente que no sea concluir que España es un ente compuesto. Pero, entonces, o bien se predica la soberanía en exclusiva del todo -y, por tanto, la calificación de "naciones" de las otras naciones es poco trascendente- o bien, más en línea con lo que es normal en los estados compuestos (al menos en el momento constituyente), se le reconoce a las partes un cierto nivel de soberanía... y quebró la unidad nacional para siempre (a no ser que el pacto constituyente la consagre con carácter irrevocable, y volvemos a lo del viaje y las alforjas).

Eso sí, sonar suena bonito.

miércoles, diciembre 29, 2004

EL 2005 QUE SE AVECINA

2005 promete ser un año aciago. Veremos qué pasa, a modo de aperitivo, mañana en el Parlamento Vasco. ¿Hará Batasuna la puñeta al PNV y le pondrá, de verdad, en situación límite -cuando asesinas a los rehenes, ya no hay chantaje posible, conviene recordarlo-?

Todo tiene dos lecturas, cada minuto que pasa, es un minuto menos que nos queda para llegar al desenlace: a un país normal o a un no-país. Cada uno es libre de asignar a cada escenario las probabilidades que quiera.

El pensamiento libre enfrenta un mal año. La presión va a ser insoportable. Tenemos a los políticamente correctos ensoberbecidos. Si siempre nos miran por encima del hombro -como si fuéramos una especie de trogloditas primitivos porque ponemos los acentos en su sitio y pensamos que el concepto de "nación" no es contingente- ahora están en posición acreedora. Tan acreedora que creen que ha llegado el momento de cobrarse todo el saldo.

Los ocho años (sí, sólo ocho) que no tocaron poder fueron para ellos una especie de revulsivo. La oportunidad del 14M ha significado algo más que una normal alternancia gubernamental (por "normal" entiéndase aquí "ordinaria"). Ha sido la señal del "ahora o nunca". De ahí ese furor por ocupar cuantos resortes de poder ofrece este país -esta es siempre la estrategia, pero no siempre se lleva a cabo con tal ansia-. Porque lo de 1996 podría volver a pasar. Porque saben que el poder de que disfrutan no es omnímodo, como en 1982. Por eso, la primera tarea, la más prioritaria de todas, es demoler la oposición.

Esa es la pieza que quieren cobrar esta legislatura. Para todo lo demás, aún es pronto. La aritmética no da de sí, aunque da mucho -para aprobar estatutos de autonomía, por ejemplo-. Primero, hay que hacer que el PP reviente. Contarán para ello con la colaboración impagable de los conciliadores de turno. Aquellos que no soportan que les acusen de "crispar" el ambiente ("crispas" el ambiente cuando no recibes ciertas noticias con semblante agilipollado y media sonrisa estúpida).

Lo que más me llama la atención es que hay mucha gente, probadamente inteligente, que sabe que esto es así. Sabe que lo que está sucediendo es un despropósito. Pero es incapaz de reconocerlo, porque verse alineados con la derecha, siquiera por minutos, es el peor de los padecimientos posibles. Así pues, poco que esperar de quienes, en buena lógica, deberían ser la mayor fuente de esperanza: los muchos votantes socialistas que, en su fuero íntimo y sin escarbar mucho, están de Carod Rovira hasta los mismísimos.

Coraje, suerte, y al toro. Vencerán, pero no convencerán.

martes, diciembre 28, 2004

EL NENE/A DE LETI

Uno de los debates más absurdos que ocupan a la sociedad española es la dichosa reforma del orden sucesorio, se conoce que para ponerlo en línea con la altura de los tiempos. Esto es lo que podríamos calificar de genuino debate ZP, o sea, no sólo insustancial y de consecuencias desproporcionadas, sino de lo más tonto.

Por supuesto que nadie duda de que el hombre y la mujer son iguales en derechos -habrá quien, por la lectura de estas líneas, deduzca que yo sí lo dudo, pero es que hay cosas que son inevitables...-. En medio de la histeria colectiva desatada por la boda de Leti con el marido de Leti alguien reparó en que, si el primer vástago de la real pareja resultaba ser vástaga (el palabro no figura, creo, en el diccionario, pero no veo por qué no lo puedo yo incorporar al acervo, en uso de mi libertad y siguiendo la política de ampliación de derechos que disfrutamos) y el segundo era vástago en sentido estricto, el tenor del artículo 57.1 de la Constitución implicaría ¡que el vástago pasaría delante de la vástaga en orden de sucesión al Trono, en detrimento de la primogenitura! Un debate sobre la cuestión no hubiera resultado interesante nada más que para Anson y dos más pero, hete aquí que el asunto toca el tema del género (sic) y, por ende, merece el grado 2 de corrección política (el grado 1 queda reservado al evento de que el vástago, vástaga, o ambos, fueran musulmanes). ¡Acabáramos, hay que acometer la reforma!

Una de las cosas más tontas que en el mundo hay es lo de "modernizar la monarquía". Si algo no puede ser la monarquía, nunca, es moderna. Porque lo moderno es la república. Por supuesto que el orden tradicional sucesorio -que dicho sea de paso en el de las Partidas- es contrario al principio de igualdad. No menos que todo el resto de los preceptos tocantes a la monarquía. Así, la vástaga preterida, aun colocada segunda en la línea, conservaría unos derechos de los que no disfrutan todo el resto de los españoles y de los extranjeros. En resumidas cuentas, al menos en mi opinión, buscarle la lógica al orden sucesorio de la monarquía es como buscársela a las reglas del ajedrez, poco más o menos.

"Ius singulare est, quod contra tenorem rationis propter aliquam utilitatem auctoritate constituentium introductum est", dijo Paulo, el jurista romano -no el apóstol-. En traducción libre: un derecho singular es lo que, por virtud de la autoridad y por razón de utilidad, se introduce contra la razón. En otras palabras, que nada hay más tonto que buscarle la lógica a un privilegio, que es, en sí mismo, contrario a la lógica. Habrá que dirimir, en su caso, la utilidad de la institución monárquica en sí misma, bien entendido que esta hay que tomarla tal cual es, porque lo contrario no se compadece bien con el sentido común.

Aunque eso implique que la vástaga de Leti pueda no reinar y, desde luego, que ninguno de los demás mortales vayamos a hacerlo. Además, puestos a ello, propongo dos reformas que urgen más:

En primer lugar, que el nuevo Rey jure tantas veces como cortes hubo, en los parlamentos autonómicos y conforme a las recopilaciones de cada reino, que es mucho más plural.

Que se destierre al duque de Lugo, como a los Saboya, o se le obligue a vestirse como una persona normal.

Creo que esto sí es verdaderamente acorde con los tiempos, sobre todo lo primero.

lunes, diciembre 27, 2004

CUIDADO CON LO QUE SE AVECINA...

He leído esta mañana en un periódico que los socialistas podrían estar pensando en cambiar el Preámbulo de la Constitución, para así no tener que pasar por el trance de reformar el artículo 2 con el fin de dar gusto a Maragall.

En el plano táctico, es un error. El Sr. Maragall, como buen nacionalista, es maximalista, y no se le va a poder aplacar con cambios formales. Él los quiere de sustancia, y no parará hasta obtenerlos (esto es una enseñanza de la historia que muchos se niegan a aprender, vaya usted a saber por qué: un nacionalista no da a la palabra "negociar" el mismo sentido que el resto de los mortales, por eso lo mejor es no empezar).

Aparte de lo anterior, en el plano jurídico y moral, resulta casi el colmo (conviene salvar la expresión "el colmo", no sea que mañana veamos la proeza superada y no tengamos con qué calificarla). Puede que el Preámbulo no goce del mismo grado de protección que el artículo 2, pero considerarlo algo meramente instrumental es totalmente indecente. Casi diría que no me lo puedo creer, pero de estos se lo cree uno todo (sencillamente porque no creen que haya nada que no pueda ser puesto al servicio de un fin único: seguir en el poder, cuantos más años, mejor, aunque no se sepa muy bien para qué). Sobrados ejemplos tenemos ya, en esta legislatura y en el glorioso Felipato, de que las cuestiones de fondo les importan una higa, con lo que no te digo las de forma (inciso: causa pavor ver al Secretario de Estado de Justicia, catedrático -creo- de Derecho Constitucional, emplear el término "ingeniería jurídica"; todo un experto dispuesto a remover cuantos obstáculos ponga el ordenamiento a los planes de sus señoritos).

Puede que sea (ojalá) sólo rumorología, pero los mentideros de la Villa abundan en pistas de que el Gobierno, sabedor de que un ataque frontal a la Constitución puede tener muy mala prensa no ya en el PP, sino entre el propio electorado socialista, está dispuesto a usar "vias alternativas". Una de ellas es la modificación de aspectos que atacan la cuestión de fondo por vías oblicuas, como la que nos ocupa. Otra es la mutación constitucional inducida por la vía de hecho, por ejemplo, aprobando estatutos de autonomía contrarios al espíritu constitucional (incluso a la letra). Esto último, recordemos, puede hacerse sin el concurso del PP -los estatutos son leyes orgánicas, que sólo requieren la mayoría absoluta de la Cámara, para lo que se bastan el PSOE, lo que queda de IU y toda la panoplia de nacionalistas, racistas y delirantes que hacen de corifeos-. Insisto, saben de sobra lo que hacen, y saben que esta mal pero si es necesario...

Lo malo es que no podemos confiar en el Tribunal Constitucional. Habrá quien se pregunte, con justificado cinismo, si alguna vez se pudo confiar en el TC para algo. Creo que, en el caso que nos ocupa, al menos podíamos contar con Jiménez de Parga. La Sra. Casas ya se sabe lo que opina. A mandar, que para eso estamos, ¿ no?

sábado, diciembre 25, 2004

LOS LIBERALES Y EL ESTADO

Entre las múltiples confusiones que circulan sobre el liberalismo y los liberales está la de que abogan por estados débiles. Así, incluso algunos liberales creen que, siendo esta la doctrina individualista por excelencia, puede hasta llegar a haber cierta contradicción entre liberalismo y patriotismo. Hay quien entiende el liberalismo como la huida constante del Estado, del gran Leviatán. Quienes así piensan, a mi juicio, bien tienen un entendimiento superficial de qué es el liberalismo, bien lo entienden en una clave exclusivamente económica.

La historia del pensamiento político nos muestra que el pensamiento sobre la libertad conduce de modo natural a la cuestión del Buen Gobierno. Buen Gobierno y Libertad son una suerte de dupla indisociable. Más aún, Buen Gobierno es aquel que permite el mayor grado de desarrollo posible de la Libertad individual (dicho sea de paso, "individual" es un pleonasmo, porque no hay otra libertad posible). Los padres fundadores de los Estados Unidos, tras afirmar su creencia en los derechos individuales -en uno de los dos textos que son frontispicio de este blog- llegaron enseguida a la necesidad de contar con un Gobierno, con un Estado que los garantizara. Así se llegó de la Declaración de Independencia a la Constitución.

Estado mínimo y Estado débil no son la misma cosa. La garantía de la Libertad, la Igualdad y la Propiedad requiere tanto de un Estado no invasor como de un Estado fuerte, capaz de cumplir con su función de proveedor de bienes públicos por naturaleza como, sobre todo, de garante de los pactos y los contratos. El hecho de que los estados europeos contemporáneos estén lejos del ideal, en unos casos por exceso -con su absoluto desprecio por el derecho del Hombre al producto de su trabajo, que menoscaban con políticas fiscales de una voracidad espantosa- y en otros por defectos -con Justicias ineficaces que, como la española, no llegan a tiempo de proteger al ciudadano que, respetuoso del contrato social, a ellas se confía para dirimir sus conflictos.

El Estado liberal-democrático, como organización jurídico-política, es el instrumento más perfecto creado por el pensamiento Occidental para la garantía de los inalienables Derechos Humanos. No existe otro mejor.

No hay, pues, contradicción alguna entre un liberalismo militante y un patriotismo racional. Más aún, creo que el pensamiento liberal proporciona la única base auténticamente racional para el patriotismo. Un estado de derecho fundado en leyes justas es la mejor garantía del ciudadano frente a los abusos.

Cuando se posee, mal que bien, un estado de esas características, es lícito y comprensible empezar a llamarlo Patria. No porque así ha sido siempre, no porque así lo llamaron tus padres, y los padres de tus padres, y los padres de estos... Ni siquiera es necesario haber nacido allí. Ni siquiera es necesario compartir la lengua o la cultura mayoritarias. Basta entender qué es y para qué sirve.

A todos los patriotas de medio pelo, a todos los etnicistas, racistas y abogados de las sociedades cerradas: sabed que no hay más Patria que las buenas leyes, y esa Patria merece ser defendida no en nombre de los ancestros muertos, ni de los dioses viejos. En nombre de la sacrosanta Libertad del Hombre. La única que realmente existe.

viernes, diciembre 24, 2004

FELIZ NAVIDAD

A todos los que visitáis Ferblog de vez en cuando... Los mejores deseos para esta Navidad.

miércoles, diciembre 22, 2004

POR QUÉ VOTARÉ NO

Alberto Recarte daba hace poco, en Libertad Digital unas cuantas razones para votar "no" a la Constitución Europea (la constitución de Giscard). Ahí van las mías, que en buena parte son coincidentes:

En primer lugar, quiero votar no en respuesta a la demagogia continua de los que se pasan la vida dando o quitando certificados de europeidad a troche y moche. Se puede ser europeo, europeísta y estar en contra del Nuevo Tratado -lo mismo que se puede estar a favor-, faltaría más.

Porque lo de Giscard no es más que eso, otro tratado. Y, que yo sepa, hasta ahora no se nos han consultado los tratados, por lo menos a los españoles. ¿A qué viene ese súbito interés por conocer nuestra opinión? Es evidente que, en este contexto, la palabra "constitución" es un abuso de lenguaje difícilmente tolerable.

Dicen algunos que lo más sustantivo del nuevo tratado es la juridificación (incorporación a un texto articulado) de la carta europea de derechos humanos. El tribunal constitucional español y nuestra doctrina hace muchos años que vienen interpretando los derechos fundamentales en nuestro país desde el prisma de las declaraciones internacionales, sean vinculantes o no. No veo, por tanto, dónde está la novedad. ¿Los derechos humanos no son exigibles en el Reino Unido porque no hay texto escrito que los soporte, quizá?

Convengo con Recarte en que los que creen que la expresión sobre la intangibilidad de las fronteras garantiza la unidad de España son unos ilusos, además de que el argumento no es de recibo. Son unos ilusos porque la UE ha dado ya sobradas muestras de que, en conflictos de intereses, raramente reacciona de acuerdo con valores que se le suponen. Recarte cita la secesión de Eslovenia y su apoyo por Alemania, en su día -es cierto que no era, entonces una cuestión interna de la UE, pero se vio claramente qué consideración le merecía al gigante germano la estabilidad de la extinta Yugoslavia-. ¿Por qué no recordar Perejil?, ¿acaso no tuvo eso algo que ver con la "intangibilidad" de nuestras fronteras? Sinceramente, es más que de prever que, en un conflicto entre España y alguna de sus regiones, la Unión reaccionaría como de costumbre: apelando al diálogo entre las partes y conminándolas, con buenas palabras, a buscarse la vida -quizá nombraran un mediador como Moratinos-. Pero es que, por otra parte, si la unidad de España va a depender de un tratado internacional, mejor vamos buscando una fórmula de secesión razonable.

Es, por otro lado, más que seguro que los responsables de la Unión interpretarán el voto positivo como un aval. ¿Lo merecen? ¿Realmente estamos satisfechos con la UE que tenemos? ¿Estamos contentos con la UE del eje francoalemán, en la que los demás somos poco menos que flecos? ¿Podemos estar a gusto con un tratado que, para empezar, define Europa en clave políticamente correcta, prescindiendo de cualquier afirmación cultural -sí, hablo de lo de las raíces cristianas, no me escondo (hablo también de las raíces grecolatinas, del formidable patrimonio cultural común ignorado por una Unión a la que le preocupa más el folclore)-? ¿Estamos felices con una Unión que reacciona presta cuando plantamos más algodón del debido pero permanece totalmente ajena al genocidio cultural que se está cometiendo con los escolares de España y otros grandes países?... Personalmente, puesto que, sistemáticamente, ignoran la baja participación en las elecciones al Parlamento como voto de protesta, estoy por la labor de dar un toque de atención más duro.

No a los argumentos basados en el miedo. No hay vacío. Está Niza y Niza, para nosotros, es un buen tratado. Compete a otros buscar la solución. Y, sí, esto es una manifestación de interés nacional, y es legítimo.

Por último, no debemos desdeñar las razones sentimentales. Además de la razón inicialmente apuntada -que es sentimental-, o sea, que me apetece darle el fin de semana a la banda de políticamente correctos de turno, desde pequeñito he aprendido que nada, absolutamente nada bueno en la vida puede venir firmado por Giscard. Sobre todo si eres español, bueno, en realidad, si no eres francés. Pensándolo bien... quizá baste que no seas Giscard.

Este tema nos dará juego. ¡Ah, se me olvidaba!, y no creo en el tacticismo en estos asuntos: no creo que haya que votar nada porque otro vota de otra manera ni que haya que votar en un sentido determinado porque van a decir de ti que... Lo siento, Sr. Pérez Maura.

LECCIONES DE HISTORIA

Los dos últimos capítulos de la teleserie "Memoria de España" -desaparecida en combate durante un tiempo- trataban del reinado de Felipe II (para los de la LOGSE: segunda mitad del siglo XVI) y la primera parte del siglo XVII.

No parece que la moderna historiografía haya hecho mucha mella en los guionistas, que siguen aferrados a los discursos al uso que aprendimos en el colegio los niños de los primeros años de la democracia. A saber: que casi, casi desde el mismo reinado de Felipe II, el país componía un cuadro deprimente. Por supuesto, se incide una y otra vez en la verdad, tantas veces ocultada por el franquismo: que España, de hecho, no existía. En resumidas cuentas, que de 1492 a esta parte, nuestra historia es la historia de un gran fracaso colectivo.

Evidentemente, no es cosa de negar que aquellos años fueron terribles en muchos aspectos: hambre, devastación de la Hacienda, guerras continuas, el tribunal de la Inquisición haciendo de las suyas... Cierto, sí. Pero, además de que es siempre un error pretender juzgar los hechos del XVI y del XVII con ojos del XXI, lo que no se dice es que, en primer lugar, buena parte de los pesares de la sociedad española del renacimiento y el barroco eran muy comunes en la Europa de ese tiempo, que el proceso inquisitorial, por ejemplo, no se diferenciaba en nada de todos los demás (aterradores) procesos del brazo secular (más aún, las hogueras no eran, ni mucho menos, la nota característica más terrible de la Inquisición -eso era moneda de curso corriente en otros lugares, y si no que se lo digan a las acusadas de brujería en Holanda-), que las guerras eran el pan nuestro de cada día para todo el mundo.

Por otra parte, se acepta como cosa normal, o de poca monta, el hecho de que un imperio planetario funcionara durante muchos años. Puede que a trancas y barrancas, sí, pero el mismo hecho resulta del todo pasmoso, como lo fue, en su día, el funcionamiento del imperio romano. El correo -electrónico o físico- puede ser cosa corriente hoy, pero enviar cartas a Filipinas en el siglo XVI y que llegaran era, sencillamente, un milagro. El siempre decadente imperio español tuvo, durante trescientos años, un convoy surcando el Atlántico cada seis meses, y, como regla general, llegó a su destino. El siempre decadente imperio español gestionó, mediante cuerpos funcionariales que supusieron un avance en la ciencia de la administración, un territorio que hoy agrupa más de veinte estados soberanos (algunos de ellos con una eficiencia administrativa pareja a la que tenían en 1600). El siempre decadente imperio español fue la pesadilla de estadistas tan preclaros como el cardenal Richelieu (al que el decadente imperio le quitaba el sueño). La polémica de los "justos títulos", por ejemplo, es un hito en la historia del derecho y de la ciencia de la moral que, simplemente, carece de parangón en otras naciones europeas.

Aparte, por supuesto, queda lo que nadie discute: que aquellos años son el culmen absoluto de la cultura española (bueno, hasta el venturoso advenimiento del Gran Wyoming y la gente del cine). Sobre todo porque la lengua, ya madura, se revela como un maravilloso instrumento en manos de la mayor concentración de talento que se ha conocido por estos pagos (insisto, hasta que empezaron a darse los premios Goya). El español, en esa época, goza de un prestigio similar al que posteriormente tendría el francés y es, desde luego, la lengua de relación habitual entre los habitantes de la península ibérica.

Podríamos seguir citando muchas características que hacen de esa época una aventura humana que, con razón, ha fascinado y sigue fascinando a muchos historiadores, españoles y extranjeros. Pero nuestra capacidad de pasmo está muy atrofiada.

martes, diciembre 21, 2004

¿A quién le echarán la culpa esta vez?

Digámoslo claro: si las cosas siguen así en lo tocante a la claridad de ideas del Partido Socialista, España se encamina al desastre más absoluto. Por supuesto, hay quien puede recibir esto como una exageración propia de la derecha troglodita o mofarse de la afirmación, como se mofan del tono y las expresiones del ministro Bono -dicho sea de paso, lo que menos debería llamar la atención del ministro Bono son sus manifestaciones de querencia a su españolidad (¿por qué habría de refrenarse, el hombre, porque no es chic?).

Que hagan lo que quieran. El frente progre (PSOE + Grupo Prisa + Jueces para la Democracia + adláteres) es muy libre de pensar lo que quiera y promover lo que quiera. Ahora bien, conviene ser consciente de las consecuencias potenciales y no engañar al personal. Con propuestas como las de Maragall o el PSE España, tal como la conocemos, se va, literalmente, al carajo. A partir de ahí, cada cual es muy libre de pensar y sopesar si esto le importa, o no, y por qué razones. Decir, como hizo el otro día la presidenta del Constitucional, que se puede cambiar el artículo 2 como si fuera otro cualquiera (iniciso: "poder" claro que se puede, por el 168, faltaría más; pero es que eso equivale a una revisión de la Constitución en su integridad) es, lisa y llanamente, mentir, y eso es lo que no es lícito.

En cierto sentido, supongo que da igual, porque el votante socialista es bastante inmune a la realidad, así que las explicaciones podrían caer en saco roto.

Lo que NO podrá soportarse esta vez (¿vana ilusión?) es que, de nuevo, le echen la culpa a otro. En algún momento tendrán que asumir alguna responsabilidad por algo. Ciertamente, si no es en esta ocasión, ya no se me ocurre cuándo, porque no soy capaz de pensar qué puede ser peor que reventar un país en sentido literal. El último que lo hizo fue el conde Don Julián, y la historia no ha sido demasiado generosa con él, pobrecillo.

lunes, diciembre 20, 2004

EL ESTADO EN OBRAS

El Sr. Maragall -este sí, aún y por siempre "Molt Honorable" (y por muchos años, ojalá que, al menos, los catalanes conserven el mínimo necesario de respeto a sus instituciones propias, ya que ni respetan las comunes ni nadie se lo exige, y si no que le pregunten al ciudadano ZP)- nos anunció el otro día que el empellón que pretende darle a la Constitución no supone, ni mucho menos, el cierre del modelo de estado. Tan sólo tiramos otros 25 años.

Hasta aquí, todo normal. Desde luego, los que se pasan la vida soñando con la demolición de España como nación y como estado -los nacionalistas, mucha izquierda y la intersección de ambos- pueden ser de todo, pero carecen de dobleces. Son claros como el agua cristalina. Podemos elegir entre que desmonten esto al contado (Batasuna), a plazos cortos (Plan Ibarretxe) o a plazos largos (propuestas de las facciones regionales del PSOE).

Lo sorprendente, insisto, no es esto. Lo increíble, absolutamente increíble, es que haya quien está dispuesto a cooperar, ¡desde las más altas instancias del estado que se pretende demoler! Esto sí que no tiene precedentes, al menos que yo conozca. No creo que sea posible que nadie sensato crea, a estas alturas, que los nacionalismos periféricos -socialismo catalán y parte del vasco incluidos- puedan desear para España otra cosa que su desaparición, real o virtual. Por tanto, el que se presta al juego, o está en un despiste impropio de la altura de los tiempos, o sabe perfectamente adónde va.

La retórica a favor de la unidad -léanse las declaraciones del ministro Sevilla- sirven de poco en este país de los conceptos "discutidos y discutibles", sin previa aclaración. En mi opinión, la "unidad" presupone la "identidad". Para poder afirmar que España sigue unida es preciso que se pueda decir que sigue siendo España. He ahí la trampa de las propuestas conciliadoras al estilo maragalliano. Si, so pretexto de conservar la unidad, introducimos un cambio tan profundo que no puede decirse que mantenga la identidad, malamente habremos conservado unidad alguna: hemos roto la que había para recomponer otra cosa. Los trozos pegados de un jarrón chino roto no son el jarrón chino, sino un puzzle con forma de jarrón.

Pero la ontología no es el fuerte de los del talante. Todo sea por evitar la crispación.

jueves, diciembre 16, 2004

EL BOICOT AL CAVA

Todo apunta a que hay una sospechosa coincidencia entre el anuncio de boicot al cava y las súbitas adhesiones inquebrantables al proyecto Madrid 2012 procedentes de Cataluña. Dicho sea de paso, el supuesto boicot no tiene por qué proceder en exclusiva del centro peninsular. Creo que los valencianos, sin ir más lejos, verían con agrado lo de pasarse al Veuve Clicqot o al Moët Chandon, en detrimento de glorias -todavía- nacionales como el Juve i Camps.

Es, sin duda, lamentable, que el debate discurra por estos derroteros, porque es irracional, y nada irracional debería tener cabida en una sociedad madura. Pero no puedo estar con estos políticamente correctos que ven "escandalosa" y "primaria" la reacción anti-Carod.

Lo sorprendente es que esto no haya pasado antes. Seguro, segurísimo, que, como dijo ayer mismo el Molt Honorable President de la Generalitat, las declaraciones del Sr. Carod en absoluto representaban el sentir del pueblo catalán, y menos de su gobierno. Pero es de esperar que eso se demuestre de vez en cuando. Estamos más que hartos de que, como dijo uno de nuestros más siniestros personajes "unos agiten el árbol y otros recojan las nueces". Estamos más que hartos de 30 años continuados de insultos y desaires. Es difícil entender cómo gente tan preocupada por la sensibilidad propia es incapaz de entender que esto... es humano.

Algunos sostienen, incluso hoy, que el Plan Ibarretxe no es otra cosa que el resultado de la terquedad del Sr. Aznar cuya cerrazón, dicen, obligó al PNV a echarse al monte. Si nosotros (los españoles, los africanos, los chupasangres, los del déficit fiscal...) respondemos con un boicot a los productos vascos, habrá que entender que somos doblemente culpables: primero, no dejamos otra salida al noble lehendakari que plantear un plan secesionista (mejor, algo tan vergonzante como que "lo mío es mío, y lo tuyo, de los dos) y, a fortiori, lo agravamos con nuestra conducta irracional. A ver si es que se trata de que, en este juego, perdamos siempre los mismos...

La historia está llena de precedentes de agitadores que llaman a la calma cuando la cosa se les va de las manos. Gente que enardece a las masas cuando lleva las de ganar, pero quiere política florentina cuando lleva las de perder.

No es lo deseable, desde luego, pero para que estas cosas no sucedan, quizá algunos deberían empezar a comportarse con un poquito más de responsabilidad.

LO + PLUS

Una súbita y breve enfermedad me permitió ayer "disfrutar" durante unos minutos del programa "Lo + plus". A la colección habitual de pedantes graciosillos se añadía ayer un elenco de entrevistados de genuino pedigree progre: el Gran Wyoming, Javier Krahe y otro tipo que -espero se me excuse la ignorancia, pero con tanto prócer, uno se pierde- me resultaba desconocido.

Como no podía ser menos, la conversación derivó hacia el tema de la Iglesia Católica (el tema con mayúsculas). En un momento dado, alguien consideró oportuno pasar un extracto del DVD de Javier Krahe en el que, al parecer, expone su "receta para cocinar un Cristo". El caso es que, en las imágenes, el tipo hace como que cocina un crucifijo. Vamos, tope irreverente. Una muestra de independencia intelectual de las que dan temblores.

El Sr. Krahe expresó su deseo, entre las sonrisas de sus contertulios, de que en las prometidas manifestaciones de católicos "las fuerzas del orden se empleen con contundencia". Hubo también los consabidos desaires a monseñor Rouco Varela.

¿Cómo es posible que un país como este, tan pequeño, pueda producir tanto genio? Es que, de veras, causa estupor. Uno no es especialmente pío, las cosas como son, y un cierto tono irreverente y anticlerical está en la cultura española de forma, si se quiere, paradójica, desde tiempo inmemorial pero, ante el panorama, cabe preguntarse si es que todos los frustrados del mundo decidieron, además de matricularse en el Colegio de El Pilar -una cantera, sí señor-, venirse a vivir a España.

Y lo mejor es que tipos como el tal Wyoming no es que sean la columna vertebral del pensamiento de izquierdas. Es que son ese pensamiento en su conjunto. Ante esto, hay dos opciones: o bien te echas a temblar, o bien te suscribes a El País, sólo ves Canal + y aceptas, en efecto, como hecho natural, que el buen Dios ha abandonado a Israel y ha optado por distinguir a los españoles con la mayor cosecha de mentes brillantes desde el séptimo día del Génesis.

martes, diciembre 14, 2004

COMISIÓN DEL 11M. LAS LECCIONES

La visita de ZP ayer a la Comisión del 11M la deja, prácticamente, vista para sentencia. Hay ya dos conclusiones claras: la primera, que cualquier parecido con la Comisión del 11S en EE.UU. es pura coincidencia, y la segunda, que el sentenciado va a ser el PP (por abundar en el tono general de la legislatura, en la que el Gobierno y sus adláteres parecen configurarse claramente como una "oposición de la oposición").

No obstante, si se quiere entender algo, es posible que sí pueda hallarse algo de luz, más por lo que se lleva sabido por otros medios que por lo que sale de la propia Comisión. A mi entender, el 11M es un suceso en extremo complejo, a poco que no nos circunscribamos estrictamente al atentado en sí, sino que pretendamos analizar sus antecedentes y sus consecuencias. Con esta perspectiva, podemos identificar las siguientes cuestiones:

En primer lugar, hoy no es posible sostener más allá de la mera hipótesis una participación de ETA. Todo lo que tenemos son datos meramente circunstanciales. La cuestión es cuándo fue posible alcanzar esta conclusión. Todo apunta a que, a última hora del 13M, la pista islámica estaba ya firmemente establecida. ZP dijo más: nunca existió pista alternativa propiamente dicha. Ciertamente, la ausencia de una pista apuntando a ETA no prueba que ésta no participara, pero es más que probable que el Gobierno Aznar pecara de obcecación. Lo verdaderamente grave es que ciertos mandos policiales han sido mucho menos asertivos que el actual Presidente del Gobierno, lo cual puede invitar a pensar que el equipo de Aznar estuviera no todo lo bien informado que hubiera debido. En cualquier caso, parece claro que el PP debe hacer un ejercicio de autocrítica y, probablemente, por qué no, entonar un sincero mea culpa. Respecto a la depuración de responsabilidades políticas, parece lógico afirmar que no hay fórmula más apropiada para exigirlas que las urnas.

En segundo lugar, el comportamiento de la entonces oposición en los días que mediaron entre el 11 y el 14M, especialmente en la jornada de reflexión es, sencillamente, inaceptable en un estado democrático. Tanto más cuanto que algunos responsables políticos han llegado a ufanarse de haber cometido delitos electorales.

En tercer lugar, parece probado que no hay relación causa-efecto entre el apoyo político español a la intervención en Irak y los atentados. El 11M se preparó mucho antes, y hay evidencias de que la amenaza islámica persiste, aún después de la retirada de las tropas -que al menos algunos consideramos vergonzante-. Cabe recordar que dicha pretendida relación causa-efecto fue esgrimida por algunos como razón fundamental para la defenestración del gobierno Aznar y como elemento básico para justificar la conveniencia de nuestra retirada. ¿Es lícito preguntarse ahora si dicha retirada ha comportado beneficio alguno que la justifique, toda vez que su objetivo principal ya no existe?

En cuarto lugar, hay -sigue habiendo, quizá- importantes puntos no aclarados en la denominada "trama asturiana". Ciertamente, media un trecho entre sospechar de los manejos de ciertos responsables policiales y dejarse llevar por una teoría de la conspiración, pero no cabe duda de que es necesario arrojar luz sobre este tema.

Por último, es sencillamente absurdo pretender que el brutal atentado no tuvo influencia sobre el resultado electoral. La tuvo, y evidente. Ello no resta un ápice de legitimidad al gobierno actual, pero sí contribuye a enjuiciar parte de sus actuaciones. La conclusión más evidente es que, por más que lo niegue, ZP no pensaba salir elegido el 14M, y de esos barros, estos lodos. Una parte, no todas, de las taras del actual gobierno se deben a lo imprevisto de su nominación.


lunes, diciembre 13, 2004

Para empezar...

¡Bienvenidos a mi blog!

Estas primeras líneas, sin duda, deben ir dedicadas a Sal, que tuvo la genial ocurrencia de descubirme que los blogs existían. Supongo que con el doble propósito -en todo caso encomiable- de compartir conmigo su devoción por escribir y, de paso, limpiar su bandeja de entrada de correos-e.

Gracias a la tecnología, por fin disponemos de un cauce de comunicación con todo aquel que se quiera comunicar con nosotros. Un canal no mediatizado. Con razón los gobiernos andan tan preocupados por los contenidos de la Red. Casi, casi seguro que esto sólo puede perjudicarles.

Aquí os espero, a partir de ahora.